
La sexualidad despliega un espectro muy amplio para disfrutar y explorar, aquí, llega una nueva posición: el 68.
En algunas ocasiones las personas viven su sexualidad de una forma limitada, sea por pereza o por falta de creatividad e información. Una persona en solitario, solo depende de ella misma para buscar cómo negociar y adquirir liberar esta necesidad del cuerpo, mientras que cuando se está en pareja y se estanca en la monotonía sexual, puede llegar a convertirse en un pecado el no variar en el momento intimo. Para esto, esta una posición poco conocida, la del 68.
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A diferencia de su posición hermana, el 69, con la cual el placer se divide equitativamente y se usó como excusa curiosa para celebrar el pasado 6 de septiembre el día mundial del sexo (6 del día, 9 del mes = 69), el 68 solo permite que una de las dos personas disfrute. Asimismo, es necesario que la persona que vaya a hacer de rol activo, tenga fuerza y resistencia para soportar la otra persona.
Para lograr con éxito y satisfacción el 68, la persona activa debe acostarse sobre su espalda en el suelo y luego flexionar las rodillas, lo que llama el signo del penitente, a continuación, la persona pasiva, quien probablemente, disfrutará más de esta idea, debe acostarse en posición contraria sobre la otra persona, así su cabeza quedará entre los muslos del activo y su entrepierna dará cara al rostro de esta persona.
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Alcanzando esta posición, la persona activa tendrá acceso a toda el área erógena genital del pasivo, sin importar su sexo. A pesar de que uno se encuentra encima del otro, cuando se es el pasivo se llegaría a lograr un punto de relajación y excitación que harán pensar distinto de las posiciones sexuales alternativas. Si se anima, la pareja se puede a cambiar el rol, de esta manera, ambos pueden disfrutar del 68.