Se equivocan quienes opinan que el Congreso de la República tendrá pudor en las elecciones para secretario de Senado y Cámara, y hará hasta lo imposible por tratar de limpiar su imagen tras el escándalo por el intento de revivir la inmunidad parlamentaria complicando los procedimientos para investigar al Legislativo.
No quiero ser pesimista, pero tampoco puedo pecar de ingenuo y creer que los congresistas van a dejar a un lado procedimientos oscuros. Está más que comprobado que la transparencia es un tema del que solo hablan cuando están en medio de sus campañas políticas, y no con el ánimo de cambiar la práctica del clientelismo legislativo, sino para conseguir votos con discursos bonitos para asegurarse en el puesto cuatro años más.
Tampoco puedo generalizar y dejar un manto de dudas sobre todo el parlamento. He de reconocer que existen en el Legislativo personas como Guillermo Rivera, Ángela María Robledo o Iván Cepeda, que le ponen corazón a su trabajo desarrollándolo de manera impecable, pero desafortunadamente el mal proceder de algunos de sus compañeros hacen que el Congreso de la República de Colombia se haya convertido en toda una asociación para delinquir, con la que desafortunadamente hay que contar.
Es justamente por esta razón que a esos parlamentarios que han hecho del Congreso de la República toda una asociación para delinquir, les importa muy poco que la opinión pública pida a grito entero un cambio en las secretarías generales de Cámara y Senado, porque saben que aunque elijan mal, el país debe contar con ellos.
Por eso les importa poco reelegir en el cargo a Emilio Otero y Jesús Alfonso Rodríguez, entre otras cosas porque así se cuidan la espalda. Si algo tienen estos dos personajes es que conocen y tienen las pruebas suficientes de todos los secretitos que oculta el Legislativo; por esto no se me hace raro que se hayan inscrito como candidatos aunque sus nombres estén en la picota pública por cuenta de su ambición desmedida. Porque ya tienen lo más importante para continuar en el cargo: la voluntad de sus electores sometida a sus ganas de atornillarse por un período más.
Tampoco creo que ayude la idea de la revocatoria al actual Congreso. Es claro que si se llegase a dar esa posibilidad y los actuales senadores y representantes se vieran inhabilitados, pondrían a sus familiares y amigos a ocupar las curules para manejar los hilos del poder en cuerpo ajeno tal como lo hacen Álvaro García con su hermana Teresita García y Juan Manuel López Cabrales con su esposa Arleth Casado de López. Y así seguiríamos en las mismas.
Entonces, de nada va a servir la presión de la opinión pública para que, por lo menos en esta ocasión, representantes y senadores escuchen el clamor de una ciudadanía que pide a gritos un cambio en la manera de proceder de quienes ejercen en el Legislativo desde los distintos cargos que existen al interior de esta rama, si los mismos congresistas saben que se porten como se porten, el país tendrá que seguir contando con ellos, porque tienen claro que en Colombia son un mal necesario.
Cambiando de tema, me gustaría saber de dónde salió la idea de hacer el tradicional desfile militar del 20 de julio en la zona del país que tiene mayores problemas. ¿Será que en el Gobierno Nacional cree que con llevar a las escuelas del Ejército, Fuerza Aérea, Naval y Policía a Popayán, las Farc se van a espantar y los indígenas se van a sentir inmensamente agradecidos, o que los isleños de San Andrés y Providencia van a sentir mejor presencia del Estado colombiano por el resto de sus vidas? Que no nos crean tan pendejos, por favor.
@sevillanojarami
Congreso de la República, un mal necesario
Mié, 18/07/2012 - 01:01
Se equivocan quienes opinan que el Congreso de la República tendrá pudor en las elecciones para secretario de Senado y Cámara, y hará hasta lo imposible por tratar de limpiar su imagen tras el esc