Ignacio Arizmendi Posada

Periodista de la Universidad de Navarra.

Exdecano de la Facultad de Comunicación de la UPB.

Excolumnista de El Colombiano y El Mundo (Medellín), El País (Cali), El Tiempo y Revista Cromos (Bogotá).

Autor de 15 libros de historia y ensayo.

Ignacio Arizmendi Posada

Bla-bla histórico de los candidatos

¿Qué candidato dijo las siguientes palabras?: “Tengo fe en el destino de Colombia, en la capacidad de lucha de su pueblo, cansado ya de sufrir, porque la conciencia pública está madura para el cambio que permita a la nación salir del estado en que se encuentra y convertirse en una patria importante y amable para todos sus hijos”. No, señoras y señores, no las pronunció ningún aspirante actual a la primera magistratura, sino el general Alberto Ruiz Novoa, hace casi 60 años, el 31 de enero de 1965, luego de que el presidente Guillermo León Valencia lo destituyera como ministro de Guerra (así se llamaba antes) al sospechar de sus intenciones golpistas… 

Pero son palabras que podrían provenir de cualquiera de los aspirantes a gobernarnos hoy, 2022, o de otras épocas, desde cuando Colombia adoptó el sistema democrático en el siglo 19, circunstancia que impuso a los candidatos elaborar discursos para captar el voto ciudadano cada cuatro años (desde 1910), tiempo tras el cual se esperan caras nuevas, si bien ha habido quienes se han candidatizado tres veces, como el comandante Aureliano, alias Petro (perdón, al contrario). Lo que poco ha variado es la forma y el fondo de los discursos. 

A lo que vinimos: si leyéramos o escucháramos discursos de campaña desde 1922 (año escogido arbitrariamente), hallaríamos planteamientos y enfoques parecidos a los siguientes ejemplos supuestos de frases y estilos:

1922. En las elecciones de ese año ganó el general e ingeniero conservador Pedro Nel Ospina, en cuyos discursos quizás encontremos palabras similares a estas: “Es de todos conocido el momento tan complejo que vive nuestra maravillosa patria. Los problemas no cesan, las dificultades no se abrevian. Pareciera que los demonios se hubieran coaligado para evitar el progreso y la felicidad del pueblo. Pero, si gano, no permitiré que hagan de las suyas. Seré, como decía el Libertador, ¡superior a las dificultades!”.

1942. En este año fue elegido, por segunda vez, el liberal Alfonso López Pumarejo, y es posible que lo consiguiera con frases parecidas a: “Nuestra patria atraviesa por un momento de enormes desventuras, pero a la vez de grandes ilusiones, a las cuales mi gobierno, si vosotros me elegís, dará cabal satisfacción con ingenio de alta relevancia, que mostrarán que tenían razón quienes me den su respaldo espontáneo y sincero”.

1982. En tal ocasión, los votos fueron para el conservador Belisario Betancur, cuyo talante estaba dispuesto para acoger afirmaciones de este tenor: “Sé de los gigantescos problemas de nuestra patria en todos los frentes: la seguridad, la desigualdad, la falta de oportunidades, la inequidad, y muchos otros. Nada de eso me hará desistir de mi indeclinable propósito de servir a mi amado pueblo. Seré, como escribía un filósofo del siglo 19, una lanza en el corazón de los problemas”. 

2002. En este año ganó Álvaro Uribe, de origen liberal, quien durante su campaña bien pudo decir cosas como: “Cuando decidí aspirar a la presidencia lo hice para dedicar todos mis recursos intelectuales y vivenciales al servicio de lo más sublime para un hombre público: la felicidad del pueblo y la honestidad en el poder, bajo la idea de Napoleón: la justicia, ¡siempre!; la indiferencia, ¡jamás!”.

Ejemplos supuestos que pueden aplicarse a cualquier candidato en cualquier campaña electoral de nuestra historia. 

¿Y respecto de 2022? Por ahora no se sabe quién ocupará la Casa de Nariño a partir del 7 de agosto, pero, con independencia de ello, todos los aspirantes están hablando, otra vez, de la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, la corrupción, el bienestar del pueblo, el progreso, etc. Diría que los candidatos parecen los mismos, los problemas parecen los mismos, las propuestas parecen las mismas. Y así, cada cuatro años, en busca de establecer, real o aparentemente, el novus ordo saeculorum, un nuevo país, una manera distinta de gobernar, para lo cual cada quien juega a ser un “tribuno de la plebe”, como Heidegger hablaba de Agustín de Hipona.

INFLEXIÓN. De Victoriano Martínez Müller, poeta español del siglo 19, son estos versos: 

Dije ayer al padre Arenas: / “¿Tan ligero vais adónde?”. / Y veis aquí que responde: / “A oír pláticas obscenas”. ¿Será que, para ganar, tendremos que oírles a los aspirantes presidenciales no pocas pláticas obscenas, entiéndase, estúpidas, imposibles, mercenarias, demagógicas?

Por: Ignacio Arizmendi Posada.

04/02/2022

Creado Por
Ignacio Arizmendi Posada
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