Por su cercanía a nuestro país y como consecuencia de la violencia exterminadora a manos de agentes estatales y la persecución de los integrantes del Nuevo Liberalismo, Malcolm Deas le dio refugio a mi papá en su biblioteca. Las recias amenazas lo habían obligado a salir de Colombia en 1987 y residir en la casa del historiador inglés durante seis meses, poco tiempo antes de que iniciara la campaña presidencial del 90. Podría decirse que su deferencia le concedió unos meses de vida a mi padre, además de permitirle profundizar en la historia de Colombia
Malcolm Deas se graduó de historia moderna en 1962 del New College de la Universidad de Oxford. Fue miembro de la plantilla originaria del Latin American Centre, fundado en 1964 con el auspicio de la Fundación Ford por Raymond Carr —quien era especialista en la historia española, latinoamericana y sueca— para la promoción de la investigación de nuestro continente. Su trabajo académico se centró en Colombia, con especial interés en los acontecimientos de los siglos XIX y XX.
Los sesenta años que Malcolm Deas le entregó a la historiografía colombiana son invaluables: escribió ensayos sobre la violencia y la paz, biografías de presidentes de la república y análisis sobre la cultura y forma de vida en nuestro país. Su meritoria obra, que también abarcó estudios de Venezuela y Ecuador, condujo a que recibiera la Orden del Imperio Británico, la Cruz de la Orden de Boyacá, la Orden Andrés Bello de Venezuela y la Orden del Mérito de Ecuador.
Amó a Colombia, sintió una profunda curiosidad y fascinación como pocos dedicando su vida al estudio del país. Ofreció una nueva historia de Colombia. Sin ocultar sus horrores, su mirada inglesa le permitió compararla, y así salirse del provincianismo y excepcionalismo colombiano que han llevado a la fracasomania. Revisó estereotipos y cuestionó falsos mitos. Formó una generación nueva de historiadores y servidores públicos que han aportado muchísimo al país desde distintos campos.
Murió el sábado, 29 de julio de 2023. Los innumerables obituarios internacionales son la prueba del alcance de sus investigaciones y aportes, que inspiran el conocimiento protagonistas de la vida nacional y el pasado de nuestro país. Nos hará falta su opinión, pero su influencia permanecerá en la vida académica colombiana.