La mente y la pasión detrás de una obra artística llega a ser, en algunos casos, más imponentes que la misma obra. El mundo está lleno de tan arte impresionante y admirable que ni el tiempo es excusa para dejar de apreciarlo, de sentirlo, de mirarlo. Un cuadro, una escultura, un pictograma, es un historia quizá de una lucha interna, de un propósito, de una idea tan disparatada que solo plasmándola en ese instante puede llegar a tener sentido.
Joaquín Restrepo, es una de esas personas con las que todos algún día deberíamos dialogar. El olor a café tostado, el frío capitalino, una mirada analítica para lograr ver cada detalle que lo rodea y una experiencia profunda alojada en el cuerpo de un joven, que desencadena ese afán por contar sus historias con el fin de recorrer la mente de otros, eso fue lo que me encontré cuando lo conocí.
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Foto: Gina Morón[/caption]
Iba en busca de escuchar sobre una experiencia única y particular, de un escultor de Medellín que sería el primer colombiano en embellecer con majestuosos monumentos un parque en la República Popular de China; exactamente en la ciudad de los pandas, Chengdú. Sin embargo, antes de tocar el tema, decidí indagar sobre el Joaquín de toda una vida, el niño, adolescente, el que vivió felicidades, frustraciones y tristezas. Entender un poco cómo llegó al arte y logró ser un exponente escultor de nuestro país.
Las anécdotas de Joaquín
Desde que era un niño, Joaquín parecía no encajar con sus compañeros de colegio, prefería las compañías mayores o de viejos intelectuales, que para él era "esa gente la que sacude el planeta". La curiosidad parecía navegar por su mente cuando escuchaba de temas que no comprendía en su momento, la tecnología, el universo, el arte, todo aquello que implicara llevar horas de discusión.
Así fue que conoció a su mejor amigo, Mateo Blanco, que resultó ser ese complemento perfecto para él, quien por la época le costaba tener amigos al ser un poco introvertido, y por otro lado, Mateo estaba en todo "era el popular del colegio". De esta manera empezaron a entablar una amistad donde ambos aprendían mutuamente y que ha durado hasta el día de hoy. En esos años, mientras Joaquín le ayudaba en algunas responsabilidades académicas a Mateo, él por su lado, empezó a ver el talento artístico de este niño y comenzó a impulsarlo para que ese fuera su camino.
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Foto: Gina Morón[/caption]
También, recuerda con cariño cuando tuvo la oportunidad de ir a Roma para un retiro espiritual. Allí, en un lugar impregnado por el culto religioso, ocurrió una conexión instantánea con el arte. Cuenta, que era imposible escapar de la magia que ronda cada estructura, muro, columna, cúpula y obras que enriquecen cada espacio, que lo llevó a darse cuenta de cómo la pintura y los trazos que forman la imagen, pueden llegar a un persona, hacerlos sentir algo, minimizar por un instante el ego y dejarse, así sea por un segundo, atrapar completamente por la obra.
Por otro lado, Joaquín narró la difícil situación que tuvo que sortear con su madre. Él cuenta que su mamá tenía una psicología muy compleja, "ella era una mujer muy feliz pero también muy triste por dentro". La veía luchar todos los días con ese existir que la llegaba a abrumabar, y llegaban días donde no quería seguir más y no se levantaba de su cama, "y yo tenía que darle consejos y encargarme que ella siguiera viviendo, me tocó madurar desde muy niño".
Asimismo, habló sobre la relación con su padre que fue distante, pero a quien le agradece por heredarle ese gusto por los caballos que le ha permitió trasladar a este animal a sus obras. Para Joaquín, es hacer un homenaje al primer transporte del ser humano.
Render proyecto en China / Cortesía: Joaquín Restrepo
En la adolescencia, en medio de la búsqueda por aprender más acerca del arte, llegó a las puertas de la reconocida pintora colombiana Debora Arango. Contó como, con la complicidad de Mateo, logró entrar al hogar de Debora, tirando su maleta por los muros que rodean la propiedad, para después golpear y poder hablar con ella.
El plan le funcionó y terminó siendo esta mujer una de las primeras maestras que lo guiaría y le dejaría varios consejos antes de su partida en el año 2005. 'Casablanca', se llamaba el hogar de Debora, y allí Joaquín aprendió y se nutrió de cada palabra de la pintora. Una de las enseñanzas que le dejó, lo que más practica, es guardar cada boceto que él hiciera. Guardarlo, esconderlo, dejarlo madurar, hasta que esté listo para convertirse en una obra de arte.
Cuando Joaquín sintió estar listo para aprender sobre artes de una manera académica, decidió viajar a Bogotá e inscribirse a la carrera de artes plásticas de la Universidad de los Andes. Sintió que la experiencia lo iba a encaminar completamente en su deseo de crear y mostrar al mundo lo que por su cabeza y corazón pasaba. Pero la realidad fue otra, no halló su camino en ese espacio que después de varios semestres y un par de esculturas que fueron reconocidas, decidió salir y emprender con lo que ya sabía.
El primer escultor colombiano en China
Desde un inició, cuando empezó a compartir sus obras en exposiciones en China, gracias a la embajada de ese país aquí en Colombia, sintió una conexión con los asiáticos. Esa modernidad con la que están demostrándole al mundo, cómo una nación que se pensó estaba "colapsada", alzó vuelo y está a punto de convertirse en una de las súperpotencias emergentes del mundo.
Cuando le comentaron sobre un proyecto en la ciudad de Chengdú, donde actualmente se construye el sendero verde urbano más largo del mundo con una extensión total de 500 kilómetros, para la creación de un par de esculturas, Joaquín estaba apenas superando la muerte de su madre, pero después del vacío que esta partida le generó y meses de quietud, decidió romper el molde y empezar a marchar de nuevo, paso por paso, hacia este proyecto.
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Render proyecto en China / Cortesía: Joaquín Restrepo[/caption]
Sin embargo, después de su visita a la ciudad de los pandas, Joaquín regresó con una propuesta inmensa, crear y diseñar más de diez esculturas, de las cuales ya tiene listo los diseños de ocho obras que se enviarán a China y serán creadas en Chengdú a escala monumental.
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Render proyecto en China / Cortesía: Joaquín Restrepo[/caption]
Sus obras son rotas, quebradizas, dando una apariencia de fragilidad, pero no las crea con el fin de demostrar la delicadeza, sino al contrario para evidenciar la imperfección de una resistente doble estructura. Una que sobresale en la superficie lisa y pulida y otra que se guarda en el interior, aquella que lo sostiene todo.
Son esculturas muy diciente porque representan a Joaquin. Un joven artista que ha caído al vacío muchas veces, que ha recibido golpes fuertes e ido contra lo establecido y ahí sigue de pie, como si tuviese dos capas, una que se oxida, se desprende y queda en el pasado, y otra de acero que destaca con orgullo para decir, aquí sigo, estoy firme y preparado para romper cualquier molde.
Por: Richard Stevens Ladino