En cualquier deporte, los últimos minutos de la competencia son decisivos. En el fútbol, por ejemplo, un gol se puede hacer en cualquier momento. El ciclismo no podría ser la excepción a la regla: ya nos hemos acostumbrado a ver, en los kilómetros finales de la etapa, a esos hombres cansados, montados sobre sus bicicletas, pudelando con todo su fuerza para ganar. Es muy emociónate.
Se supone que esa debería ser la constante de todas las etapas. Y lo es en realidad. Sin embargo, en las grandes vueltas, Giro de Italia, Tour de Francia, y Vuelta a España, la etapa final, en la que se corona al campeón, no es lo que esperaríamos, es decir una batalla final y dura por el título, sino una especie de paseo tranquilo y feliz por las calles maravillosas de Roma, París o Madrid. Es más: el podio suele saberse con claridad desde la etapa anterior. ¿Por qué?
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Hay una imagen histórica para el deporte colombiano: Nairo Quintana, muy seguramente el mejor deportista que ha visto esta tierra, en el Giro del 2014, pedalea tranquilamente por las calles de Roma, tomando una copa de champaña que comparte con sus colegas del equipo Movistar. En otra imagen, ahora de la Vuelta a España en 2016, se ve al pedalista boyacense, con la camisa roja de líder, por las calles de Madrid, también compartiendo el trago de la victoria con uno de sus más duros rivales: Chris From.
Así, las últimas etapas de las grandes vueltas, tienen, por supuesto, una carga competitiva, pero son, en otros puntos, digamos, “etapas simbólicas”. En todos los casos, el ganador se conoce desde la etapa anterior. Lo único que le queda es entrar a la capital de turno, Roma, Madrid o París, y pasearse por esas calles como un héroe que ha resistido las duras jornadas que precedieron esa etapa, final y triunfal, en la que el ganador será reconocido como tal. Por eso, más que una etapa, se le llama el Paseo de la victoria.
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Ahora, por supuesto que hay un ganador de etapa. Generalmente se espera que los mejores sprinters saquen toda su garra y como último gesto de honor, y por prestigio deportivo, se coronen en los Campos Elíseos, para el caso del Tour de Francia. Sin embargo, el ganador ya se ha impuesto, ya se conoce, y generalmente se le ve por las hermosas calles de la capital gala, sonriendo y tranquilo, luciendo la maillot amarilla que lo acredita como campeón de la ronda ciclística más dura del planeta.
Para orgullo nacional, en los últimos años, en ninguna de las tres vueltas, ha faltado un colombiano dando ese paseo, luciendo, entre los mejores, el título de héroe. Este año le tocó a Rigoberto Urán.
La última etapa del Tour: Un pedalazo de felicidad
Dom, 23/07/2017 - 05:40
En cualquier deporte, los últimos minutos de la competencia son decisivos. En el fútbol, por ejemplo, un gol se puede hacer en cualquier momento. El ciclismo no podría ser la excepción a la regla: