La Haya y el robo de patria

Dom, 20/03/2016 - 14:00
Los colombianos, divididos a la mitad, interrumpimos la polarización para ser un solo escudo contra el fallo de la Corte de La Haya, como debería ser siempre que otro Estado pretenda despojarnos de
Los colombianos, divididos a la mitad, interrumpimos la polarización para ser un solo escudo contra el fallo de la Corte de La Haya, como debería ser siempre que otro Estado pretenda despojarnos de nuestra soberanía. Pero la embriaguez de la indignación no impide preguntar: ¿Por qué peleamos por 11 años en un tribunal no competente? ¿Por qué desacatamos después y no antes del fallo? ¿Por qué en 2012 no desacatamos el fallo, del mismo tribunal, que nos ratificó soberanía en San Andrés y nos quitó millas marinas? Sin esperar respuestas, apoyamos el desacato, porque rompe la “irrestricta vocación diplomática” argumento usado por gobiernos pusilánimes para permitir que a Colombia se le matoneara históricamente en materia territorial. Bolívar invistió a Colombia de soberanía sobre Quito, el Alto Perú, la Capitanía General de Venezuela, la Nueva Granada, Panamá y la región Mosquitia que comprende las actuales costas de Nicaragua, Costa Rica y Panamá, con las Mangles y San Andrés, sus islas, islotes y cayos. Pero de todo aquello, solo nos quedan 1´141.748 Km2. Lo demás lo regalamos o nos lo quitaron. La muerte de Bolívar en 1830, desintegró la Gran Colombia, y los países independizados se acogieron a la uti possidetis juris, aceptando las divisiones administrativas de la colonia como fronteras, pero con los años, el vivo se comió al bobo y Brasil, Perú, Costa Rica, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, y Panamá nos mordieron y tienen hoy un pedazo que nos pertenecía. Entre cretinismo y whisky, nuestros presidentes les legalizaron por las buenas lo que nos arrebataron por las malas, Ahí está la evidencia, en los tratados, suscritos, varios de ellos, por ancestros de la canciller Holguín, de las mismas hermanas Ibáñez de Ocaña, la familia de mayor vocación de poder en Colombia. El tratado Mallarino-Bidlack, que acercó por primera vez la codicia de EUA a Panamá lo suscribió en 1846 su tatarabuelo, presidente Manuel M. Mallarino. En 1893, su tío bisabuelo, el presidente Carlos Holguín Mallarino, obsequió a la reina María Cristina de España, 136 piezas del tesoro Quimbaya, por su intervención en el laudo arbitral de 1891 sobre fronteras con Venezuela. Las entregó su también ascendiente, el presidente Miguel Antonio Caro. En Venezuela mis lectores no estarán de acuerdo, porque creen que Colombia es la expansionista, pero fue nuestro país y no el suyo el que perdió parte de la Guajira, cuando en 1900 la comisión mixta trazó la línea fronteriza desde Castilletes, y no desde el Mogote de los Frailes como tocaba. El fallo arbitral de 1917 le dio la razón a Colombia, pero el fallo no se hizo valer y Venezuela conserva esa parte de nuestra Guajira. Lo ratificó Uslar Pietri en 1941. En 1952 otro familiar de Ángela, el canciller Juan Uribe Holguín, fue acusado de traición a la patria, por entregar Los Monjes a Venezuela, pues “Colombia no tiene soberanía sobre ellos”. Ante el escándalo subsiguiente, terció Enrique Santos Montejo, tío de Juan Manuel, con esta perla en El Tiempo: “No convirtamos el caso del islote de los Monjes en controversia internacional. Vale mucho más la cordialidad con Venezuela... cedamos en nuestros derechos... Y demostremos al pueblo que apreciamos en mucho más su amistad que la posesión de pedazos de tierra o de roca”. La versión venezolana es que ocuparon militarmente Los Monjes por una agresión de la nave Almirante Padilla. Venezuela también se apoderó de los territorios colombianos que están entre la Guajira y Maracaibo; parte del Estado Apure y en el Amazonas con los municipios de Maroa y Atabapo entre los ríos Negro y Orinoco. Ecuador nos invadió consecutivamente, durante 