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Periodista Deportivo

Reconocido periodista deportivo de la televisión Colombiana, con una experiencia de más de 35 años en el cubrimiento y transmisión de los más importantes eventos de Colombia y el Mundo.

Adolfo Pérez

Emoción o Justicia

Cierto día, los dueños del fútbol colombiano, que son quienes manejan los equipos y deciden sobre el campeonato, en una de tantas asambleas que mas que eso son reuniones entre amigos y enemigos, pensaron que ya era hora de cambiar el sistema de la competición de siempre y entonces nació el doble torneo que opera actualmente y que consagra dos campeones en el año en lugar de uno como ocurría desde que este deporte se hizo profesional en Colombia.

De eso hace ya 22 años y el argumento principal de la decisión fue generarle más interés y si se quiere, más emoción a los partidos para que la gente no se alejara de los estadios.  Un campeonato desde febrero hasta diciembre ciertamente carecía de interés la mayor parte del tiempo y solo se calentaba cuando se acercaban las finales.

Las mentes brillantes de la elaboración de los sistemas le adicionaron cosas tan extravagantes como los puntos de bonificación en decimales para los mejores, hexagonales, octogonales, cuadrangulares, puntos invisibles, todo con tal de darle la emoción perdida en los torneos largos.

Y así, nos acostumbramos a tener campeones express en menos de 3 meses porque los torneos no duran un semestre como muchos creen.

La verdadera razón a semejante cambio se dijo entre líneas años después, cuando se reveló, que fueron los denominados equipos chicos los que presionaron para que a ellos no se les discriminara de la gran torta de los ingresos, sabiendo que en pocos partidos jugados se quedaban siempre sin ninguna posibilidad de pelear por los títulos y debían pagar contratos de 1 año cuando ya sus hinchas dejaban de asistir a sus estadios y no había publicidad por lo mismo para ellos.

Se entendió como una medida de salvación porque al paso que iban, se iban a quedar jugando solo los denominados grandes y los otros estaban llamados a desaparecer.  Alguien lanzó una frase contundente en medio de las discusiones: “ustedes no tienen nada que perder porque al fin y al cabo siempre van a terminar ganando con cualquier sistema que pongamos”.

Sin embargo, aquello no fue del todo cierto, porque algunos que nunca habían ganado como Chicó, Pasto, Cúcuta, Tolima y Pereira, gracias a eso pudieron ser campeones y otros como Equidad, Huila y Cartagena llegaron hasta la mismísima final a disputar la estrella.

También algunos que llevaban décadas sin conseguirlo por fin volvieron a celebrar, como el Once Caldas, Millonarios, Medellín y Santafé.

Esa doble programación sirvió también para que Nacional se convirtiera en el más campeón del fútbol colombiano y ganando 10 veces esos torneos cortos llegó a las 17 estrellas.  

Todos esos acontecimientos pudieron darle la razón a quienes en su momento dividieron en dos el año futbolístico en Colombia.

No obstante, hay serias dudas sobre si está bien que prive la emotividad, el deseo de igualdad para que todos puedan, sobre la justicia que debería tener toda competencia deportiva.

Siempre debería ganar el mejor y eso no siempre pasa. No puede ser justo que un equipo que juega mejor que todos durante 20 fechas sea superado por otro que solo jugó bien 6, las de los cuadrangulares.

En realidad, esas 20 fechas son un torneo de clasificación que no significa nada, mas allá que lo que inspiró a quienes decidieron este sistema, que la gente estuviera pendiente hasta el final, fuera a los estadios, mantuviera la ilusión por su equipo de pasar a los cuadrangulares. Pero está demostrado que da lo mismo ser primero u octavo en esas 20 jornadas, porque el verdadero torneo son solo las 6 fechas que hacen que un equipo alcance la final para pelear por el título, o se vaya con las manos vacías como si hubiera pasado desapercibido durante todo el campeonato.

Entonces los defensores de la emoción antes que, de la justicia, dicen que el que viene siendo bueno en 20 partidos debería ser bueno en 6 y eso no es así.  En el fútbol ni siquiera se necesita 1 partido completo para arruinar todo un objetivo. En un minuto, en un segundo, un penalti errado, una expulsión, una mala entrega, un ligero despiste o un error arbitral de esos que abundan en Colombia, puede cambiar el rumbo de algo que venía funcionando aparentemente a la perfección.

En las ligas más importantes del mundo, no piensan en darle oportunidad a todos.  Los buenos pelean por el título y los que no tienen cómo, tienen otros objetivos, los segundos torneos, clasificar a una competición europea, vender jugadores, mantener sus estadios llenos, el dinero de los patrocinios de la televisión, en fin.  Claro, es otra mentalidad. En Inglaterra un hincha del Crystal Palace o del Fulham o del Brighton, sabe que su equipo normalmente está en la mitad de la tabla con más posibilidades de ir hacia abajo que hacia arriba. Pero llenan siempre su estadio, son felices con una victoria ante los grandes, se ponen la camiseta orgullosos, aunque no peleen nunca el título de la premier. Allá no les dan gabelas para que tenga posibilidades de ganar y gana el que tiene que ganar, el bueno, el que hace todo mejor.

Y también hay que decirlo, gracias a este sistema, en Colombia en lugar de crecer, los denominados grandes decrecieron, prefirieron ser pobres, administrar pobrezas.

 Este sistema hizo que se dieran cuenta que no era necesario invertir para poder ganar. Porque se gana con muy poco. Salvo el Junior de Barranquilla que invierte siempre y sus logros le demuestran a los demás que es mayor el costo que el beneficio.   

Para clasificar a las finales se necesita hacer las cosas muy mal para quedar por debajo de los 8 primeros que es casi la mitad de los que juegan.

Y los buenos siempre estarán ahí aun jugando mal. Pero como toda regla tiene su excepción, esta vez le pasó a dos grandotes, América y Nacional que se quedaron sin finales por creer que todo es tan fácil aun equivocándose tantas veces.

La conclusión es que diga lo que se diga, la manera como se disputan los títulos en Colombia no va a tener cambios, somos así y por eso nos va como nos va cuando llegan las competencias internacionales a nivel de clubes. Mejor ser emotivos que justos, mejor ser pobres que ricos.

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Adolfo Pérez
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