Normalmente quien es un ejecutivo, en ocasiones descuida lo que realmente debe hacer y se dedica al hacer, es decir a ejecutar. Y es en este punto, en que los colombianos fallamos a la hora de enfrentar los retos empresariales.
Usaremos una analogía de dos personajes de la literatura universal.
Hamlet: personaje fantástico del clásico de la literatura y dramaturgo inglés, William Shakespeare. Esta historia parte del asesinato del Rey Hamlet (padre del príncipe Hamlet) a manos de su hermano (Claudio) que se casa con la cuñada (Gertrudis, esposa del Rey Hamlet). Es decir, el tío del príncipe Hamlet se casa con su mamá…
Ahora, siguiendo con el Príncipe Hamlet, a lo largo de la historia, descubre que su tío Claudio – usurpador del trono de su padre-, fue quien lo mato… pero nunca tuvo la valentía de enfrentar esa realidad. Se pasó su vida preguntándole a la corte sobre sus sospechas, ansiaba que todos validaran su teoría; a tal punto que el padre muerto se le apareció en un sueño para reafirmarle sus conjeturas, pidiéndole vengar su muerte.
Y es donde Hamlet entiende, que el sentido de su vida es cumplir la voluntad de su padre: vengar su muerte y reclamar el trono de Dinamarca. Tristemente el príncipe Hamlet muere frente a su madre, cuando una espada lo hiere, a razón del veneno que su tío Claudio -Rey usurpador, esposo de su madre y asesino del padre- había puesto en la espada. Esto sin antes, usar la misma espada envenenada contra la humanidad del asesino intelectual, su tío Claudio.
Reflexión:
El Príncipe Hamlet siempre supo lo que debía hacer, confrontó su objetivo y lo reafirmó -hasta se lo dijo su padre en un sueño-. Pero le faltó tomar decisiones y ejecutar el plan que le daría sentido a su vida. Eso le pasa a muchos empresarios en nuestro país, saben qué tiene que hacer, saben en qué momento tomar la decisión, pero se cohiben por inseguridades o miedos fundados por sus asesores. Nunca un empresario o emprendedor tendrá un 100% de seguridad en el resultado, la incertidumbre siempre acompañará su camino y su destino. El arquero no puede dejar de disparar a su objetivo, a pesar de que la incertidumbre aparezca como niebla en sus ojos.
Vamos con el Quijote, errante soñador y personaje del clásico de la literatura española. El ibérico Miguel de Cervantes Saavedra, le da vida al llevarlo por una aventura de amor y guerra, sin oponente o contrincante.
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, “sabe muy bien lo que dice y no tiene ni idea de lo que hace” fue -a diferencia del Príncipe Hamlet- un ejecutor, un hombre que siempre trabajó en equipo con su inseparable compañero Sancho Panza; pero nunca supo la razón de su existir. Este guerrero, se enamoraba de doncellas (Dulcinea del Toboso) que ni siquiera determinaban su existir. Don Quijote llegaba al punto de entablar relaciones amorosas sin su consentimiento. Iniciaba batallas sin cuartel, con dragones y enemigos; era un hombre de decisiones, un ejecutor, un hacedor de realidades, a pesar de su imaginación ávida de aventuras, amores y heroísmo romántico.
Desafortunadamente, nuestro romántico Don Quijote de la Mancha pasa su vida sin un rumbo fijo, no sabe lo que hace, pero lo hace. Es el loco del Tarot, es un ser perdido y sin rumbo, pero que siempre está activo.
Su vida la “invirtió” en un viaje sin rumbo, que lo deja lleno de historias y aventuras sin sentido.
Reflexión:
Como el Quijote, existen muchos empresarios o emprendedores; que al preguntarles sobre el sentido de su actividad profesional o de su vida, responden: toca trabajar en lo que de plata, y lo importante es tener trabajo… es decir: hacer, hacer y hacer, sin importar para qué o con qué fin. Se la pasan de una empresa a otra, haciendo actividades sin un objetivo claro. Solo obedecen o dirigen su mirada a la luz que más alumbre. Lo más importante para un líder es visualizar el campo de batalla, por motivos del camino o de las circunstancias, en ocasiones lo sorprende la incetidumbre, pero debe saber sortearla. El arquero debe soltar la flecha, pero con un objetivo, de lo contrario perderá su energia en la sombra de su armadura.
El líder, un arquero con fuerza y con puntería.
Cualquier líder que desee trascender en el resultado de sus objetivos, debe fijar su objetivo como lo hizo el Principe Hamlet, y tomar la acción del Quijote. Es la suma de la planeación y la acción lo que le permitirá enfrentar la niebla de incertidumbre al líder. Es decir, el mazo y el cincel con la fuerza, lo que permite la victoria.
Nota: Coincidencialmente tanto el Principe Hamlet de Dinamarca (1.601) como el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1.605) vieron la luz a inicios de 1.600.
@JuanPabloPineda