Girar la mirada hacia el río Magdalena y reflexionar sobre la suerte y el futuro del primer corredor fluvial nacional es uno de los propósitos de la celebración de "La noche del río", organizada por el Museo del Caribe. Para provocar esa reflexión, crearon un recorrido por sus aguas, al cual fueron invitados representantes de los más diversos sectores del Atlántico: industriales, directores gremiales, funcionarios del Estado, líderes de opinión y artistas.
La afirmación de que el Nilo es el único río del mundo que hace su recorrido de sur a norte es solo una leyenda propagada por los egipcios, con la pretensión de difundir la idea de que ellos han sido privilegiados y únicos al recibir las enseñanzas de seres superiores, dioses o extraterrestes, gracias al extraño curso del río.
Lo cierto es que la hidrografía universal también cuenta en sus registros con otro cuerpo acuático, muy lejos del río africano y al otro lado del océano Atlántico, con el mismo sentido Sur-Norte, y cuya magia también ha inspirado un sinnúmero de movimientos socio-culturales.
[caption id="attachment_268439" align="alignnone" width="547" caption="Foto: Carlos De Hoyos Casadiego"]
[/caption]
Con 1.540 kms de longitud, más de 990 navegables, desde Honda (Tolima) hasta Barranquilla (Atlántico), el Río Magdalena se ha constituido en el recurso natural que ha abarrotado riqueza a Colombia. No sólo en el ámbito económico, sino en el político, social, científico, tecnológico y cultural.
En épocas de la colonia, el Magdalena permitió que los conquistadores españoles descubrieran la agreste Colombia del siglo XVI. Sus aguas fueron la vía natural que conectó a la capital colonial, Santa Fe de Bogotá, con la heroica Cartagena de Indias, por el Dique como afluente. También
fue escenario de las luchas de independencia. La obra de García Márquez
El general en su laberinto describe el valor que adquirió el río en estas luchas, donde los ejércitos patriotas y de la corona española buscaban su dominio absoluto.
Más tarde, cuando a comienzos del siglo XX Colombia entraba en la revolución industrial, el río Magdalena fue instrumento del progreso nacional. Gracias a este, el banano, el tabaco y el café llegaron a Europa y Norteamérica. De igual forma, con Barranquilla como el puerto colombiano más importante, el Magdalena permitió el ingreso de avances científicos y tecnológicos que venían del exterior.
Pero desde antes de estas movidas coloniales, independentistas y comerciales, en el Magdalena se forjaron las manifestaciones y representaciones culturales de la región Caribe. Lo que hoy da forma y alimenta de ritmos y danzas al Carnaval de Barranquilla.
Aporte de cabildos negros como La Danza del Congo, de carácter guerrero, o el Son de Negros de la sub-región del canal del Dique, de tono burlesco y también guerrero, que resaltan la emancipación de los negros africanos que llegaron como esclavos a América.
Otras que traen a la memoria la época de la conquista, como la Danza de las Farotas de Talaigua, que ejemplifica la forma como los hombres indígenas, cansados del abuso de los españoles a sus mujeres, se vestían y maquillaban como ellas para cobrar venganza; o la Danza del Paloteo, que simboliza el enfrentamiento entre naciones y que a través de cantos y versos propone la exaltación de valores patrios.
Algunas destacando la fauna y la flora propia del Caribe, como la Danza de los Coyongos, que en diversos bailes reúne a todas las aves de las ciénagas, los embalses, los ríos y el mar que integran a la región; la Danza de los Coyongos, una alegoría de cuando el gallinazo ataca su presa; o la Danza del Caimán, el animal rey del río que se robó a la niña Tomasita, historia de versos, teatro y baile proveniente del municipio de Ciénaga en el departamento del Magdalena.
También encontramos algunas de carácter religioso, como la Danza de Diablos, originaria de las fiestas del Corpus Christi que se celebran en los departamentos del Magdalena, Cesar y Bolívar, en la que diablos bailan a las afueras de la iglesia y al margen de procesiones; o de profundidad espiritual, como la lucha entre la vida y la muerte, escenificada en la Danza del Garabato.
También aquella que da cuenta del fruto largo e intenso en el proceso de mestizaje entre negros africanos, indígenas americanos y blancos españoles: la cumbia. Una fusión étnica hecha danza y música.
Todo un legado que recaló en la región con la interacción de los pobladores en las aguas del Magdalena y que confluyó en la capital atlanticense. Razón tienen muchos investigadores culturales en afirmar en que es un error decir "Carnaval de Barranquilla", cuando realmente se trata de todo un músculo cultural que el río, con toda su fuerza comunicacional, absorbió y distribuyó de población en población, para encallar e integrarse "en Barranquilla" como polo de desarrollo del Caribe, gracias a su vocación portuaria.
Con un llamado a toda la región y el país en general, esta ciudad vuelve a reflexionar en torno a ese pasado histórico del río, escudriñando en la lógica que permitió su grandeza político-económica, pero además cultural con el crecimiento de su fiesta y que hoy la hace merecedora de la designación como Capital Americana de la Cultura 2013: la primera ciudad colombiana en ostentar este título en el marco de su bicentenario.
Hoy cobra mayor importancia volver a mirar al río. La adopción de nuevas políticas nacionales para este recurso hídrico, como la destinación de 600 millones de dólares por parte del gobierno nacional, focalizados en mejorar su navegabilidad, así lo exige.
Aunado a lo anterior, se ha dispuesto la ejecución de proyectos para encauzamiento, construcción y ampliación de puertos desde Bocas de Ceniza, lugar donde se abraza el Río Magdalena con el Mar Caribe, hasta Barrancabermeja en Santander, con el fin de movilizar 8,3 millones de toneladas de mercancías y recursos por el río. Acciones que responden al auge económico que experimenta Colombia y que por años han reclamado el río y sus pobladores, lo que sin duda dará un giro a las comunidades que han tejido su historia a través del Magdalena.
