Las elecciones de 2022 están adquiriendo un sentido excepcional para el futuro de Colombia, entre otras cosas, debido a que no pocos ciudadanos tienen la sensación de que podría ganar “la izquierda” (así, en abstracto). Otros creemos una cosa parecida, pero con unas profundas variaciones de forma y fondo, pues, en lugar de decir que puede ganar “la izquierda”, afirmamos que podría hacerlo el socialismo totalitario, el castrismo estalinista, el chavismo puro y duro. Sí, como se lee. Porque los que pensamos así no caemos en la trampa de hablar de “la izquierda futurista”, “la izquierda progresista”, “la izquierda humana”. No, tal izquierda no existe sino en el vocabulario mamerto y de quienes la forman, cuyos socios saben dónde ponen las garzas. Y las bombas.
Como es explicable, la posibilidad de que la izquierda gane está generando mucho temor entre los colombianos de bien de todos los estratos, pero para que ese miedo parezca infundado y desaparezca, la izquierda y sus auxiliares vienen desarrollando dos cosas muy sencillas, no tontas. Veámoslas:
• Cosa A: Presentarse dividida. La sensación de que la izquierda se encuentra dividida es una estrategia que corre por cuenta de los jefes y movimientos, y permite ver a Petro por su lado, a Rodrigo Londoño por el suyo, a los Robledos (Jorge y Ángela María) calentando curul, a Navarro Wolf tomando café, a la Alianza Verde roja por dentro, al Polo muy “democrático”, a la Unión Patriótica con ganas de revancha, al partido comunista comiendo callado, a Fecode tirando tiza, a las guerrillas haciendo lo suyo... Esa división es artificial y busca suscitar tranquilidad al hacer creer que podrá ser derrotada al hallarse fraccionada. Pero los actores de esa “división” saben que todos se irán acomodando alrededor, muy probablemente, del comandante Petro (ya empezó la Unión Soviética, perdón, Patriótica). Y lo harán en torno, por ejemplo, de un supuesto valor común: “la paz”. Por ello todos repiten que son amigos de la “paz”, que no permitirán que el uribismo la haga trizas, etc.
Y pregunta una señora: “¿Con que así es la cosa?”. Sí, señora, así es la cosa
La izquierda aparece dividida para generar tranquilidad…
• Cosa B: Hacerla ver como bondadosa. Aprovechando el bombón de “la paz”, la izquierda cuenta con la ACPM, Asociación Colombiana de Personajes Mamertos, individuos de aspiraciones oportunistas y estrafalarias que laboran o posan en medios, portales, “centros de pensamiento”, universidades, ONG y otros espacios, aliados de la izquierda, temerosos de que los llamen paracos, guerreristas, amigos de Uribe.
La misión de los socios de la ACPM es hablar de la izquierda en términos amables, mamables y amigables. Por ello dicen que “la izquierda” sólo quiere una democracia profunda, el bien de todos, el disfrute del pueblo. Y sostienen que es otra manera de ver la realidad, que no es ninguna amenaza. Lo decía, por ejemplo, la periodista y columnista Paola Ochoa, en El Tiempo de abril 01 de 2018, con esta declaración de amor: “A mí no me van a meter miedo con Petro. Ni me van a asustar con las películas de terror que le inventan sin fundamento: el castrochavista, el socialista, el depredador que viene a comerse la economía y acabar con esto. Cuentos chimbos para asustar a la gente y que se llene de físico terror por dentro. Horripilantes fábulas de la ultraderecha y del escuadrón anti-mamertos”. Percepción que unas semanas después reiteró el columnista de Semana, Alfonso Cuéllar (junio 10, 2018) al decir: “No creo en el cuento chimbo del castrochavismo, ni en que una eventual llegada de Gustavo Petro a la presidencia significaría la conversión inmediata de Colombia en una república bolivariana revolucionaria”. Tan divinos.
Pero la cosa no para ahí. Otra periodista y columnista, María Jimena Duzán, afirmaba (Semana, mayo 20, 2018, mes de los comicios de ese año): “Asustados por la posibilidad de que Petro gane las elecciones, muchos colombianos andan vendiendo sus apartamentos y buscando la forma de emigrar de Colombia. Yo les diría que se tranquilicen: que los de izquierda no muerden ni van a profanar sus lugares sagrados”, y añadía que no iba a darle su voto. Típica pose mamerta porque, tres semanas más tarde, en su columna de junio 10, se mostró tal cual: “Votaré por Petro, así no me dejen entrar al Club Campestre de Medellín”. Tan linda tú.
Y la señora volvió a preguntar: “¿Así es la cosa, entonces?”. Sí, señora, la cosa es así.
INFLEXIÓN. Sigue vigente lo dicho por Germán Vargas Ll. en febrero de 2018: “Tenemos que tender puentes con todos los sectores que vean en la izquierda un proyecto populista que no queremos en Colombia”.
Por: Ignacio Arizmendi Posada.
10/10/20