Una decorosa renuncia es lo que cabría esperar de Petro si se tratase de una persona digna. Con el apabullante testimonio de su misma nuera, el emperadorcito ha quedado en toda su vergonzosa desnudes. Nada nuevo sale de ahí, ya sabíamos de las triquiñuelas de su hijo desde campañas pasadas y de los negocios, más que turbios, del señor de las bolsas, lo nuevo acá es la actual condición del suegro de la denunciante, ocupando, de manera ilícita, la presidencia a la que ha pretendido transformar en un trono inexpugnable. Inexpugnable como desde siempre se ha considerado éste guerrillero que ha hecho toda su vida lo que le ha venido en gana amparado en una justicia corrupta, en unos políticos detestables y en unos ciegos seguidores que le comen el cuento de que es el paladín contra la injusticia social.
Que esta vez se salga con la suya no sería raro, pero alimento la esperanza de que se digne renunciar a su cargo en un momento de epifanía, de esos que con frecuencia lo atacan llevándolo de disparate en disparate. ¿Por qué no? Me lo pregunto cuando seria lo primero que debería estar en la mira de todos los colombianos, contando con aquellos que le siguen la cuerda. Su renuncia es lo que no se ha mencionado en los ríos de comentarios que lo critican ni en los que pretenden justificar al sindicado, que no es otro que Gustavo Petro, así se escude en su hijo, su hermano o en quien sea. De una renuncia tampoco se ocupan los medios tradicionales cuando debería ser titular en cada uno de ellos.
Del Congreso, lo menos que esperaríamos es una moción de censura; de la oposición, la exigencia de una renuncia y una convocatoria a elecciones, esta vez limpias; de la ciudadanía, un reclamo al respeto de la democracia y su integridad.
Me digo una y otra vez: soñar no cuesta nada.
Ya la Procuraduría y la Fiscalía deberían tener abiertos los procesos debidos y los partidos político reclamarles pronta y certeras acciones. De los organismos internacionales, comenzando por la OEA, no esperaríamos menos que una clara condena a Petro cuando se está violando los principios que las sustentan.
Nada de eso ha ocurrido y, me temo, no ocurrirá.
“Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza,
vuelve el rico a su riqueza
y el señor cura a sus misas.
Se despertó el bien y el mal
la zorra pobre vuelve al portal,
la zorra rica al rosal.
y el avaro a las divisas.”
Haciéndole coro a Serrat pasaremos, por desgracia, de nuevo la página como en los tiempos del narco gobierno de Samper y, aún más desastroso, del que se robó el plebiscito.