Bandido es bandido

Mar, 10/04/2018 - 03:24
Con 230 mil hectáreas sembradas en hoja de coca, la proliferación de “disidencias” en las zonas productoras y la larga historia de criminalidad de las Farc, era evidente que el acuerdo de paz de
Con 230 mil hectáreas sembradas en hoja de coca, la proliferación de “disidencias” en las zonas productoras y la larga historia de criminalidad de las Farc, era evidente que el acuerdo de paz de Santos había pasado por encima el tema del narcotráfico. Si en algo el gobierno fue complaciente con el grupo guerrillero fue en el tema de ignorar que, desde la caída de la Unión Soviética, el narcotráfico es la principal fuente de financiación de la guerrilla colombiana. Eso lo sabía el mundo entero excepto De la Calle, Santos, Roy, Naranjo, Mora, el ministro Villegas, Sergio Jaramillo, el senador Cepeda, los de la JEP y el cartel de la paloma. Que las Farc no iban a renunciar al negocio era evidente desde el primer día de la negociación. Que no colaborarían con el desminado de las zonas cocaleras ni participar en la erradicación, quedó en el acuerdo como una de las absurdas concesiones del gobierno preocupado por el Nobel de Paz. El gobierno fue además complaciente con la exigencia de las Farc de no realizar operaciones militares en las zonas productoras durante los cinco años que estuvieron sentados en La Habana. Hubo tolerancia y se suspendieron todas las operaciones de erradicación y fumigación mientras las Farc organizaban el post-conflicto, estimulaban la siembra y blindaban su circuitos de narcotráfico. Todo era tan evidente que no necesitaba ninguna imaginación. Ni siquiera había que tener una mente conspiradora para darse cuenta lo que estaba ocurriendo. Pero como la paz todo lo justifica, los medios, los gremios, los políticos, las ONGs, los “pazólogos” y toda la lagartería del cartel de la paz se impusieron como tarea la de tapar e ignorar lo que estaba sucediendo. Los reportes de Salud Hernández sobre lo ocurre en las zonas dominadas por el ELN deberían haber sonado el pito de advertencia. Pero en las zonas de la Farc, los informes eran sobre los “niños de la paz” y el éxito de las desmovilizaciones de los 10000 y luego tan sólo 7000 guerrilleros. Que, como lo demostró la organización de León Valencia, los mapas de las zonas cocaleras coincidieran perfectamente con las zonas de influencia de las Farc, no preocupaba a ninguno de los actores de la paz. Que semanas después de las firmas de los Acuerdos empezaran a proliferar “disidencias” de la guerrilla tampoco fue una señal de alarma. Incluso hubo quienes insinuaron que era la “mala leche” de los enemigos de la paz. Todos sabíamos que las Farc no iban a abandonar el narcotráfico. ¡País de fariseos que ahora fingen estar sorprendidos porque la justicia estadounidense ve lo que aquí nadie quiere ver!
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