Ante los prominentes cerros, áridos terrenos y el poder ancestral de México, en 1531 se levantaban y fundaban diferentes ciudades como Puebla y Querétaro bajo el yugo español. Mientras la espada española se extendía colonial por el territorio azteca, una milagrosa aparición cambiaría la historia cultural y espiritual del continente, la de la Virgen de Guadalupe.
El cerro de Tepeyac, al norte de lo que hoy conocemos como la capital de México, sería el protagonista de este importante hecho, pues Cuauhtlatoatzin, indígena de la región y perteneciente los Chichimecas, bautizado después como Juan Diego por la Orden Franciscana, caminaba por ese lugar cuando lo sorprendió una dulce voz y una presencia inmaculada femenina que le dijo: “Soy la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios", según rezan los anales del Vaticano.
Juan Diego estupefacto ante semejante aparición y sorprendido por lo que acababa de escuchar, se dispuso a atender milimétricamente el despacho siguiente que la Virgen de Guadalupe le ordenaría: “Dile al obispo Juan de Zumárraga que por favor haga un templo mariano aquí, en el cerro de Tepeyac”.
Juan Diego corrió a cumplir el mandado que como fiel devoto seguiría a pie de la letra, sin pensar que este no tendría respuesta ni mucho menos credibilidad ante el líder espiritual y su comunidad, este, pidió pruebas fehacientes del hecho, pues el lugar a construir era árido, sin vegetación e irregular para una obra seria.
4 veces más, (según se lee en el Nican Mopohua de Antonio Valeriano, texto hecho con relatos directos de Juan Diego), se reveló la Virgen de Guadalupe ante a los ojos del indígena, en el último encuentro, quedaría plasmada la ya conocida imagen de la santa en su vestimenta.
Siguiendo con la incredulidad del obispo, un hecho marcaría la fe del líder espiritual que ante la insistencia de Juan Diego, visitó el lugar y atónito descubrió decenas de flores variadas que habían aparecido de un día para otro en el lugar señalado. “Con llanto, con tristeza, (el obispo) le rogó, le pidió perdón por no haber realizado su voluntad, su venerable aliento, su venerable palabra”, se lee en el libro Nican Mopohua de Antonio Valeriano.
Esto, sucedió el 12 de diciembre de ese año, el 26, 14 días después, el templo ya estaba construido, justo al lado de una pequeña casa que sería la del indígena que juró cuidar el santuario.
La Virgen de Guadalupe es una las figuras máximas del catolicismo en el mundo, siendo su piel morena y rasgos mestizos una representación a la sociedad que cuida y vigila con la misma atención con la que atendió en la historia, al hoy canonizado Cuauhtlatoatzin.
Luego de la construcción de su santuario, los milagros devinieron en la fuerte devoción y popularidad de una de los máximos hitos del catolicismo, representado en la imagen de la virgen morena en la manta del indígena elegido.
Los 5 milagros más conocidos de la Virgen de Guadalupe
Tras la construcción de la Ermita, la devoción del pueblo les permitió elevar diferentes formas de celebración y veneración ante la imagen de la recién aparecida Virgen de Guadalupe. Durante uno de estos festejos religiosos, un arquero, buscando llamar la atención de los asistentes, lanzó una flecha que terminó en la garganta de un feligrés, que cayó muerto en el suelo sagrado. En seguida, los asistentes llevaron la imagen de la virgen a sus pies, lo que generó la resucitación del hombre muerto.
En 1736 murieron al rededor de 40.000 personas dada una epidemia de fiebre tifoidea en México, además de un terremoto y varios huracanes, el país vivía una crisis que llevó a los mexicanos a depositar su fe en la Virgen de Guadalupe. Tras ser nombrada Patrona Principal de la Nación, un 23 de mayo cesaron los males que aquejaban el país, incluyendo la epidemia y un número de 0 fallecidos aquel día.
Otro de los milagros más conocidos, se originó en 1751, pues un barco llamado "El Gavilán" naufragó en una terrible tormenta. Quienes quedaron a flote de la embarcación, invocaron a la Virgen de Guadalupe y confirmaron tiempo después de que se calmara repentinamente el mar y se salvaran del accidente, ver a la figura de la santa al horizonte.
En 1791 mientras se hacía una limpieza de rutina al marco de plata de la imagen de la Virgen, parte de la mezcla que contenía ácido nítrico cayó sobre el telar. A pesar de que la mezcla corrosiva se expandió por el extremo derecho de la imagen, esta no sufrió ningún daño alguno, salvo una mancha similar a las que deja el agua.
Por último, otro de los milagros más comentados de la Virgen de Guadalupe, se dio 1921, cuando una persona dejó una bomba de guerra a los pies de la imagen de la Virgen, al explotar, quedó devastado todo a su alrededor, menos el lienzo de la Virgen de Guadalupe, que quedó sin ninguna afectación.