Han comenzado a aparecer dirigentes políticos de todos los matices pidiendo pista para aterrizar en el proceso de paz que inició el Gobierno Santos con las Farc. Increíble pero cierto, Ernesto Samper y Humberto de la Calle ya hicieron las paces y todo por cuenta de que el expresidente quiere seguir lavando su imagen de mandatario cuestionado y exonerado gracias a la indulgencia del Congreso espurio y amangualado que lo protegió. Serpa no se queda atrás y desde la cima de su anacronismo político propone humanizar el conflicto.
En el entretanto, la voz de la experiencia en negociaciones de paz, Álvaro Leyva Durán, busca afanosamente conseguir eco para sus aportes pidiendo que el expresidente Álvaro Uribe sea invitado a Oslo y que alguien se lea el catálogo de diez puntos que considera deben ser tenidos en cuenta por los negociadores.
También está buscando cómo aterrizar en el proceso la dirigencia del Movimiento Marcha Patriótica. Consideran sus máximos exponentes que deben ocupar un sitio en las conversaciones porque ellos representan la sociedad civil. Carlos Lozano Guillén, directivo del periódico Voz, anuncia que el activismo desplegado en la última semana en las principales plazas del país pretende transmitir al Gobierno la necesidad de que sean escuchados sus planteamientos y, de no ser así, promoverán un paro nacional de consecuencias impredecibles.
Piedad Córdoba no se ha quedado atrás y expresa su disposición inmediata de prestar sus servicios a la paz en el momento que se le requiera. Ha hecho lo propio el mandatario de los bogotanos Gustavo Petro, quien ofrece prestar la ayuda que sea necesaria para que los diálogos tengan éxito. Quiere estar por supuesto al lado de Chávez y Correa, los aliados internacionales de las Farc en este proceso.
Por lo visto, unos y otros quieren montarse en el tren del proceso de paz y están buscando afanosamente tiquete. Como lagartos acuden a todo tipo de argucias e iniciativas para colarse en lo que podría darles réditos políticos e impedir que los sepulten definitivamente y pasar a formar parte de los anaqueles de la historia de Colombia. Pagarían por estar en las fotos y quieren ser de los que lancen palomas el día de la firma.
Los oportunistas de la política se resisten a marginarse del boom mediático que produce el hecho de conversar con los apátridas que han maltrecho la República con toda clase de actos vandálicos, expresados en el terrorismo que aplican a los pueblos y ciudades. Cierran la boca cuando se trata de recordar a las víctimas de las Farc, piden a gritos impunidad y justifican todas las claudicaciones del Estado, aún antes de empezar la negociación. Con la anuencia de un Gobierno hay muchos dirigentes de la vieja clase política que encuentran en este proceso el mecanismo ideal para reencaucharse.
La paz da para todo, perdón y olvido, reconciliación, reparación de las víctimas, buenos propósitos. Ojalá así sea. Pero esperemos que no sea el escenario para que figuras cuestionadas y quemadas por la historia encuentren el segundo aire que no merecen. El futuro de Colombia no puede estar en manos de estos tristes personajes.
representante@miguelgomezmartinez.com
Reencauchados
Vie, 12/10/2012 - 00:30
Han comenzado a aparecer dirigentes políticos de todos los matices pidiendo pista para aterrizar en el proceso de paz que inició el Gobierno Santos con las Farc. Increíble pero cierto, Ernesto Samp