30 años, porque el general Juan José Flórez quería anexar Pasto, Popayán, Buenaventura y Tumaco, al Ecuador con el apoyo de los generales colombianos Obando y López. En cada ataque nos quitó territorio, hasta que en 1916 se fijaron límites mediante el tratado Suárez – Muñoz que legalizó a favor de Ecuador las tierras invadidas. Perú envió 8.000 hombres en 1829 contra Pasto y Popayán, apoyado por los generales colombianos Córdoba y López, pero fueron vencidos por el Mariscal Sucre. En 1911 una nueva invasión los llevó hasta La Pedrera, donde el general Gamboa intentó repelerlos pero se le ordenó quedarse quieto, porque la diplomacia resolvería el asunto. Envalentonados, los peruanos ocuparon Puerto Pizano y las Delicias en la margen derecha del Caquetá. Colombia firmó más tarde un Modus Vivendi y Perú conservó los territorios ocupados. El tratado Lozano–Salomón de 1922, legalizó a Perú las tierras arrebatadas, pero queriendo más, nos volvieron a invadir en 1932. Esta vez el presidente Olaya Herrera evitó que se apoderaran de Leticia y todo el trapecio amazónico. Brasil le recibe a Perú gran parte de la hoya del Amazonas, del Caquetá y Putumayo, a sabiendas que eran territorios de Colombia, que por “razones diplomáticas” rubrica la humillación en tratados de 1853, 1906, 1907 y 1928. Brasil nos concedió, de consolación, derecho de navegación por el Amazonas. A Panamá Colombia la había olvidado, como a todas sus provincias, así que la región empobrecida, canalizó su descontento independizándose y lo perdimos en 1903. En 1914 Colombia suscribió el tratado Urrutia – Thompson y legalizó la pérdida territorial. Colombia tenía soberanía sobre las costas del Atlántico y del Pacífico de Costa Rica por Cédula Real de 1803, pero nadie, nunca, se dio por enterado, y Costa Rica se apoderó de ellas. Con Nicaragua existen normas inmodificables en La Haya, la uti possidetis juris, dio al Virreinato de la Nueva Granada la soberanía del territorio Mosquitio de la capitanía General de Guatemala, que ocupaba la actual costa atlántica de Nicaragua, Costa Rica, Panamá y todo el archipiélago de San Andrés y Providencia. Por descuido secular, Nicaragua se apoderó de ellos. Incluso arrendó a EUA por 99 años nuestras islas Mangle mayor y menor. En el tratado Bárcenas-Esguerra de 1928, Colombia reconoce a Nicaragua la costa de Mosquitia y las islas de Mangle mayor y menor, y a su vez Nicaragua reconoce la soberanía de Colombia sobre San Andrés y Providencia y todas sus islas, islotes y cayos, el cual ratificó 1930. Nicaragua dice que la ratificación es nula, porque cuando se firmó, el país estaba invadido por EUA. Así que Ortega tiene pretensiones sobre San Andrés, y después del fallo de 2012, le advirtió a los colombianos: “Este fallo es tan solo el comienzo, ahora vamos por San Andrés”. El fallo que acaba de producirse lo acerca a su propósito. Islandia, Francia, Estados Unidos, Rumania, Malasia, Guinea Bissau, Nigeria, e Israel, desacataron el fallo de La Haya y no pasó nada. Tampoco pasará ahora, que estamos todos unidos contra el Estado que pretende nuestra soberanía. Vale la pena recordar que las FARC exigen ser tratadas como un estado que está en guerra contra nuestro Estado, igual que Nicaragua y piden soberanía sobre las Terrepaz. La similitud obliga. No nos tapemos los ojos. Nota al margen. Obama va a Cuba y tal vez Kerry se reúna con las FARC a quienes apoyan su “paz”, pasando por alto que los art. 1° y 2° de sus Estatutos, expresan que son un movimiento político militar revolucionario, que combina todas las formas de lucha por el poder y que su inspiración es la unidad latinoamericana, marxista-leninista y antiimperialista. El imperio según FARC es EUA, o sea que cada estadounidense es por estatuto, un objetivo militar. Curioso que Obama apoye a quienes podrían dañar a sus conciudadanos. @mariojpachecog
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