Protestar en silencio

Bastante cómoda la salida del presidente Juan Manuel Santos frente a las declaraciones de Nicolás Maduro en contra del expresidente Uribe; protestar en silencio. Es decir, tratar de quedar bien con quienes le pedían que se manifestara frente a la calumnia de Maduro y quedar bien con el gobierno venezolano. El país entero conoce las profundas diferencias entre Santos y Uribe, al igual que la cercanía del Presidente de Colombia con el gobierno venezolano, primero en cabeza de Hugo Chávez y ahora de Maduro. Lo anterior no resulta excusa de ninguna manera para que el presidente Santos haya decidido no manifestarse públicamente en contra de una grave calumnia sobre uno de los personajes de mayor importancia para la vida política nacional. Pero más allá de haber protestado por lo dicho en contra de Uribe, el presidente Santos y su Canciller debieron haberlo hecho por defender las instituciones colombianas, porque además de representar una dignidad política, un expresidente representa la institución de la Presidencia de la República. En este sentido digamos que el presidente Santos no hizo respetar la misma institución que encabeza actualmente; el agravio hoy fue contra Uribe, mañana, en medio de la creciente crisis política venezolana, puede ser contra cualquier otra persona, incluido él mismo. Pero no fue exclusivo el silencio del gobierno, otros expresidentes como César Gaviria y Ernesto Samper también callaron frente al infortunado hecho. Una cosa es la diferencia en las ideas políticas y otra diferente la falta de solidaridad frente a un compatriota, y repito una parte de la institución a la cual Gaviria y Samper también representan como expresidentes. Volviendo a lo anterior y profundizando más en lo sucedido, merece la pena preguntar ¿a qué tipo de diplomacia le apunta hoy el actual gobierno? Los colombianos hemos sido testigos cómo nuestra diplomacia ha brillado para ofrecer grandes cumbres con presidentes, altos dignatarios y celebridades, pero ha fallado para enfrentar retos incómodos como el del adverso fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, las pasadas y cuestionadas elecciones en Venezuela y ahora el grave insulto contra el expresidente Uribe. No puede ser que la Cancillería sólo se manifieste públicamente para recibir ilustres visitantes y no lo haga con la misma energía para enfrentar públicamente los desafíos a los que se ha tenido que enfrentar Colombia en los últimos años. Ante la pasividad y timidez del gobierno colombiano para actuar en este incidente, se está abriendo las puertas para que otros hechos semejantes ocurran. No será la primera ni la última vez que oigamos a Nicolás Maduro en un desesperado afán por desviar la atención y obtener algo de solidaridad del pueblo que gobierna, en insultar a alguien como Álvaro Uribe. Hoy es Maduro, mañana puede ser Evo, Cristina, Correa u otro presidente, y ya no sólo contra Uribe sino en contra de cualquiera que se oponga a su proyecto político en América Latina. Muy mal precedente el que sienta el gobierno colombiano en este caso, protestando en silencio. @FedericoHoyos