La elección presidencial en Estados Unidos estuvo rodeada de hechos curiosos y nunca antes vistos. La celebración de la victoria de Joe Biden, como presidente, y Kamala Harris, como vicepresidente, no estuvo ausente de esas situaciones jocosas producto del contexto.
El pasado sábado, finalmente, el mundo conoció que el nuevo presidente de los Estados Unidos será Joe Biden, con el respaldo de Kamala Harris en la vicepresidencia. La elección más votada en la historia de ese país y en medio de una crisis política desatada por el actual mandatario Donald Trump, que ha insistido en denuncias de fraude.
Los comercios de Washington, la capital norteamericana, se protegieron con vallas y láminas de madera frente a posibles desórdenes públicos desde el 3 de noviembre por el resultado electoral. Otros cientos de seguidores de Trump protestaron y salieron a las calles para rechazar la elección de Biden, con manifestaciones también de supremacistas blancos.
Pese a los cuestionamientos del gobierno a la elección, Biden y Harris confirmaron su victoria y celebraron el resultado con 290 votos electorales con un evento en Washington frente a un público en automóvil que ondeaba banderas del país y hacía sonar los claxons.
Harris se enfocó en el hecho histórico de ser la primera mujer en la vicepresidencia de los Estados Unidos tras 45 antecesores, a lo cual se suma su ascendencia inmigrante y su identificación con las minorías afroamericanas, protagonistas de la historia estadounidense y de un movimiento mundial BlackLivesMatter durante este 2020.
"Soy la primera vicepresidenta de EE UU pero no seré la última", señaló la electa vicepresidenta luego de rememorar el camino de su madre oriunda de la India que jamás se habría imaginado que su hija llegara a ocupar ese cargo, pero no perdió la esperanza.
Biden, por su parte, hizo un llamado a la unión tras la derrota republicana, que también obtuvo la mayor cantidad de votos acumulada por un candidato en la historia. “Que esta nefasta era de satanización en Estados Unidos termine aquí y ahora”, señaló mientras golpeó con su puño el atril desde el que se dirigió a los americanos.
Aseguró que gobernará tanto para los demócratas, como los libertarios y demás partidos e ideologías políticas, por todos los norteamericanos. “Es hora de sanar heridas en Estados Unidos”, aseguró y agregó que desde ese mismo día conformaría un grupo de expertos para definir el plan de atención a la pandemia de coronavirus.
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Tras su intervenciones que duraron 11 minutos para Harris y poco menos de 17 minutos para Biden, los dos electos y sus familias, así como asesores políticos, subieron a la tarima para agradecer a sus votantes y celebrar juntos el esperado resultado electoral.
Luego del abrazo entre Harris y Biden, sucedió el curioso hecho que provocó un gran susto a los anfitriones. Mientras saludaban al público en medio de los claxons, un sonido parecido a un disparo alertó a los presentes, en especial a Kamala y su esposo, a quienes les tembló el cuerpo frente al impacto.
Todo se debió a la detonación de un cañón de confeti rojo que había sido dispuesto como el inicio de los fuegos artificiales y de luces que clausuró la celebración pública de la victoria, frente a un emocionado grupo de asistentes, entre los que se pudo ver lágrimas y exaltación causada por la felicidad.
Incluso Joe Biden fue sorprendido por el sonido del cañón y agarró del brazo a su esposa Jill, quien lo acompañaba en la tarima. Luego miró hacia el cielo, aún con rostro de asombro, para observar los papeles brillantes que caían sobre ellos.
Sin duda, la polarización interna producida por las elecciones, la emoción y la posición de ocupar el cargo más importante en la principal potencia mundial, les jugó una mala pasada a los electos mandatarios de los Estados Unidos.