La vida útil de un deportista es tan corta que no se puede comparar con la de ninguna otra profesión. Sencillamente porque depende de su parte física. Algunos privilegiados logran una “longevidad” admirable, pero son el mínimo porcentaje de cuantos se dedican a esta actividad.
En el caso de los futbolistas, porque ellos mismos lo saben, suele ocurrir que deciden terminar muy pronto su paso por la élite y aceptar cambiar prestigio por dinero con tal de asegurar un futuro mejor.
Es difícil entender que un jugador cambie jugar en los mejores equipos del mundo para irse a Asia en donde el poder económico supera cualquier chequera pero que no tienen ninguna importancia en el panorama internacional. También hay destinos con equipos muy ricos en Europa, pero no son comparables con los del primer renglón.
Colombia ha tenido en la última década jugadores en grandes clubes de Inglaterra, España, Italia, Alemania, Francia y Portugal sin dejar de mencionar otros grandes, aunque de ligas menos importantes.
Hoy por hoy, Luis Diaz es el único colombiano que no solo hace parte de uno de los más prestigiosos de Europa, sino que logró convertirse muy rápidamente en uno de los jugadores imprescindibles en su nómina principal.
Podría decirse que solo eso, ya lo hace un triunfador, así no haya ganado aún los dos principales títulos, el de la Premier y el de la Champions.
Y es un triunfador también porque así lo dicen sus números, porque lo valora su técnico y porque lo adora la enorme y selectiva hinchada del Liverpool.
Solo algunos críticos lo señalan porque no es un delantero goleador como quisieran, pero ninguno como él para hacer que los otros los hagan, ninguno como él para desequilibrar los duros esquemas defensivos adversarios, ninguno como el para hacer cosas diferentes dentro del terreno de juego.
Tiene 27 años, es decir, ha alcanzado ya la madurez como futbolista y cuando eso pasa y empieza a estar mas cerca de los 30 como lejos de los 22 o 23, Todos, incluido él, empiezan a pensar en lo corta que es la carrera de un futbolista.
Cualquier persona a los 30 años en cualquier otra profesión, es prácticamente un inexperto todavía, en el fútbol no y por el contrario, ya lo empiezan a ver transferible, para sacarle dinero antes de que se ponga “viejo”.
Debido a eso, ya se está diciendo que el Liverpool lo ha puesto en la carpeta de los que pueden ser vendidos en cualquier momento. Resulta inexplicable para cualquier aficionado, que, en la curva mas alta de su rendimiento, su propio club esté pensando en salir de él.
Pero para el mundo del fútbol, ni para el club ni para el propio jugador resulta una movida extraña o sorprendente. Luis Diaz en este momento tiene una valoración cercana a los 100 millones de euros, una cifra que ya alcanzó su tope y que pretenden recoger antes de que los imponderables hagan que en un tiempo se vuelva menor.
Pretendientes que puedan pagar eso los hay, y en el mismo viejo continente. No son muchos, pero los hay. Uno de ellos es el PSG de Francia que hasta hace poco se dio el lujo de tener a Messi, Neymar y Mbappé en el mismo equipo.
Se trata del más poderoso de Francia, pero también de una liga que está en el quinto lugar de la clasificación europea.
Y si con esos tres monstruos no pudieron lograr su principal objetivo que era ganar la champions, mucho menos ahora que no están.
Tampoco se trata de ir a China, ni a Catar, ni siquiera a la MLS, pero desde el balcón de los admiradores, si quisiéramos seguir viendo a lucho en un equipo y en una liga que está en los primeros planos y con las mejores posibilidades de títulos europeos.
Pero una cosa es lo que queremos y otra bien distinta lo que están pensando su club y el mismo jugador.
Y es eso lo que hay que entender. Como cuando Falcao en su mejor momento en el Atlético de Madrid, campeón y goleador de Europa, decidió irse al Mónaco que puso una cifra sobre la mesa que ni él ni su club podían despreciar.
Como tantos otros jugadores que, sin haber traspasado la barrera de los 30 años, prefirieron ser actores de reparto y no protagonistas de primer orden, solo porque había que aprovechar el buen momento que trae ofertas que a lo mejor después no volverán.
Y es que así de corta como es la carrera de un futbolista en buenas condiciones, hay que considerar que una lesión puede terminarla mucho antes de lo que es. Eso no lo espera nadie, pero puede suceder. Las lesiones hacen parte de la vida misma de la alta competencia.
A lucho ya lo lesionó un rival y estuvo largo tiempo por fuera de las canchas. Ante el Manchester United, Casemiro “sin querer queriendo” le metió una patada en un planchazo que bien pudo dejar por fuera quien sabe cuánto tiempo a nuestro querido jugador guajiro.
Entonces hay que ponerse en los zapatos del que tiene que tomar la decisión. ¿Sigue en Liverpool en las primeras páginas de los periódicos con posibilidades de títulos importantes pero con un contrato que por más que pida o por bien que le vaya, nunca va a ser el doble o el triple de lo actual? ¿O se va a recibir esa cantidad desde ya antes de que sea demasiado tarde, a pesar de que pueda llegar a desaparecer de la considerada élite del fútbol?
¿Usted qué haría?
