A Mercedes Barcha, la esposa de Gabriel García Márquez, no le gustó que Aída Rosa, la hermana religiosa del premio Nobel hubiese publicado un libro sobre los primeros años del escritor.
-"¿Por qué te pusiste a escribir ese cuento a estas alturas de la vida?", le preguntó con evidente reproche. Me dijo que era un libro de monjas, sabiendo que soy religiosa. La vi un poco despectiva. Sin embargo le entregué el libro. Se lo dediqué a Gabito y por supuesto a ella.
El título del libro es “Gabo, el niño que soñó a Macondo”. La autora, con algo más de 80 años, licenciada en ciencias religiosas de la Universidad Javeriana. En Copacabana fue directora de la Anexa y rectora de la Normal María Auxiliadora. Fue trasladada al Santuario y La Ceja, Antioquia. En el Atlántico estuvo en la Normal de Fátima, el Instituto Politécnico Femenino y la Normal La Hacienda.
Según su relato, Gabriel García Márquez –entre decenas de datos y confidencias- por poco muere por asfixia durante el primer parto de su señora madre, doña Luisa Santiaga, en Aracataca, el 6 de marzo de 1927.
“…La falta de experiencia por ser el primero, desorientaron a la partera Santos Villero y puso en situaciones graves el nacimiento y estuvo a punto de ahogarse el niño y desangrarse la madre.
Una venezolana sorteó la crisis. Tuvo que acudirse a doña Juana de Freites, que cambió la posición a la madre y con ejercicios respiratorios y masajes, la sacó del trance.
“Mamá Francisca Cimodocea (abuela paterna del recién nacido) pensó en su parte espiritual y lo bautizó con el nombre de Gabriel José de la Concordia, por su padre Gabriel y por San José, el patrono del pueblo. Alguien gritó: '¡Varón ron que se ahoga!' La comadrona angustiada se tomó una botella de Agua de Florida y con ella se emborrachó. Oficialmente el niño fue bautizado en otra fecha”.
¿Y por qué la incomodidad de Mercedes?
Todavía no he podido entender. Yo con Mercedes no tengo ninguna diferencia. De pronto tenía intenciones de hacer algo, con alguna persona que podía hablar sobre la infancia de Gabito. Entonces fue una sorpresa, porque ella no tenía la menor idea. No pienso que sea porque tenga algo conmigo, no hay razón. Gabito, en cambio, lo apoyó mucho. Eso fue lo que me interesó. Él si me lo aprobó y con eso tengo. En la familia todos me apoyaron. Están felices. Todos los días me llaman. Mis hermanos, todos mis familiares, mis sobrinos.
¿Es cierto que García Márquez ha perdido la memoria y ya no reconoce ni a sus amigos?
Usted lo ha visto en estos días contento, bailando. Si una persona está enferma no baila. Gozó mucho en esa fiesta de los vallenatos que le hicieron en Cartagena. Cuando uno va decayendo con los años, no tiene la misma concentración. Gabito toda la vida ha sido muy callado. Escribe pero es el más silencioso de la familia. Calla y luego sale con las que sabe hacer él.
No es que esté “despalomado”, como dicen algunos…
Como le pasa a todas las personas que ya tienen su edad, que a veces se les va un poquito el hilo, pero que esté despalomado… no.
¿Entiende qué es despalomado?
Claro, como distraído, como ido.
¿No ha perdido la memoria totalmente?
No señor. No la ha perdido. Se emocionó mucho con las fotos del libro, lo que vivimos en Aracataca en la infancia con nuestros abuelos. Él también tenía sus recuerdos. Uno pierde las ideas cercanas pero lo que le sucedió de niño le queda bien grabado.
¿Cómo era la familia?
Nosotros somos once hermanos García Márquez. El mayor es Gabito, después sigue Luis Enrique, Manuel tres y yo soy cuatro, el uno detrás del otro. La pequeña que está en el libro es Ligia. Vivíamos felices en esa casa grande de los abuelos. El último era Eligio Gabriel, quien murió muy joven, lo mismo que Alfredo Ricardo. Los otros estamos todavía. Tenemos nuestros años, pero nuestra mamá murió de 97 años. Con tal de que tengamos la cabeza en el puesto, será algo maravilloso.
Y a los 80 se volvió escritora…
¿Qué opina de usted?
Buenísimo. Me encanta, lo celebro.
Muchísimas gracias. A mí no se me da nada decir los años que tengo. Y estoy orgullosa del libro porque es una etapa de la vida de Gabito que nadie puede decir que eso no fue así. Esas son vivencia de la época. Tal y como sucedió, así lo escribí.
¿Qué hacía pensar que Gabriel García Márquez se convertiriría en el gran escritor?
Mi abuelo decía que era su napoleoncito. Ya había intuido que él iba a ser una persona muy grande. Él era el líder, el que manejaba todo como si fuera ya una persona adulta. Gabito fue muy maduro desde pequeño.
