Por estos días se mueven con fuerza las maquinarías políticas con el objetivo de conseguir votos, aunque algunos sectores le dan prioridad a la propaganda, otros prefieren comprar conciencias. En estos casos los sectores bajos son la presa fácil de los corruptos; allí donde abunda el hambre, vender el voto es un buen negocio.
Así como el precio de los alimentos en Colombia han subido significativamente, los votos también lo hacen a la par; se podría decir que la inflación también afecta a este tramado de corrupción.
- Lea también: Farid Naffah, el influenciador puso sobre la mesa la Ingeniería Corporal
- Le puede interesar: Técnico del Sheriff: de ganarle al Real Madrid a enlistarse en el ejército ucraniano
La plataforma de la Misión de Observación Electoral (MOE) recopiló recientemente 66 denuncias sobre posibles escenarios de compra de votos principalmente en Bolívar, Córdoba, Antioquia y Atlántico.
Por lo menos en Barranquilla el negocio de compra de votos se ha estructurado de tal manera que se vigila minuciosamente cada trámite que hacen los votantes. Por inscribir la cédula pagan hasta 20 mil pesos y por votar 50 mil pesos, en total un voto podría costar fácilmente 100 mil pesos. En un país donde votar no es una obligación, con tan solo inscribir la cédula ya se reciben unos pesos de más.
De acuerdo a las investigaciones adelantadas por la Corte Suprema de Justicia en el caso de Aida Merlano, un voto podría costar 50 mil o 90 mil pesos. Los compradores desembolsaban 15 mil para que la gente votara y 35 mil más cuando se comprobaba el voto por un candidato en particular.
Incluso muchas personas que viven en otras partes del país, mantienen inscritas sus cédulas en su lugar de origen. KienyKe.com conoció el caso de un municipio de Boyacá en donde en época electoral para elegir alcalde les ofrecían, a aquellas personas que se habían ido de allí definitivamente, costearles el viaje y 200 mil pesos por darle el voto a un candidato.
Recientemente, el candidato al Senado por la Coalición Centro Esperanza Miguel Samper, denunció ante los micrófonos de KienyKe.com la compra de votos en Sincelejo. Según señaló, las maquinarás en esta zona del país están “absolutamente desatadas” y ofrecen hasta 600 mil pesos por un voto al que denominan como “culto”. El voto “culto” es aquel que proviene de personas con educación superior: universitarios, profesores y profesionales académicos.
“En Sincelejo, por ejemplo, había una denuncia, nos comentó un líder, que están ofreciendo $600.000 pesos por el voto que ellos denominan el voto culto, el voto culto es el voto universitario, es el que más vale”, denunció.
Además, el mismo Samper contó que en Magangué, departamento del Bolívar y con unos índices de pobreza alarmantes, pagan hasta 200 mil pesos por el voto, pero los ciudadanos están esperando a que llegue un mejor postor que les presente una oferta superadora.
“Esto es el horror de lo que está pasando en el país, y parte por esa desconexión política. Yo creo que se están gastando al día, parte en la compra de votos y las maquinarias, un Baloto diario aquí en el país”, aseguró el candidato Miguel Samper.
La Revista Cambio Colombia publicó una serie de denuncias de compra de votos en el departamento del Tolima a través de múltiples modalidades. En esta zona del país las conciencias se compran no solamente con efectivo, sino también con mercados, abonos para cultivos, materiales de construcción y drogas. Mientras en las pasadas elecciones pagaban entre 50 mil y 80 mil pesos, actualmente el voto cuesta entre 80 y 120 mil pesos.
En Bogotá, según una denuncia del candidato a la Cámara por el Partido Verde Gabriel Cifuentes, se están pagando 90 mil pesos por el voto. Esto estaría sucediendo en la localidad de Ciudad Bolívar, al sur de la capital del país.
Definitivamente un voto ya no se intercambia por un tamal, un refrigerio o un almuerzo, las personas más necesitadas se han percatado que los políticos o sus ayudantes están ávidos de sufragios que les faciliten su llegada al poder.
La profunda pobreza del país ha facilitado que este oscuro negocio cobre cada vez más fuerza, cada cuatro años mucha gente, aunque vende su conciencia, se da el lujo de comer un mejor plato.
