"Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra." Apuntó García Márquez en su libro La Mala Hora. Construir esa utopía ha sido probablemente el reto más grande que han tenido los gobiernos colombianos y latinoamericanos. Lograr una reforma agraria con tantas variables económicas y políticas para tener en cuenta ha sido algo muy difícil de abarcar y ambicioso de tratar en una columna, pero vale la pena, con el fin de aportarle al debate, resaltar modelos de reformas agrarias que menciona el economista hindú Abhijit Banerjee en su artículo Reformas Agrarias: prospectos y estrategias.
El reciente trabajo del profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT) sugiere que una distribución más justa de la riqueza puede promover más eficiencia. “Con activos, los pobres pueden obtener mas crédito y adquirir mejores seguros, hecho que les ayuda a invertir más efectivamente. Los hijos de los beneficiados por las reformas agrarias pueden tener mejores beneficios de salud y más educación, haciéndolos posiblemente más productivos. Asimismo, ellos pueden empezar pequeños negocios usando su tierra como respaldo para créditos”.
Para lograr más eficiencia y equidad en la redistribución de la tierra es necesario pensar el diseño de la reforma agraria y cuáles pueden ser los retos de los modeles que plantea el documento de Banerjee.
Inicialmente está el modelo de reforma agraria permanente, en el que el Estado redistribuye la tierra cada determinado tiempo y controla su concentración prohibiendo la venta y transferencia a terceros. El modelo da seguridad a los propietarios y esto puede traducirse en inversión y posición favorable frente al riesgo. Al mismo tiempo fomenta que la población rural permanezca en el campo. Por otro lado, las desventajas de este modelo son obvias dado que la presión por mayor redistribución incrementa con el paso de las generaciones haciendo insostenible el modelo. Encima, la restricción en la venta de la tierra no permite el acceso al crédito porque el bien no está disponible para respaldar la deuda. Además, vender la tierra puede resultar mejor para la familia que la recibe si esta no tiene los medios ni la disposición para hacer algo con ella. Pero el mayor inconveniente de todos son los altos costos burocráticos al mantener una estructura permanente de redistribución expuesta a la corrupción.
Otro modelo que se analiza es el de una reforma agraria de una sola ocasión, en donde se distribuye la tierra sin imponer ningún limite en la cantidad ni el precio de las negociaciones posteriores. Este modelo le da una ventaja a las personas con más educación, recursos y acceso a crédito y en muchas ocasiones termina en una concentración de tierra parecida a la que se quería contrarrestar. Al mismo tiempo permite el respaldo de la tierra para acceder a créditos, tiende a generar haber más desarrollo de negocios de escala y hay más productividad dado que los dueños de las tierras están más dispuestos a asumir riesgos e invertir.
Para solucionar los vacíos que generan estos modelos existen ramificaciones que tratan de hacer más eficiente las reformas. Por ejemplo el énfasis que se hace en redistribuir las tierras que no están siendo usadas o la excepción que hacen los gobiernos frente a tierras productivas de siembras relevantes. Lo anterior ocurrió en ciertas regiones de India en donde las fincas con café, cardamomo, té, caucho y cacao eran eximidas de la redistribución de las tierras. Sin embargo esto originó que antes de la entrada en vigencia de la ley, los dueños de las tierras empezaran a sembrar sus fincas para ser eximidos también, limitando el efecto de las reforma agrarias.
Sin embargo existen otras alternativas a la distribución de tierra dirigida por el gobierno. Se trata de las reformas agrarias asistidas por el mercado en la que el campesino adquiere un gran subsidio por parte del gobierno para comprar parte de la tierra y el resto es financiado con un préstamo de una institución financiera. El inconveniente en este caso es el incumplimiento en el pago de las deudas que asumen los campesinos y las consecuencias que esto trae para el sostenimiento del proyecto. Asimismo, la reforma asistida por el mercado no tiene un límite de tiempo ni permite trazarse objetivos claros que puedan medirse dada su dependencia en le interés del beneficiario y del éxito del trámite. Esta reforma ya se trató de implementar en Colombia en 1993 y no tuvo éxito.
En resumen, existen muchas variables que influencian el diseño y la implementación de una reforma agraria: los incentivos laborales, el desarrollo de la infraestructura, conflictos armados, corrupción, inestabilidad institucional y falta de voluntad política, entre otros. Pero vale la pena resaltar la sugerencia que hace el economista Banerjee para lograr la utopía a la que hace referencia García Márquez: “La redistribución de la tierra puede promover igualdad y equidad al mismo tiempo. Por otro lado Implementar tales reformas puede ser costoso y de pronto no es la mejor manera de lograr una redistribución de la riqueza. Si se va a implementar una reforma agraria, debe estar limitada por un tope de adquisición de tierra que pueda ser sobrepasado si los emprendedores están dispuestos a pagar altos precios por ella… Los dueños de las tierras deberían poder alquilarlas y venderlas. El gobierno debería estar en capacidad de volver a comprar esas tierras y acompañar las reformas con estrategias de expansión agrícola y programas de apoyo financiero de emergencia”.
Las alternativas para una reforma agraria
Sáb, 12/10/2013 - 16:40
"Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra." Apuntó García Márquez en su libro La Mala Hora. Construir esa utopía ha sido probableme