Germán Vargas Lleras se confirmó primero en el partidor para las elecciones de 2018, ganando con algunos buenos candidatos y otros que se mecen en hamacas –no todas costeñas- de sospecha y corrupción.
No le importa a Cambio Radical su triunfo en la Guajira con Oneida Pinto, ni en Magdalena con Rosa Cotes; Franco Ovalle en alianza con el clan Gnecco; o los Gonzalez Villa en el Huila.
En el asunto de los escrúpulos, Cambio Radical pasa por encima de la hediondez política con la misma sonrisa burlona que se le vio al Vicepresidente, en el balance de la jornada electoral acompañando al presidente Santos. Pero ganó, dicen los pragmáticos, sin recato, sin pudor.
Entre tanto, sus eventuales competidores (Zuluaga, Gaviria, Barguil, Petro y quizá Robledo) mastican los resultados electorales avinagrados.
Al interior del uribismo hay garrotera de coroneles, aunque respetan el liderazgo supremo del expresidente Uribe. Discuten el errático manejo que le dio a la campaña el exministro Fabio Valencia Cossio. Y hasta sugieren que Zuluaga se dé unas largas vacaciones.
La izquierda quedó fracturada y la U no puede cantar victoria. El presidente Santos celebra el triunfo de la paz, que nunca llegó a concretarse como discusión central de la campaña. Los liberales festejan algunos triunfos pírricos, del tamaño de Pirry.
Así las cosas, Vargas Lleras no sólo es el gran ganador de estas elecciones regionales sino que –con nuevos apoyos- y la chequera oficial en ministerios y oficinas visibles (obras y transporte, vivienda, agua) tiene como nadie el Estado a su servicio para apuntalar su campaña presidencial.
Es el escenario ideal para un político: se levanta todos los días “a trabajar por el país” y de paso por sus propios intereses, con el patrocinio de todos los colombianos y sus impuestos.
No hablo mal de Vargas Lleras, sus esfuerzos, trabajo intenso y carácter recio. Tampoco me aventuro a decir que será el nuevo Presidente. Sólo resalto su enorme habilidad política, que le permite poner en el camino toda clase de parapetos, incluyendo algunos troncos visiblemente podridos.
Por desgracia, así ha sido y es la política colombiana. Los títulos de estadistas –o presidentes- se han montado sobre prestigios ulcerados y abundante carroña, abono fértil para nuevos mandatos.
“Era cálido con la gente. El frío lo llevaba por dentro…”, se me ocurre recordar a Francisco Umbral, hablando de otro personaje bien distinto al Vicepresidente colombiano.
@artunduaga_
¿Germán es el man?
Lun, 26/10/2015 - 15:21
Germán Vargas Lleras se confirmó primero en el partidor para las elecciones de 2018, ganando con algunos buenos candidatos y otros que se mecen en hamacas –no todas costeñas- de sospecha y corrup