
Mucho se ha hablado acerca de la forma en que el británico Chris Froome es capaz de tener un nivel tan alto en las pruebas de mayor exigencia, como sucedió recientemente en el Giro de Italia, donde quedó campeón, llevándose la maglia rosa.
Algunos de sus más fervientes críticos lo han señalado, junto con su equipo, el Sky, de realizar un plan sistemático de dopaje que ha logrado pasar desapercibido a lo largo de los años.
Otros, en cambio, hablan de dopaje mecánico, o electrónico, que consiste en poner pequeños motores, prácticamente imperceptibles, en las bicicletas, reduciendo de manera significativa el esfuerzo de los ciclistas.
[single-related post_id="882969"]
Recientemente la Unión Ciclista Internacional (UCI) informó que la bicicleta de Froome pasó por un total de seis controles a lo largo de las diferentes etapas del Giro de Italia, con el fin de luchar contra este tipo de prácticas.
La organización ciclista informó que se hizo una revisión especial en la etapa 19 del evento, la cual ganó y le significó el líderato en la clasificación general. Esta jornada tuvo la dificultad especial de ser un premio de alta montaña, en el que los competidores suelen ser más lentos y sufrir más desgaste.
"No se detectó nada anormal", explicó la UCI por medio de un comunicado, en el que también reveló que el entonces líder Simon Yates atravesó por once controles de este tipo.
Para intentar identificar la presencia de algún artefacto irregular, la bicicleta debe pasar por unas pruebas de rayos X que entran en funcionamiento cuando el competidor está cerca a la meta. De igual forma, la UCI puede hacer uso de cámaras térmicas que permitan detectar alguna irregularidad.
Así lo explicó el francés David Lappartient, presidente de la UCI: "El objetivo es demostrar (...) que todo el mundo pelea con las mismas armas".