La semana pasada en “Guerra mediática” expusimos, en líneas muy generales, cómo Israel ha tenido que enfrentar, en medio de “la guerra por procuración”, un frente desde la propaganda antisemita que ha subvertido la realidad. De víctima a victimario sería un buen subtítulo para esa entrega.
En este sentido, y para vergüenza de Occidente, hemos visto cómo Bibi Netanyahu ha tenido que afrontar una serie de presiones internacionales que obedecen a cálculos electorales de los líderes en Estados Unidos, Francia e Inglaterra, principalmente, y a una equivocada creencia interna de que Israel tiene que aceptar un acuerdo para la liberación de los secuestrados al precio que sea. No importa cuál sea ese precio.
Ese derrotismo político se contrasta abiertamente con los espectaculares golpes militares que le han propinado las Fuerzas de Defensa Israelí-FDI a los procuradores (proxy en inglés) o delegados de Irán. En esto, el liderazgo y la tenacidad de Netanyahu han estado a toda prueba así como el esquema defensivo israelí, muy a pesar de las vulnerabilidades que toda empresa humana pueda tener.
Dicho lo anterior, y como era de esperar, Israel ha tenido que cruzarse fuego con Hezbollah tanto en el sur del territorio libanés como al norte de Israel. En medio de lo inevitable de la situación - aunque Macron dijera lo contrario antes de la escalada del conflicto- Israel ha apelado a los más espectaculares golpes tácticos que superaría, sobre el papel, la realidad estratégica.
Durante esta guerra de procuración que ha tenido que afrontar Israel en varios frentes, en abril pudimos apreciar la capacidad defensiva aérea de la que goza Israel cuando Irán disparó más de 300 artefactos sobre el espacio aéreo como retaliación por el bombardeo a la embajada iraní en Siria el pasado mes de abril.
Igualmente, el mundo entero pudo apreciar la eficacia de sus aparatos de inteligencia para rastrear a los cabecillas de las organizaciones terroristas y después, darlos de baja. Los casos más recientes de Ismail Haniyeh (Hamás) y Fuad Shukr (Hezbollah) confirman así la altísima efectividad de los servicios de espionaje.
En esa lógica, toca recordar que mientras el almirante Hagi anunciaba que habían dado de baja a Ahmed Mahmud Wahb y a Ibrahim Aqil, alrededor de las 3:45 p.m., hora local del martes 17 de septiembre, eran detonados remotamente y de manera simultánea en el Líbano miles de artefactos (pagers & walkie-talkies) cuyo saldo dejó 37 muertos y 3.300 miembros de Hezbollah heridos.
El 21 de septiembre, el JPost publicó “Names 15 Hezbollah commanders killed in strike” en el que se presentó la relación de cabecillas de la Radwan Force que fueron eliminados junto con Ibrahim Aqil. Información que ya había sido confirmada por las mismas FDI horas atrás. Igual suerte corrieron otros miembros de Hezbollah, entre los que se encontraban: Samer Abdul-Halim Halawi, Abbas Sami Maslamani, Abdullah Abbas Hajazi, Muhammed Ahmad Reda, Hassan Hussein Madi y Abu Hassan Samir encargado de la Radwan Force.
De inmediato, Hassan Nasrallah juró que Israel pagaría un altísimo precio por ello; pero, a los seis días fue eliminado dejando acéfala la organización terrorista que por veinte años había estado bajo su mando. Se especula igualmente que Sheikh Naim Qassem esté muerto.
Por la experiencia de 2006, se sabe que el objetivo estratégico de Israel en el Líbano es una operación limitada para desmantelar la infraestructura de Hezbollah a la vez que golpea su cúpula organizacional.
¿Será que escalando las operaciones contra Hezbollah puede lograr desescalar las hostilidades con Hamás o Irán?, tal como lo sugiere Shane Harris del Washington Post (Inside Israel’s war strategy against Hezbollah)
Adenda: En este momento, Al Jazeera está informando que las tropas israelíes han dado de baja a Yahya Sinwar, quien reemplazó a Haniyeh como nuevo comandante Hamás. Noticia en desarrollo (…).