Con libros que trajeron a lomo de mula, desde la selva, y con entregas de entidades como el Banco de la República, exguerrilleros del antiguo ETCR de Pondores, en Fonseca, La Guajira, levantaron una pequeña biblioteca que ahora quieren convertir en centro cultural.
“Pulgarcito era un niño que tenía seis hermanos y que era hijo de unos leñadores muy pobres. Como el papá no podía darles de comer, los abandonó en el bosque. Un día estaban en peligro, llegaron a la casa de un monstruo que los encerró en una cueva, pero ellos se volaron por un rotico por donde solo pudo salir Pulgarcito, porque era muy pequeñito”.
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La historia la cuenta Jesús Contreras, un niño de nueve años que vive en el antiguo Espacio de Capacitación y Reincorporación (ETCR), de Pondores, en Fonseca, La Guajira, donde realizan su proceso de reincorporación más de 200 exguerrilleros de las Farc. Jesús vive con su mamá, su abuelita y su tío Freddy, un excombatiente que ahora es escolta de la Unidad Nacional de Protección (UNP).
[caption id="attachment_1244950" align="alignnone" width="1097"] ONU Colombia[/caption]
Su casa es de paredes de cartón y yeso, tiene techo de zinc y una sola habitación. Su entorno, es el de un campamento de casas prefabricadas con muchas zonas áridas repletas de arena amarilla como la del desierto. En Pondores no hay parque infantil, ni juegos, ni lugares para los niños, pero sí hay una pequeña biblioteca, ubicada en una esquina en la parte de atrás del campamento, en medio del inclemente sol guajiro.
Los excombatientes dicen que allí “es muy difícil incentivar la lectura, por las condiciones del espacio, porque hace mucho calor, no hay aire acondicionado y no tiene sillas, ni mesas”. No obstante, una vez a la semana, el presidente de la Junta de Acción Comunal, Álvaro Canchila Soto, reúne a un grupo de niños allí y les entrega libros infantiles para que lean en sus casas. A la semana siguiente, les pide un resumen, que ellos deben entregar por escrito, como la historia de Pulgarcito. Así trata de incentivar la lectura.
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“Somos conscientes de la importancia que tiene el universo de la lectura en los niños, en la construcción de condiciones para la paz y un mejor futuro, y por eso ideamos estas estrategias para incentivarla”, explica Álvaro¸ un exguerrillero de 59 años, que estuvo en armas por tres décadas bajo el seudónimo de Sandino.
[caption id="attachment_1244951" align="alignnone" width="1247"] ONU Colombia[/caption]
La biblioteca
“Usted no me lo va a creer, pero nosotros, en la guerrilla, como parte de la dotación, siempre debíamos cargar un libro, y leerlo, y luego compartíamos lo leído con nuestros compañeros”, dice Virginia Lobo, una exguerrillera encargada del tema cultural en el ETCR en Pondores. “En las horas culturales de la mañana, se hacía lectura de documentos y de textos y, además, teníamos escuelas de formación en el monte. En los campamentos que eran más estables, siempre se ubicaba una biblioteca, y en las escuelas de formación de las Farc, había cientos de libros. El estudio fue fundamental”, agrega Virginia. [caption id="attachment_1244952" align="aligncenter" width="1235"] ONU Colombia[/caption] Quizá por ello, cuando empezó el proceso de paz, un grupo de excombatientes se dedicó a tratar de salvar los libros que tenían en la selva, trajeron a lomo de mula cuatro bultos de ellos, que fueron distribuidos en los ETCR de Pondores (La Guajira) y Tierra Grata (Cesar), con el objetivo de abrir unas bibliotecas.“Los demás libros tocó dejarlos en la selva, entre bolsas de plástico y con veneno para que no se los comiera el comején”, cuenta Virginia.Esos libros quedaron apilados en cajas, y Vicente, el esposo de la vicepresidenta de la Junta, por su propia iniciativa, construyó un estante artesanal para poder darle vida a la biblioteca Sueños de paz, que fue construida con los mismos materiales prefabricados de las casas. [caption id="attachment_1244955" align="aligncenter" width="1085"] ONU Colombia[/caption] Allí se almacenaron los libros que trajeron del monte, y se sumaron donaciones y canjes de entidades como Alianza para la paz, La Universidad de la Salle y la Biblioteca Luis Ángel Arango, del Banco de la República, que en enero de este año entregó, a través y por gestión de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas, más de 500 libros, centenares de revistas y películas que se siguen sumando al sueño de tener una buena biblioteca. Llegaron libros de arte, ciencia, historia, política y literatura infantil, que fueron distribuidos en partes iguales entre a las bibliotecas de Pondores y Tierra Grata.