La fiebre a tope. Se juega la final de la Liga y regresa la Selección. Mes y medio para un título, o una frustración. La Juegan los pudientes, los grandes que en el medio son cada vez más poderosos, en ocasiones con dominio abusador.
Se quedó un histórico, Santa Fe, campeón hace siete años. Arrastra una quiebra de la que lucha por salir y entró Águilas, cuya cordura de manejo, lo premia con la clasificación.
Para muchos, favorito por su regularidad.
Como también América, con fuerte opción por su fútbol y sus intérpretes. Una combinación de buenos jugadores, jóvenes y veteranos, lo invita a soñar.
Excluido el Pereira, presentes los campeones desde 2020, dispuestos a repetir. Aunque las ambiciones de Millonarios, hasta ahora la sombra del campeón reinante, y Nacional, en ocasiones desarticulado, se reducen por la ausencia de estabilidad. Las de Cali son exiguas a pesar del estímulo de su agónica clasificación.
Peligroso Tolima, con su inesperado envión anímico desde que desconectó a su técnico, un tal Juan Cruz, incapaz, como tantas veces le ha ocurrido, de sostener un proceso ganador.
Junior siempre protagonista en las finales, y Medellín, el mejor balanceado, armado como equipo, con óptima preparación.
Cierre que eleva la temperatura y el nivel. Estarán los mejores con profundidad emocional entre sus seguidores esperando grandes duelos.
En la consecución del título, fundamentales serán los guardametas, como siempre ocurrió. Y los añosos veteranos con influencia en los goles.
Todos los equipos enfrascados en la semifinal, saben que es ser campeón y como competir para lograrlo.
Visionarios aquellos que eligieron la estabilidad de su conductor, no se amilanaron por los malos resultados y renovaron sus nóminas, dándole vuelo a la juventud. O los que, a pesar de estar eliminados, no traicionaron sus convicciones, no soñaron despiertos, no fundieron su economía, supieron cómo luchar y a que aspirar.
Final con especulaciones y pronósticos apasionados en el imaginario popular. Con largas disertaciones periodísticas, explicando lo ya explicado, por enésima vez. Discutiendo largo y tendido sobre la posibilidad de un campeón.
Con periodistas hinchas, desenfrenados. Que ven chicos a sus rivales y grande, muy grande, al club de su predilección. ¡Vaya “pavada!”.
Con estadios llenos, temores arbitrales, dudas del VAR que anuncia sus audios para justificar decisiones o generar confianza, para demostrar la incompetencia, la mala intención de quienes lo manejan o para alejar sospechas.
La selección se balancea sin riesgo en la clasificación. Entre polémicas encendidas porque no encuentra ni el futbol ni la confianza para satisfacer a la afición. Con una oportunidad inmejorable de castigar la ineficacia de Brasil, que sin figuras nos visita, por tres puntos en la ruta hacia el mundial. Esteban J.