Que Colombia es un país inequitativo es una realidad como un templo, y que las carencias de los pueblos no se solucionan con más burocracia es una evidencia palmaria. Pero aquí se insiste en tropezar siempre en la misma piedra. Montar un ministerio de Igualdad para acabar con la injusticia social es algo tan utópico como buscar la felicidad o la paz por la vía de un decreto ley. Ministerio de Igualdad no existe en ningún otro país del mundo, con una excepción de la que hablaré enseguida con detenimiento.
Lo que aquí se está montando es una maquinaria burocrática contra la que se han levantado ya algunas voces más o menos sensatas de la política colombiana, como los exministros José Antonio Ocampo, Juan Camilo Restrepo y Germán Vargas Lleras, quienes se han quedado cortos en sus críticas a semejante elefante blanco.
Empecemos por el origen del engendro. Cuando Gustavo Petro visitó España como candidato presidencial, al primer despacho oficial adonde acudió fue al de la Vicepresidencia del gobierno español, que entonces estaba en manos de Pablo Iglesias, fundador de Podemos, un partido neoestalinista de esos a los que en nuestro tiempo les da vergüenza llamarse comunista por el desprestigio del término en el siglo XXI. Hoy en día solo presumen de tal cosa los gobiernos de Cuba, que es una ruina, y de China por razones prácticas de política de Estado que no vienen ahora a cuento.
El señor Iglesias era un aliado necesario del presidente español, Pedro Sánchez, los votos de cuyo partido necesitaba éste último en el Congreso para poder gobernar. Sánchez hizo Vicepresidente por un tiempo a Iglesias y éste le dio a su mujer, Irene Montero, el ministerio de Igualdad, y a otros tres amigos otros tantos ministerios igualmente inútiles. Los políticos en todas partes juegan con el dinero público de esta manera con tal de mantenerse en el poder. Y yo me lo temía cuando vi a Petro en el despacho de Iglesias; pensé: “Éste, si llega a la presidencia, se trae para Colombia alguna de las genialidades del pájaro aquel”. ¡Y bingo!, trajo Igualdad.
Quien quiera documentarse sobre lo que ha sido ese desastre de ministerio para el gobierno español tiene Google a la mano para que se aterre o goce, según el grado de perversión de que disponga. Una sola de sus leyes, mal redactada, sacó de la cárcel o rebajó las penas de cientos de violadores en aquel país. Y al grito de “sola y borracha quiero llegar esta noche a casa”, cientos de españolas, con la ministra de Igualdad a la cabeza, se infectaron de covid celebrando el Día de la Mujer al comienzo de la pandemia en Europa. En el ministerio de marras sabían lo que llegaba de China y lo ocultaron con tal de hacer alarde multitudinario en la plaza pública de su histerismo y ataque de nervios.
Aquí en Colombia, José Antonio Ocampo, como avergonzado de la crítica que hace al nuevo ministerio, ha dicho que “por supuesto es necesario, pero que no gaste tanta plata”. Eso es un pellizquito de monja, señor Ocampo, no tenga miedo de decir lo que piensa ni de que Francia Márquez lo tilde de machista. Ese ministerio es un bodrio oneroso porque va a disponer de dinero público para gastar a mayor gloria de la Vicepresidente; y está destinado a convertirse en un instrumento sectario porque la señora Márquez lo que está instalando es un engranaje con tentáculos en todas las regiones para manejar su futuro político. Sus remilgos negándose a hablar de sus aspiraciones presidenciales la delatan.
“Ahora empieza a entenderse la desmesura burocrática del nuevo ministerio de Igualdad” —ha dicho Juan Camilo Restrepo—. “Resulta que desde allí se hará la gerencia de los 100.000 jóvenes que hoy delinquen en las bandas urbanas y que pasan a sueldo del Estado en un programa que vale un billón de pesos.” Si esto es así, será el primer paso para la creación de una estructura paramilitar dispuesta a defender “los logros del Gobierno del Cambio” como ocurre en Cuba y Venezuela. Ojo con esto.
Francia Márquez sabe que Petro es un tipo de impulsos y aprovechó para montar este pesebre, antes de que el otro se arrepienta de habérselo prometido. El montaje cuenta con portal de Belén, pastorcillos, Reyes Magos y estrella de oriente: Un presupuesto de 87.000 millones le oí a Francia Márquez en una entrevista; 500.000 millones asegura el ex ministro Ocampo que le estaban asignados. ¿Quién miente? Si esta última partida presupuestaria es cierta supera a la de los ministerios de Justicia, Ciencia y Tecnología y Transporte. Cuenta con cinco viceministerios, lo nunca visto en la historia de la burocracia gubernamental colombiana. Más de 700 funcionarios entre ellos 32 directores departamentales. De malas los colombianos.