
Estadio Soccer City en Johannesburgo, julio del 2010. Arjen Robben corre hacía la portería con la responsabilidad de anotar el gol que le dé la gloria a Holanda, la gloria esquiva en dos finales de Copa del Mundo. En frente el portero Iker Casillas. El delantero falla y Casillas se transforma en héroe al atajar el mano a mano. Minutos más tarde, España se corona campeón del mundial de fútbol y Robben se queda con las manos vacías.
Cuatro años después, ahora en Brasil, Arjen Robben tuvo al mismo rival enfrente en un campeonato del mundo, ahora en una fase de grupos. Con las apuestas en su contra, el partido inició y la revancha estaba en su mente. Una vez más tuvo cara a cara a Iker Casillas, pero esta vez él fue el vencedor. Con gran habilidad eludió al arquero, que abatido quedó a gatas mientras veía su arco caer ante el crack naranja. Robben, después del pitazo del juez salió aplaudido y felicitado por sus dos goles y la victoria 5-1 ante España.
Para Arjen, vencer al portero español no fue un desafío tan importante como vencer a la muerte. El zurdo neerlandés tuvo un episodio gris en su vida por culpa de una enfermedad que casi lo margina de las canchas para siempre. Un cáncer de testículo fue su mayor rival cuando apenas era un chico y se mostraba como un jugador promisorio en el fútbol holandés.
Apenas arrancaba su carrera profesional como jugador de PSV Eindhoven, cuando un diario anunció que a Arjen Robben le detectaron un tumor benigno. “No supe que hacer”, afirmó el delantero en aquel entonces.
Robben estuvo cerca de abandonar el fútbol por causa de una depresión.
Fueron días difíciles para el crack, que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. La operación fue exitosa y el cáncer se fue del cuerpo, pero no del alma. Las ilusiones deportivas de Arjen se derrumbaron y el zurdo se vio inmerso en una profunda depresión.
Con su carrera casi desecha, un amigo se acercó y le regaló un libro. Ahí, Lance Armstrong contaba su historia personal, que para aquellos tiempos era ejemplo de vida en el deporte. “¿Para qué quisiera un libro como este?”, dijo Robben a su amigo. “Léelo, no se trata de un libro de bicicletas”. El jugador lo leyó y su carrera tomó un segundo envión. Diez meses después de la operación confesó: “tuve miedo vivir sin que el fútbol fuera lo más importante en mi vida”.
Luego del cáncer, al hábil delantero le toco convivir con el viacrucis de las lesiones. La primera estación la padeció en el PSV en la que sufrió una rotura fibrilar por lo cual fue sometido a una cirugía. La recuperación fue lenta pero cuando reapareció eclipsó al fútbol europeo, por lo que Chelsea decidió pagar por él 18 millones de euros.
Las lesiones lo hicieron acreedor del mote 'El crack de cristal'
Allí no corrió con mucha suerte. Recién llegado, Robben sufrió una fractura del empeine derecho en un partido de preparación ante Roma, lo cual lo volvió a dejar por fuera del terreno de juego. José Mourinho no lo pudo poner en las primeras fechas pero luego fue titular y campeón de la Premier League.
Superado el mal trago de la enfermedad, el panorama se despejó y una vez más soñó con estar entre los grandes cracks europeos. Pero no fue así, esta vez un problema en el menisco de su rodilla derecha lo alejaba de las canchas por un buen tiempo y se perdió las instancias definitivas de la Champions League en la temporada 2005-2006.
Por fin, La vida le dio un giro y mantuvo la regularidad necesaria para ser comprado por Real Madrid en algo más de 36 millones de euros. Pero las lesiones reaparecieron, por lo que nació el apodo del ‘Crack de Cristal’. Arjen Robben se marchó de Madrid maltratado por los hinchas y su nuevo destino fue Bayern Munich en 2009.
Los problemas de lesiones continuaron en su aventura alemana y se la pasó más por fuera de las canchas que adentro. Su presencia en el mundial fue toda una duda pero el atacante alcanzó a recuperarse y llevó a la ‘Naranja Mecánica’ a una nueva final 32 años después. La frustración de no vencer a Casillas no lo derrumbó y se preparó 4 años para obtener su revancha.
En Johannesburgo, frente a frente a Casillas, Robben perdió el duelo. Cuatro años más tarde tuvo su revancha.
En ese tiempo, Robben apostó por su fortaleza física pero también se dedicó a mirar la vida más allá del fútbol. Se convirtió en empresario y creó la cadena de restaurantes ‘Arjen el Hambriento’ en Ámsterdam. No contento con eso, el ‘Crack de Cristal’ tiene su propia marca de vodka e incursionó en el mundo de la moda neerlandesa. Su patrimonio se duplicó a medida que los negocios prosperaron, al punto de hoy ser estimados en 215 millones de euros.
Volvió a un mundial, a resolver una cuenta pendiente. Brasil lo recibió ávido de ver al nuevo Robben, más maduro, sin fantasmas en su cabeza. Venció a Casillas pero además rompió el récord de velocidad en un terreno de juego, corriendo a más de 37 kilómetros por hora. Rápido, Arjen le ganó la carrera al cáncer, a sus lesiones, y a las frustraciones dentro de la cancha. La meta se ve más cerca que nunca, ser campeón del mundo. Para alguien invencible como Robben, todo es posible.
Robben sueña con ser campeón del mundo, y a juzgar por lo que ha vencido, todo es posible.



