La venta de ISA a Ecopetrol es el tema de moda, el negocio del año y tal vez de décadas en el país, y eso por supuesto ha generado debates entre sus partidarios y detractores.
Mi columna de la semana pasada titulada “Ecopetrol, los números no mienten”, hablaba de las ventajas que yo considero ese negocio tiene no sólo para la empresa sino para el país, dando los primeros pasos para la implementación del proyecto de transición energética. En el transcurso de la semana, muchos fueron los comentarios que recibí al respecto, donde algunos ven con preocupación el contexto del contrato interadministrativo entre las dos compañías.
Por eso me parece importante responder a esas inquietudes a través de esta columna, dado que, en aras de la transparencia, es necesario que todos los agentes, relacionados con la industria o no, entiendan la dimensión de la operación y por qué la sinergia Ecopetrol-ISA es el camino adecuado hacia una transición energética sostenible.
De las preguntas más relevantes, hubo algunas que tenían todo el sentido y necesitan ser profundizadas, no solo por mí, sino eventualmente por Ecopetrol, entre las cuales están: 1. Si las reservas de crudo y sobretodo de gas natural de Ecopetrol no están en un nivel óptimo ¿por qué enfocarse en comprar ISA y no en invertir en más técnicas de recobro secundario y terciario con el fin de aumentar reservas?, 2. ¿El proceso de descarbonización e incorporación de energías renovables hará que en el futuro los recibos de energía lleguen a ser más caros?, 3. ¿Por qué insistir en la producción de petróleo y gas si las tendencias mundiales dicen que el camino son las energías renovables?
Todo lo anterior trataré de responderlo bajo un marco conceptual general. Es necesario resaltar que, la transición energética no es una receta de cocina, donde se mezclan unos ingredientes y de forma homogénea se obtienen los mismos resultados. Es supremamente importante que la gente en Colombia entienda esto, porque las realidades y contextos energéticos nacionales son diferentes a los que se pueden encontrar en Estados Unidos, Europa o Asia, etc., y de igual forma cada país tiene sus necesidades que sólo aplican a ellos.
La realidad energética colombiana denota unas variables claramente identificables que están siendo aplicadas, y con base en esa gestión, lograr que la transición energética sea la hoja de ruta dentro del proceso de cierre de brechas sociales y económicas en el país. En primer lugar, la seguridad energética es la prioridad principal dentro del Grupo Ecopetrol, y todos los esfuerzos están enfocados en ese aspecto, no sólo en el fortalecimiento de las técnicas de recobro secundario y terciario, que son las que comprenden el grueso de la producción, pero también en el éxito de los pilotos de proyectos de fracking y exploraciones gasíferas offshore, porque de esto depende en gran parte el aumento y sostenimiento de nuestras reservas a mediano y largo plazo.
Por otro lado, teniendo cubierta la seguridad energética, es necesario diversificar el mix del portafolio, con el fin de integrar a la cadena de valor otras tecnologías que permitan asegurar una transición energética real y medible en el tiempo. Acá quiero ser muy enfático, ya que sin diversificación energética nunca se podrá obtener éxito alguno en cualquier proyecto de transición energética. Esto hace que la compra de ISA marque la pauta hacia una política de electrificación por parte de Ecopetrol, clave para el proceso de descarbonización que tiene como fin cero emisiones en el 2050.
Estas inversiones, amortizadas a 30 años hasta el 2050, hará que el costo de esta transición no se vea reflejado en los recibos de energía y, al contrario, sumado a un cambio en el consumo que genere la demanda actual hacia un modelo más amigable con el medio ambiente, hará que la absorción de esos pasivos sea mucho menos notoria en la línea de tiempo. Por ejemplo, la demanda de combustibles fósiles (diésel y gasolina) que tiene el sector transporte, si se cambia por un modelo híbrido entre gas y eléctrico, ayudaría a reducir la huella de carbono del país, concordante con los compromisos adquiridos de reducir emisiones al 50% en 2030 y 100% en 2050.
No podemos olvidar que, las estrategias para reducir la huella de carbono en Colombia parten de un contexto geográfico, social y económico, por lo que todas las formas de producción de energía deben ser incluidas en la ecuación, y esto es otro motivo por el cual la fusión Ecopetrol-ISA adquiere más valor. El fin principal es unir al país energéticamente, entendiendo los retos que eso conlleva, pero a su vez aprovechando los activos existentes para lograr el objetivo. ISA tiene la red de transmisión eléctrica que combinada a los activos de gas natural que tiene Ecopetrol, y en conjunto con los otros proyectos de generación de energía como solar, eólica, etc., tengamos el menú variado para cubrir todas las necesidades energéticas que el país requiere.
Finalmente, no puedo dejar a un lado el tema político, ya que está directamente ligado al futuro energético del país. En 2022 tenemos elecciones presidenciales y se necesita que los candidatos expongan sus tesis con respecto al tema energético, porque es necesario que los logros obtenidos en materia energética por la administración del presidente Duque sigan bajo la misma línea ascendente. Colombia no puede caer en dicotomías populistas, y la persona que llegue a la presidencia no sólo tiene la responsabilidad de fortalecer la ruta de unificación energética pero también la de seguir posicionando al país como líder en generación de energías renovables. La fusión Ecopetrol-ISA es la ruta correcta, pero necesita del músculo gubernamental para seguir transformando al país.