Paloma Valencia

Abogada y política colombiana. Senadora de la República de Colombia por el Partido Centro Democrático desde 2014.

Paloma Valencia

Venezuela libre

El final del régimen de Maduro se ha convertido en un deseo de miles de ciudadanos de muy variadas nacionalidades. Sin duda, María Corina es un tremendo símbolo de libertad. Verla aparecer en una manifestación y alentar la resistencia es un hecho emocionante. Ha encendido en los venezolanos, como nunca antes, la ilusión de que el país volverá a pertenecerles.

Pese a todas las trampas del régimen para evitar unas elecciones libres, los venezolanos votaron y eligieron su presidente: Edmundo González. La presidente hubiera sido María Corina, sin duda, pero Maduro la inhabilitó.

La oposición con su organización política logró recuperar el 84% de las actas. La victoria fue contundente: González obtuvo más de 7 millones de votos. Maduro solo obtuvo el 30% de la votación.

Algunos gobiernos como los de Colombia y Brasil, ante la evidencia, pidieron al régimen mostrar las actas, que nunca las mostró. Sin embargo, esos gobiernos enviaron delegados para tomar parte de la pantomima de posesión de Maduro. Se convirtieron en cómplices del robo a la democracia y la continuidad de una dictadura. Solo los mandatarios de Cuba y Nicaragua asistieron personalmente; no tienen que disimular, tienen el mismo modelo totalitario.

Por estos días nos hemos preguntado cómo se caen las dictaduras. En la lista aparecen los eventos violentos, la intervención de otras potencias, el sometimiento a los procesos democráticos y el respeto a los resultados. Ninguna de estas opciones ha ocurrido en Venezuela. Maduro es la cabeza de una organización integrada por varias otras estructuras criminales. Están las FARC y el ELN convertidas en guerrillas transnacionales, el cartel de los soles y otra cantidad de delincuentes a los que se les otorgaron partes del país para su explotación ilegal. Creo que la salida de Maduro, a estas alturas, requiere que la Corte Penal Internacional libre una orden de captura y lo capture. Vale la pena recordar que el Presidente Duque promovió la denuncia internacional, la cual acompañaron varios países latinoamericanos. Está también la jugosa recompensa de los EE.UU.

Desde la frontera en Cúcuta clamamos por la libertad para los venezolanos, que pueda regresar la democracia y con ella todos los exiliados. El de Venezuela ha sido el éxodo humano más grande. El régimen, además de violento y torturador, solo ha traído pobreza y desolación.

La democracia, tan simple y, a veces, tan lenta en su capacidad de cambio, nos protege de tiranías. Hoy, sin embargo, a través de las redes sociales, el populismo se ha convertido en un potente enemigo, casi invencible. Se nos presenta con un abrigo de buenas intenciones y ofrece soluciones fáciles, basadas en que todos los problemas están causados por un grupo específico que pretende derrotar. Sostiene que no hay complejidad en los problemas, solo maldad o mediocridad en los gobernantes. Se muestra afable, fuerte o generoso; lo cierto es que no tiene en su pasado ninguna ejecutoria que respalde sus promesas. Y en medio de la frustración y los deseos de cambio que nos habitan, nos seduce. Qué fácil se cae en el populismo y qué sencillo para el populismo destruir la institucionalidad. Con ella a sus pies, la voluntad del populista determinará el rumbo, puede girar hacia el tirano sin contención posible. Y entonces, cuán difícil será recuperar la democracia. Es una lección para todos.

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Paloma Valencia
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