A pesar de las múltiples noticias de fin de año, muchas de ellas patéticas, desgarradoras o al menos preocupantes, nuestro país se conmocionó con una, la de que perdimos la corona de Miss Universo. (O nos la robaron, nunca se sabrá…)
Pasamos a ser “menos reales” y ya sabemos que en ciertos círculos las aspiraciones de pertenecer a la realeza, aunque sea a la Española tan contaminada de plebe, son algo que se lleva en el alma y algunas veces en la chequera.
Pues sí, Ariadna perdió su corona después de unos breves minutos de gloria durante los cuales el país alcanzó a vibrar de emoción patriótica, como cuando metió gol Yepes y poco después lo anularon para darle el triunfo a Brasil, en la tan corrompida Copa del Mundo.
No niego que la señorita Colombia es bonita; claro bajo los estándares de la belleza comercial. Ella podría haber sido la digna sucesora de esa otra belleza real colombiana Paulina Vega y así tendríamos una línea de sucesión al trono casi equiparable a las de las casas reales europeas. Pero eso no es la real realidad.
La real realidad es la que se vive en nuestras casas, barrios, veredas, lugares de trabajo en donde a la mujer se la trata no como una reina, sino como una súbdita, una empleada de segunda que debe ejercer labores varias con poca remuneración y mucho maltrato.
¿De qué nos sirven la Misses si a la mujer real, a la que nadie le roba la corona sino que la estrujan en el trasmilenio para tocarle las partes íntimas, a la que le dan una muenda cada que al marido se le ocurre porque llega borracho o simplemente porque le da jartera que le reclamen su falta de responsabilidad?.
¿De qué nos sirven las Misses, sino es para que a la mujer real le digan “vieja, fea, gorda, estúpida, buena para nada, mantenida, etc., etc”?. La belleza que promueve este concurso y cualquier otro en el que se premie un modelo estético y ético, no le sirve para nada a la mujer real.
La Miss Universo, tan ligada a la manera de pensar de Donald Trump, es un ser angelical no desde la perspectiva de bondad, sino de irrealidad: No hace pipí, ni popó, no se tira un pedo, no se saca mocos, no ronca… Nada de esas cosas asquerosas pueden hacer las mujeres bellas… según el pre-candidato a la presidencia de los Estados Unidos, que se atrevió a burlarse de su contendora Hillary Clinton por ir al sanitario.
Pues a las mujeres reales, que si hacen todo eso, que también tienen familia, cocinan, se enmugran, las missis solo les sirven para que al ser comparadas nos vean menos angelicales, seres burdos llenos de impurezas y fealdades.
Qué pesar que el fin de año termine dándole a esta notica tanta importancia, cuando hay tantas otras cosas reales mucho más graves a las que apenas si las reseñamos en los medios.
En mis deseos de Año Nuevo voy a incluir uno muy especial: ¡que se acaben los reinados!, todos, hasta esos efímeros que nos hacen olvidar a las personas reales, como esas 16 mujeres de Monserrate, de las que ni siquiera sabemos sus nombres. Ellas sí que perdieron algo más valiosa que una corona: perdieron la vida y la identidad.
Por Margarita Londoño Vélez
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Menos reales
Lun, 28/12/2015 - 04:07
A pesar de las múltiples noticias de fin de año, muchas de ellas patéticas, desgarradoras o al menos preocupantes, nuestro país se conmocionó con una, la de que perdimos la corona de Miss Univers