La estrategia del caos

Sáb, 17/11/2018 - 06:54
Gustavo Petro y las hordas de energúmenos que dirige no buscan el bienestar de la Nación ni tampoco una educación de mejor calidad; ¡qué va!; pretenden exactamente todo lo contrario: incentivar e
Gustavo Petro y las hordas de energúmenos que dirige no buscan el bienestar de la Nación ni tampoco una educación de mejor calidad; ¡qué va!; pretenden exactamente todo lo contrario: incentivar el caos y la anarquía para a la postre obligar a renunciar al presidente, echándole a este encima gran parte de la opinión pública y atiborrándolo de problemas y marchas que bloqueen la acción estatal, con el fin de hacerlo ver como el gobernante incompetente que claramente Iván Duque no es. El discurso sobre la necesidad de un mejor sistema educativo es la mampara detrás de la que se ocultan los protervos intereses del incendiario Gustavo Petro: quien en sus tiempos de guerrillero buscaba derrocar al gobierno legítimamente constituido por la vía armada, ahora retorna a sus andanzas de antaño, combinando, muy a la usanza comunista, todas las formas de lucha. Poco le importa al jefe de la “Colombia Humana” el futuro de esta patria adolorida. Lo de Petro es el poder a como dé lugar, para ejecutar a pie juntillas la larga lista de venganzas que un alma atormentada y resentida como la suya alberga. He insistido hasta la saciedad, en esta columna de opinión, que nada logra quien busca contemporizar con sus antagonistas naturales. Al final del ejercicio, cualquier acto de grandeza será entendido como una manifestación de debilidad (así es la condición humana, o la falta de ella, si se quiere). La actitud conciliadora e incluyente del presidente Duque de seguro funciona muy bien en Finlandia, pero de poco sirve en estas tierras olvidadas. No importa, para los golpistas en ciernes, que Duque reciba un país quebrado y una educación desfinanciada, gracias a los desmanes del bandido de Santos: no hay razones que valgan para aquellos a los que no les interesa la verdad. A la lista de supuestos “estudiantes desesperados”, se sumarán las organizaciones sociales, campesinas y territoriales. Ya se han puesto de acuerdo tras bambalinas: no aceptarán ningún tipo de solución económica presentada por el Gobierno, pero pedirán la cabeza de funcionarios de alto nivel y reformas políticas radicales. Querrán imponer un poder constituyente sobre el poder constitutivo, a través de asambleas populares. Ya han puesto en marcha la “subversión política pacífica”, provocando a la Fuerza Pública para victimizarse y mostrar al gobierno Duque como de extrema derecha y violador de los derechos humanos. Los hilos los mueven desde el partido de las Farc y las huestes petristas, cuyos recursos económicos son gigantescos. Además, cuentan con camaradas en la prensa nacional e internacional de gran influencia que fungen de cajas de resonancia del ideario zurdo. Solo hay una cosa peor que buscar el aplauso de los enemigos políticos: olvidar a los copartidarios leales. El presidente debe llamar al ruedo a importantes miembros del partido Centro Democrático, que se encuentran en la banca y que de seguro le prestarán un gran servicio al país. El presidente requiere a su lado ciudadanos con carácter, determinación y compromiso ideológico, para sortear el complot que busca defenestrarlo y llevar a Colombia a un camino del que no hay retorno: el socialismo del siglo XXI. Atacar al presidente Duque es un despropósito, pues se trata de un hombre decente, correcto, honesto como el que más, que no anhela nada distinto de un mejor futuro para todos los colombianos. Lo que está pasando con un gobierno que solo tiene buenas intenciones me resulta muy injusto; pero así es la vida, y hay que sortear la tormenta como corresponde: con mano dura y de hierro. ¡No más diálogo y habladera! El deber moral de todo ciudadano que se considere un patriota a carta cabal es rodear al presidente, apoyarlo y darle tiempo para que saque a Colombia de la turbulencia social, política y económica en la que la recibió. Como dicen los mismos mamertos: entre “más peor, (esté el país) más mejor (para Petro)”. Que a nadie con tres dedos de frente se le olvide eso. La ñapa I: Los que piensan que el Fiscal General y Luis Carlos Sarmiento tuvieron algo que ver con la muerte de Jorge Enrique Pizano y su hijo están obsesionados con House of Cards. El exceso de Netflix puede ser perjudicial para la salud mental. La ñapa II: Diosdado Cabello dijo lo que todos ya sabíamos: Gustavo Petro y Hugo Chávez fueron socios políticos. La ñapa III: Receta que debería implementar el Gobierno para los que prefieren marchar en vez de estudiar: 1. Que se cancelen los semestres en las universidades públicas, hasta que vuelvan a clases esos querubines. 2. Que no se autoricen más marchas. Punto.
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