Crece la conmoción en el mundo por el asesinato del exprimer ministro de Japón, Shinzo Abe, quien recibió por lo menos dos disparos cuando estaba haciendo campaña para las elecciones legislativas en la ciudad de Nara en el occidente del país.
Abe acababa de comenzar un discurso de campaña en la ciudad occidental de Nara el viernes cuando le dispararon por la espalda, desde una distancia de unos tres metros. Se escucharon dos disparos. Momentos después, el personal de seguridad derribó a un hombre al suelo. Vestía camiseta gris, pantalón caqui y cubrebocas.
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Abe protagonizó toda la trayectoria del proyecto olímpico de Tokio: desde su victoria en 2013, al ganar la sede de los Juegos a Madrid y Estambul, hasta el aplazamiento forzado por la crisis sanitaria del COVID-19 en marzo de 2020.
A medio camino, su inolvidable aparición en la ceremonia de clausura de Río 2016 disfrazado de Super Mario para recoger el testigo de los Juegos. No llegó sin embargo a asistir a los Juegos como primer ministro, pues dimitió en septiembre de 2020 por problemas de salud derivados de una colitis ulcerosa crónica.
Durante los primeros años de la organización de los Juegos, Abe tuvo que hacer frente a continuas polémicas protagonizadas por miembros del comité organizador. El plagio del logo, el descarte del proyecto inicial del Estadio Olímpico y el escándalo de la compra de votos para ganar los Juegos fueron algunos casos.
Frente a los cambios de dirigentes y de estrategia que implicaron estos problemas, el COI siempre halló en Abe un socio fiable, al que consideró el hilo conductor de un proyecto que debía desembocar en los mejores Juegos de la historia.
La relación se puso a prueba, y salió triunfante, durante la pandemia de covid, cuando el gobierno japonés y el COI discutieron durante semanas si los Juegos debían cancelarse. El 24 de marzo de 2020, tras una conversación telefónica con Thomas Bach, presidente del COI, Abe compareció a las puertas de su residencia para confirmar lo que el mundo estaba esperando: "Japón, como país anfitrión, bajo las actuales circunstancias, ha propuesto que el COI estudie si se pueden aplazar cerca de un año los Juegos para que los atletas puedan tener las mejores condiciones. Thomas Bach me respondió que está de acuerdo en un ciento por ciento".
Los Juegos se pospusieron un año, con el consiguiente coste económico para Japón. Su coste final, que se reveló hace apenas dos semanas, ascendió a los 1,42 billones de yenes, unos 12.310 millones de euros, cuando el precio calculado al ser Tokio elegida sede rondaba los 6.625 millones de euros. La cantidad se disparó debido principalmente al impacto de la pandemia, pero el gobierno de Abe cumplió con sus compromisos y siguió adelante con la organización.