Era un genio para todos. La abuela no soportaba su preguntadera. Le contestaba cualquier cosa, porque a veces la ponía en aprietos. Íbamos al cine, al circo, a toda parte, esa era una escuela para nosotros. El abuelo nos interrogoba y teníamos que contar todo lo que veíamos. Gabito era el dueño del corazón de todos. Cuando iban a hablar las personas adultas nos separaban, pero no a Gabito. Permanecía entre las piernas del abuelo viendo, sin despabilar, para que no se me fuera ningún detalle de lo que estaban hablando. Así era en todo. Gabito además de ingenio le ponía magia a todas las cosas. Esa era la riqueza de su mente.
¿Era enamoradizo, de joven?
Nosotros supimos de Berenice, de la una y la otra. Les hizo versos y las quería. Era supremamente enamoradizo, hasta que se quedó quieto con Mercedes.
¿Mercedes vino a ponerle disciplina a su marido y a todos?
Sí señor. Creo que es así. Pero yo la sigo queriendo igual. Porque a mí ni me aumenta ni mi disminuye mi personalidad. Yo siempre soy la que soy.
¿Es ella la que manda en casa?
Sí, ella es la que manda. Eso no es mentira.
¿Y la que puso a caminar a Gabo por donde era?
Hay que agradecerle. Seguramente que si ella fuera botaratas él no tendría en su vejez los bienes y el dinero que tiene. Hay que ser realistas. Debemos agradecerle porque se ha preocupado porque todas las cosas marchen. Ella es organizadísima en sus cuentas, muy organizada.
¿Mercedes es generosa con la familia?
Cuando Gabito dice sí, por encima de todo tiene que hacerse. Yo soy pensionada y no tengo necesidad, pero a la familia toda la ha ayudado con gran generosidad. Todos vivimos bien, vivimos modestamente.
Doña Aida, Macondo se conoce en todo el mundo por García Márquez, sin embargo hay el reclamo de que él no ha hecho todo lo que ha debido y pudo hacer por su pueblo…
Gabito contesta lo siguiente cuando le preguntan lo mismo: ‘yo le he dado la fama. Aracataca no aparecía en el mapa de Colombia. La otra parte se la tienen que dar los gobiernos, el agua, la carretera, los servicios, para esos son los impuestos.
¿Qué sentimiento familiar hay respecto de la eterna amistad de su hermano Gabriel García Márquez con Fidel Castro?
Yo digo que uno tiene los amigos que quiere. Entonces él conoció a Fidel Castro y seguramente le encontró muchísimos valores. Gabito es amigo, y cuando es amigo es de verdad. Para toda la vida.
¿Gabo es amigo de los amigos y enemigo de los enemigos?
No señor, él es una persona muy noble, no odia a nadie. Sé que tuvo su disgusto con Vargas Llosa, pero él tiene sus motivos. Gabito no es de rencores. Es con sus amigos bien amigo y con sus enemigos muy generoso en el cariño.
¿Y lo de Vargas Llosas fue una cuestión de celos?
Eso no se puede decir en público. Pero parece que él no se portó como se debía portar con su esposa y yo no sé qué pasó. Gabito vivía en el mismo edificio allá en Barcelona cuando sucedió que Vargas Llosas desapareció y entonces Gabito se quedó responsable de la obligación de Vargas Llosa. No sé si esto se puede decir, pero yo ya lo estoy diciendo.
Parece que a Vargas Llosa le faltaba responsabilidad. Después llegó y las cosas no se interpretaron como debían ser.
¿Es decir que el puño que le dio Vargas Llosa a Gabo era bien merecido?
Me parece que no se lo merecía. Vargas Llosa ha debido más bien responder por su familia, en vez de irse y dejarlos abandonados. Duró un tiempecito, porque por allá estaba una hermana mía que se dio cuenta de todo. A Vargas Llosa le faltó responsabilidad con su familia y Gabo asumió la carga.
Cuando regresó, la esposa no reconoció el favor que le había hecho de no dejarla morir. Porque él se fue y la dejó sola ahí. Y dejó a los hijos también. Algo así. Recuerde usted que eran compadres.
Lo que dicen es que el compadre se echó encima la carga económica, pero que también quería cargarse a la mujer…
Eso sí tendríamos que preguntárselo a él… (Risas) Eso sí no lo sabe uno. Uno dice hasta donde sabe.
¿La regañan a usted cuando dice cosas que pueden incomodar?
Yo soy muy libre, y si me regañan me entra por un oído y me sale por el otro. Así soy también con los desprecios. Fíjese por ejemplo la cuestión de Mercedes. Yo la sigo queriendo. La familia de mi mamá nos enseñó a perdonar. El que sufre es el que tiene el odio.
Una última pregunta... ya le picó el gusanito de la escritura. ¿Piensa hacer otro libro?
Todavía no se me ha ocurrido. Me van saliendo las palabras y me gusta. Yo tenía miedo de publicar el libro, pero ya se me quitó.
A Vargas Llosa le faltó responsabilidad: hermana de Gabo
Mié, 03/07/2013 - 04:54
A Mercedes Barcha, la esposa de Gabriel García Márquez, no le gustó que Aída Rosa, la hermana religiosa del premio Nobel hubiese publicado un libro sobre los primeros años del escritor.
-"¿Po
-"¿Po