El 27 de abril el Festival de La Leyenda Vallenata abrirá su versión número 51 con un homenaje a Carlos Vives y su Ilíada Vallenata que según consta en el programa consiste “en el imaginario vallenato construido por todo un pueblo y sus juglares. Es la historia de un género que despertó la imaginación de un niño y cambió la vida de un hombre”. En los comunicados de prensa y en el sitio WEB del festival la descripción de este arranque hace pensar que todo está bien, que a este samario que empezó como rockero, lo aceptan sin reparo los más puristas conocedores del vallenato, los compositores e intérpretes más reconocidos como los herederos legítimos de Francisco el Hombre, de Alejo Durán y Rafael Escalona, entre otros, sin embargo, la realidad no es así. Para muchos de estos “dueños” de la herencia vallenata Vives no los representa. El círculo se cerró con un candado cuya llave se lanzó al fondo del río Sinú, con el anuncio de que este será el último homenaje a un artista que no es de la entraña vallenata y que en el futuro solamente serán homenajeados los verdaderos juglares de, la que gracias a Vives, es la música que nos identifica en todo el mundo.
Lo que está pasando con Carlos Vives, así suene a exabrupto, nos remonta de alguna manera a Johann Strauss, a quien por haber apoyado, antes de alcanzar la fama con sus magistrales valses, a los revolucionarios de Austria, fue rechazado por la corte durante mucho tiempo, a pesar de haberle compuesto una Marcha al emperador Francisco José. A la frustración por el rechazo se sumó el hecho de que al Danubio Azul, su pieza más famosa, considerada una las de obras clásicas más populares y escuchadas, no fue aceptada como él esperaba y pensó no volver a interpretarla, al punto que le dijo a su hermano “Que el diablo se lleve el dichoso vals.”
Los pecados de Vives para sus críticos se relacionan con sus comienzos en la música que nada tiene que ver con lo que lo hizo famoso, probablemente también a su corta pero exitosa carrera como galán de televisión y con toda seguridad a que su música no tiene el tono de los verdaderos juglares que si sabían contar y cantar historias de sus regiones. Se han dejado oír las voces de quienes ofendidos aseguran que porque haya personificado a Rafael Escalona en una novela de televisión no puede ser objeto de reconocimientos que solo merecen los verdaderos herederos de los que le dieron vida a una música cargada de historias verdaderas.
Dos personajes, ya desaparecidos los dos, que tienen mucho que ver con lo que ha llegado a ser Carlos Vives, son Patricia Téllez y el maestro Escalona. Ella como Vicepresidente de Programación de Caracol Televisión convenció al autor de la Casa en el Aire de realizar una telenovela sobre su vida y él porque fue quien después de muchos ruegos de parte de ella, autorizó la grabación del disco Escalona 1, con el que la brillante Patricia vendió la novela y el LP en todos los países donde se emitió y que lanzó al estrellato a Carlos y de paso a las producciones colombianas. Lo curioso de esa historia es que no solo fue difícil lograr que Escalona diera su aprobación para la grabación del disco, sino también a Vives. El primero escogió personalmente las canciones y se aseguró de que ninguna de sus, hasta entonces, más famosas composiciones formaran parte de este, porque estaba convencido que ese jovencito no lograría vender un solo acetato y el segundo porque cuando la vicepresidente le propuso grabarlo, éste le contestó que él era rockero y que jamás cantaría vallenatos. Al final por cariño hacia ella lo grabó y en una de las canciones de Un Canto a la vida, Escalona, le hizo saber con un grito que estaba haciendo ese trabajo discográfico solo por darle gusto a ella y por eso se le escucha decir: “esta canción es para mi amiga Patricia Téllez.”
Clásicos de la provincia, Escalona 1 y 2, La Tierra del Olvido, La Bicicleta, Déjame entrar o Corazón Profundo, son algunos de sus producciones y prácticamente todas suenan en muchos países y allí se conoce como Vallenato, lo que ha hecho que Colombia tenga hoy como referente la música y que para él muchos seres en el mundo reconocen que este es un país donde la sabrosura identifica la alegría de sus habitantes, la hospitalidad y la capacidad de reinventarse y renacer de sus cenizas como el Ave Fénix y Carlos Vives ha logrado mostrarle al mundo una mejor cara del país, donde todas las historias son posibles, sin importar si se hace montado una bicicleta o en un burro tocando su acordeón como Francisco el Hombre.
Ilíada Vallenata en entredicho
Sáb, 07/04/2018 - 08:34
El 27 de abril el Festival de La Leyenda Vallenata abrirá su versión número 51 con un homenaje a Carlos Vives y su Ilíada Vallenata que según consta en el programa consiste “en el imaginario va