"No todos hacemos paseos de la muerte"

Jue, 18/08/2016 - 09:29
"Antes me madreaban una vez, pero ahora caso al que uno llega, caso en el que uno tiene inconveniente con la gente. La grosería, la agresión y la piedra a la ambulancia es lo primero que ocurre cua
"Antes me madreaban una vez, pero ahora caso al que uno llega, caso en el que uno tiene inconveniente con la gente. La grosería, la agresión y la piedra a la ambulancia es lo primero que ocurre cuando uno llega a la emergencia". Molesto e indignado, afectado por la estigmatización que según dice le están dando a su labor, Carlos Suárez* cuenta cómo han sido los momentos en los que él, y su equipo, la tripulación de una ambulancia que opera en Bogotá, han sido atacados por las furibundas comunidades que creen que estos auxiliares de enfermería sacan la mejor parte en los accidentes de tránsito, o que incluso, están detrás de los llamados "paseos de la muerte". "Un día nos despacharon a atender un accidente de tránsito en Bosa, tuvimos un tiempo de respuesta no mayor a 12 minutos, al llegar a la escena observamos que un motociclista perdió el control y se cayó. Su parrillera resultó afectada, y al momento de bajarnos del vehículo para atender a la lesionada, la comunidad nos lanzó cuanto improperio se le ocurrió porque el accidente había ocurrido hacía más de 40 minutos. Hicimos caso omiso a los insultos y subimos a la paciente al vehículo, pero al momento de intentar abordar y arrancar, la comunidad se nos abalanzó y con golpes nos impedían el paso". Lea también: Se disparan los casos de atracos a ambulancias Aunque no niega que hay personal de estos vehículos que en efecto recibe una bonificación por llevar a los heridos a determinadas clínicas luego de revisar el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT), considera que hay una generalización errada, que está afectando tanto su trabajo como la atención de quienes lo requieren. Suárez le sostuvo a KienyKe.com que las agresiones se intensificaron luego de los casos expuestos en el programa Séptimo Día, de Caracol Tv. Dice que están en crisis y su preocupación radica en que ahora la gente cree que las tripulaciones tienen un jugoso negocio en torno a la salud. "Tocan temas que aunque son espinosos son ciertos. Pero nosotros somos los que tenemos que ponerle el pecho a la comunidad, tenemos que dar la cara y hemos sido víctimas de ataques (...) La semana pasada los compañeros del otro turno fueron agredidos por un paciente y ellos tuvieron tres días de incapacidad cada uno". Además le puede interesar: Con el tema de las ambulancias: A Peñalosa se le ‘chispotió’ El auxiliar, que prefiere no revelar su nombre, explica que en Bogotá hay dos tipos de ambulancias, las del Centro Regulador de Urgencias (Crue) y las de empresas privadas. Él pertenece a las primeras y dice que por esta razón no podría hacer parte del fraude que ha sido denunciado en varias oportunidades. ambulancias-bogota "El Crue direcciona y envía las ambulancias. Ellos tienen reporte de los pacientes. Nosotros simplemente nos regimos a órdenes, recibimos el despacho a través de la frecuencia que tenemos en cada vehículo, que a su vez recibe la llamada de la línea 123. Ellos se encargan de direccionar la ambulancia más cercana", afirma. Entonces, luego de que los equipos de las ambulancias del Distrito llegan a atender, por ejemplo, un accidente de tránsito, deben esperar la decisión del Centro para saber a qué hospital o clínica trasladarán al afectado. Mientras que los vehículos privados sí tienen la potestad para elegir a dónde lo llevan. El dedo en la llaga Carlos Suárez no evade al preguntarle sobre las bonificaciones que reciben algunos de sus colegas de ambulancias privadas, por llevar pacientes a ciertos centros de atención. "No voy a decir mentiras, eso pasa", afirma. No obstante, según relata, hay otras razones por la que algunos equipos de estos vehículos no llevan a los enfermos al hospital o clínica más cercanos. "El problema es que si yo tengo una o dos ambulancias privadas y trabajo por mi cuenta, con las uñas, me toca rebuscarme cómo pagar las cuentas que generan". Incluso, cree que a veces es justo hacerlo por el bienestar de quien acaba de accidentarse. "A mí qué me conviene más, llevar al paciente a una IPS de nivel adecuado (porque tiene unidad de cuidados intensivos, ortopedia, está preparada para atender ese tipo de pacientes y tiene su cama asegurada) o lo llevo al hospital donde el ingreso se demora más o menos una hora y los trámites duran unas 12 horas". Según el auxiliar de enfermería, tanto el enfermo como el grupo de trabajadores resultan afectados. "Lo del bono es un beneficio ocasional. No se trata de denunciar si hay mafia o no, sino qué es mejor para el paciente", continúa. Este tipo de argumento, sumado a que los trancones de la ciudad impiden una óptima movilidad, a los extensos turnos de trabajo que deben cumplir los empleados, y a que en Bogotá hay uno de estos vehículos de servicio por cada 95.744 personas, cuando lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que funcione una por cada 25.000 habitantes, solo lo puede explicar al hablar directamente con él, a la hora de recoger un paciente, no hay palabras, ni razones, la labor no da espera y los vecinos alterados tampoco. "Lo único que podemos hacer es retirarnos de la zona y si la ambulancia sufrió algún daño, nos toca llevarla a la aseguradora, pero más allá de eso no pasa nada. No hay denuncias, no hay culpables, no hay nada", cuenta al resaltar también que la prioridad es la atención a las personas. Pero la percepción de los habitantes de Bogotá es contraria. Para ellos, quienes viajan en los vehículos de emergencias son muchas veces los responsables de que un familiar o un conocido no salga con vida tras un accidente. Eso, se ha convertido en el "pan de cada día" de Carlos Sánchez*. "Es tan constante que muchas veces nos hemos encontrado con policías que ponen a los pacientes en contra del personal de la ambulancia. Y los conductores de carros que van adelante mientras llevamos la sirena encendida lo que dicen es, deje el afán que usted va a comer empanada, o deje el afán que usted va es a llevar papeles". Su intención es que se conozcan las dos caras del caso y en la ciudad se deje de generalizar este trabajo. Las historias que muestran solo una parte del tema, cree que terminan por "meter el dedo en la llaga". "La primera visión que tiene la ciudadanía de los de las ambulancias es que somos marrulleros, torcidos, que hurtamos a los pacientes. Eso pasa con algunos compañeros pero, ¿en qué lugar no hay corrupción? Son lunares que hay que corregir". *Nombre cambiado
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