
Linda Guacharaca, una famosa perrita que suele contar su vida a través de su ama en el blog: ‘El mundo a cuatro patas, Relatos de una perrita callejera trotamundos’, le escribió una conmovedora carta de despedida a Steven Heller, su “papá biológico” y quien fue asesinado en el municipio de La Vega (Cundinamarca) por robarle su bicicleta.
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La entrada, titulada ‘Vuela alto, papá’, es una protesta social y rechazo a la violencia que se vive en el país. Lea a continuación la carta que Linda Guacharaca, conocida como una auténtica superviviente, le escribió a su gran amigo: Steven Heller.
“Desde que escuché a mi mamá llorar, gritando su nombre, en el café de internet donde recibimos la noticia, estoy escondida tras la mesa, enredada entre los cables, inmóvil. Quienes se asoman sólo alcanzan a ver mis almohadillas traseras.
Le debo mucho a Steven. Le debo la vida. Si él no hubiera dejado subirme en su carro -algo que no muchas personas hubieran aceptado en el estado en que me encontraba-, hoy no estaría escribiéndoles desde la isla de Providencia (la historia: aquí y aquí). Él fue el apoyo de mi mamá y la persona con quien discutía todas sus debacles sobre mí durante los primeros meses, también fue quien me cuidó cuando ella tenía algo que hacer donde no podía llevarme (aquí). En su casa, cuando me dejaba con él, conocí a muchas de las personas que se convirtieron en lectoras de mi blog, y que hoy escribieron a mi mamá, incluso sin conocerla, para informarle de lo ocurrido.
Hacía bastantes días que no nos veíamos, porque Bogotá es muy grande y vivíamos en extremos diferentes de la ciudad. En enero mi mamá se fue con mi papá adoptivo unos días a Ecuador. Su primera opción fue dejarme con él, porque ambos lo disfrutábamos mucho, pero en ese momento se encontraba organizando su nuevo hogar con la mujer que había conocido hacía un par de meses y de la se encontraba profundamente enamorado. Por fin, después de muchos años repartiendo amor por doquier (del blog de mi mamá: aquí), encontró la persona con la que compartir su vida que tanto había añorado.
-La próxima vez nos quedamos encantados con ella-, le prometió a mi mamá en una de sus últimas conversaciones por teléfono.
Murió como era típico de mi papá: ayudando a alguien.
Al parecer amarraron a su novia a un árbol y, cuando gritó para pedir ayuda, lo apuñalaron.
Murió desangrado.
Ya nunca podrá tener hijos bípedos, uno de sus mayores deseos: su única descendencia seré yo.
Agradezco cada día, hora y minuto que jugamos, cada paseo que dimos por la Candelaria, haber podido escucharte llamarme “señorita Guacharaca” (aquí), haber visto tu sonrisa de oreja a oreja cada vez que aparecías frente a nuestra puerta y yo te reconocía, corría hacia ti aullando y saltándote encima, y haber sentido tus ojos sonrientes que no podías apartar de mí, cuando estábamos juntos, como un padre orgulloso…
Siempre me animaste a escribir el libro de mi vida, de mis aventuras, y hoy, en tu honor, voy a empezar. Y te lo voy a dedicar.
Nos vas a hacer mucha falta, papá.
Linda junto a Steven Heller.
Vuela alto, muy alto, con tu eterna sonrisa, y míranos correr por la playa, mira cómo gracias a ti otras personas se unen, mira la enorme familia que dejaste: todos los seres, repartidos por todo el mundo, que tocaste con tu luz y que te recordaremos siempre, sintiéndonos honrados por habernos cruzado en tu camino.
Te quiero mucho,
Linda Guacharaca Milagros Morgan Heller”.
Para conocer más historias y detalles de las aventuras de Linda Guacharaca ingrese a El mundo a cuatro patas.
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