Juan Sebastián Cabal y Robert Farah recuperan de a poco su mejor versión sobre tierra batida, en el Masters de Montecarlo. Los colombianos han encontrado un gran juego, imponiéndose en sus dos primeros juegos, y avanzaron a la siguiente ronda.
Los jugadores vallecaucanos no tuvieron mayores inconvenientes para superar a Santiago González y Andrés Molteni con parciales de 6-2 y 6-4 en poco más de una hora de juego.
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La pareja sudamericana a la que enfrentaron los colombianos ganaron el ATP de Córdoba y el de Buenos Aires, demostrando su excelente momento.
Cabal y Farah mostraron su supremacía al conseguir tres quiebres de servicio durante el juego. Además, ganaron 19 puntos más que sus rivales 61 vs 42, hecho que sin lugar a dudas los deja con buenas sensaciones de cara a la próxima instancia.
La pareja de caleños se observó mucho más firme en su primer servicio y sacaron adelante el partido sin muchos problemas.
Antes de este triunfo, los jugadores del Equipo Colsanitas habían dejado en el camino en un apretado partido a Sander Gille y Joran Vliegen por 7-6(4), 4-6 y 10-7. Ahora, en busca de igualar lo del año pasado los jugadores nacionales se medirán a los ganadores del duelo Nikola Mektic – Mate Pavic o Stefanos Tsitsipas y Petros Tsitsipas.
Los tenistas colombianos no han tenido el mejor inicio de la temporada, pues perdieron en la primera ronda del Masters de Miami, quedaron eliminados en los octavos de final del Indian Wells y llegaron hasta los cuartos de final del Abierto de México.
Actualmente, los colombianos ocupan el puesto 12 en el ranking ATP.
Son los mejores de la historia colombiana como pareja. Son la dupla número tres del mundo en la temporada 2016 y la mejor como tenistas de un mismo país. Cabal y Farah escriben su historia y la de un deporte en Colombia, porque en sencillos ningún compatriota ha logrado lo que ellos ya tienen en dobles.
Para llegar a donde están hoy, Cabal y Farah han tenido que vivir casi toda su existencia dedicada al tenis, a la disciplina, a perfeccionar la técnica, a entender que ser doblistas era el camino, a abandonar en el momento justo el sueño individual, porque el futuro era en equipo.
