El 4 de marzo de este 2025, Caracol Televisión lanzó ditu, una plataforma de streaming que ofrece más de 6.000 horas de contenido incluyendo telenovelas, deportes, noticias y series. Esta iniciativa nace en medio de una época marcada por las tendencia de consumo digital y busca hacerse un lugar entre grandes jugadores del sector como Netflix, Prime Video, Max, Apple TV y Disney+. La llegada de la nueva plataforma de Caracol parece correcta en su contenido, pues apela a la nostalgia de las producciones que marcaron recuerdos en los televidentes y que ahora pueden disfrutarse de manera gratuita, sin usuario ni contraseña. Desde ese punto de vista, es un acierto que el contenido de ditu sea diferencial frente a las demás plataformas que se encuentran en el mercado y que el acceso al contenido sea inmediato después de instalar la aplicación.
Es importante recordar que Caracol Play fue una plataforma de streaming que tuvo modelo de suscripción con pago anticipado y que cerró en 2024 después de 12 años de operaciones.
Ditu ingresa en el mercado con un modelo publicitario propio de la televisión abierta, donde los anuncios interrumpen la reproducción del contenido. En contraste, la mayoría de plataformas de streaming operan bajo suscripción, eliminando la publicidad y permitiendo una experiencia continua en múltiples dispositivos.
Además, al no requerir usuario ni contraseña, ditu carece de una función clave en el ecosistema digital actual: la continuidad del contenido. Si un usuario deja una serie o programa a medias, deberá retomarlo manualmente desde el inicio, ya que la plataforma no guarda el progreso ni ofrece una versión web para sincronización. Este inconveniente la aleja de la experiencia omnicanal presente en otras plataformas, donde es posible cambiar de dispositivo sin perder el punto de reproducción. A lo anterior es importarte agregar que no es posible ver el contenido de la plataforma de Caracol desde un computador, porque la aplicación solo está disponible para teléfonos, tabletas y televisores Samsung.
Si bien la gratuidad es un atractivo, el verdadero desafío de ditu radica en su capacidad para retener audiencias en un ecosistema donde la experiencia prima sobre el acceso. Hoy, la personalización, la continuidad del contenido y la flexibilidad en dispositivos no son lujo sino un estándar en el mercado. Este modelo de negocio, aunque accesible, podría enfrentarse a la impaciencia del espectador moderno, acostumbrado decidir cuándo, cómo y dónde ver su contenido. La clave para ditu será evolucionar rápidamente, ofreciendo una experiencia más fluida sin perder su esencia de acceso gratuito.
Otro factor que podría jugar en contra de ditu es la percepción de valor que tienen los usuarios sobre las plataformas de streaming. Aunque el acceso gratuito es una ventaja inicial, la publicidad intrusiva y la falta de continuidad en la reproducción pueden hacer que el espectador prefiera pagar por una experiencia sin interrupciones. La propuesta de valor de ditu radica en su catálogo nostálgico, pero si la experiencia de usuario no está a la altura de las expectativas actuales, la novedad podría desvanecerse rápidamente.
Por otro lado, Caracol Televisión cuenta con una ventaja significativa: su reconocimiento de marca y el arraigo de su contenido en la audiencia colombiana. Esto le permite atraer usuarios de manera orgánica sin la necesidad de costosas campañas de adquisición. Sin embargo, la lealtad del usuario digital no se sostiene solo con nostalgia; requiere innovación y una experiencia sin fricciones. Si ditu quiere consolidarse como una alternativa viable en el ecosistema del streaming, deberá adaptarse a las exigencias de un consumidor que hoy tiene el poder de elegir, no solo el contenido, sino cómo y dónde verlo.
El futuro de ditu no se definirá solo por su catálogo ni por la nostalgia que despierta, sino por su capacidad de escuchar y evolucionar. En un mundo donde el usuario dicta las reglas, las plataformas que limitan la fluidez están destinadas a quedar atrás. Caracol tiene en sus manos una joya con historia, pero solo el tiempo dirá si la pule para brillar en la era digital o si la deja oxidarse como un recuerdo de lo que pudo ser y no fue.