En los años noventa, Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa publicaron con cierto éxito el Manual del perfecto idiota latinoamericano que se presentó como la antítesis al libro Las venas abiertas de América Latina publicado en 1971 por Eduardo Galeano, un icono de la izquierda de estas tierras. Los autores de aquel “manual” llamaban a cambiar con su obra el rumbo del subcontinente por la vía del liberalismo tanto en el plano civil como en el plano económico.
Por su parte Eduardo Galeano al cabo de los años, hizo autocrítica de la que había sido la Biblia del mamertismo en la región. Reconoció que cuando escribió aquello no tenía suficiente formación en economía y política, que presentaba una visión muy simplista de la historia del continente, que el libro representaba una etapa ya superada de su vida; que era pesadísimo y que si lo releyera hoy “caería desmayado”. Recuerdo la escena de Hugo Chávez entregando a Barack Obama como regalo aquella obra, en una ceremonia que uno no sabía si sentir ternura o vergüenza ajena.
Esto viene a cuento por el conflicto diplomático que estalló esta semana entre México y España por cuenta de la nueva integrante del “progresismo” regional, Claudia Sheinbaum, presidente electa de México, que por lo que se ve, necesita un repaso de la obra de aquellos tres tenores. El episodio demuestra que no hay nada nuevo bajo el sol de estos platanales: la nueva presidente del país azteca ha vetado la presencia del rey Felipe VI a la ceremonia de su toma de posesión por negarse el rey de España a pedir perdón por el descubrimiento de América. Bueno, ella dice que por lo malos que fueron los españoles como consecuencia de aquel encontronazo de Cristóbal Colón cuando quiso ir a Japón por una ruta diferente a la entonces conocida.
Poniéndonos al nivel de la señora propongo a los amables lectores de esta columna dos ejemplos equivalentes de lo que la doña está pidiendo. Qué tal si en todas la visitas oficiales a las que acude el presidente de la República Federal de Alemania se le obligara antes a pedir perdón por haber llevado ese país a la Segunda Guerra Mundial. Y ya puestos a elevar el nivel del absurdo, qué tal si el 1 de octubre de 2049, cuando se cumpla el primer centenario de la creación de la República Popular China, el presidente de ese país exija a su homólogo de Mongolia, para asistir como invitado a los actos conmemorativos, que pida antes perdón por las tropelías de Genjis Khan en territorio chino durante sus lejanas conquistas en el siglo XIII.
Pero sorpréndase ustedes: el diario español El País, egregio portavoz del mamertismo hispano, pedía en estos días en editorial, a propósito del incidente diplomático entre los dos países, que “España, no solo las instituciones, también la sociedad, debe reflexionar sobre la forma en que se cuenta a sí misma y al mundo los hechos de la Conquista”. En tal caso, digo yo, resultaría muy útil la lectura de la obra de un historiador argentino, Marcelo Gullo, autor del libro Madre Patria, que se ocupa en profundidad del asunto.
En el origen de todo este enredo está la carta que en su momento Andrés Manuel López Obrador, AMLO para los amigos, escribió al rey de España exigiendo que pidiera perdón por la conquista de América y Felipe VI, que tiene bastante con los asuntos familiares y el disparate de Gobierno de su país, dio la callada por respuesta. Así que Claudia Sheinbaum, alumna aventajada de AMLO, insistió en que si el rey de España quería estar en su puesta de largo presidencial tenía que responder a la carta de su maestro.
Quien sí ha respondido a la carta de AMLO ha sido el arriba citado profesor Marcelo Gullo con una larga misiva que no tiene presa mala. Nunca mejor dicho lo de presa porque desmenuza con lujo de detalles las matanzas de los aztecas a las tribus centroamericanas, y lo bien que les vino a estos pobres en el vecindario azteca la llegada de Hernán Cortés al territorio de lo que hoy es México. “En 1487, para festejar la finalización de la construcción del gran templo de Tenochtitlán –del cual usted, el pasado 13 de agosto, inauguró una maqueta monumental– las víctimas del sacrificio formaban cuatro filas que se extendieron a lo largo de la calzada que unía las islas de Tenochtitlán”, comienza recordándole el profesor Gullo a AMLO, que además de apellidarse López es de origen asturiano.
Y continúa así Marcelo Gullo: “Se calcula que en esos cuatro días de festejo los aztecas asesinaron entre 20.000 y 24.000 personas” (se entiende que miembros de tribus vecinas) y, después de citar a historiadores incluso muy críticos con el papel de España en América como William Prescott, entra en detalles más propios de una carnicería que de un ceremonial religioso. Para concluir que, como toda aquella carne no se podía desperdiciar, los pobres aztecas tan maltratados por Hernán Cortés, se la comieron. A veces en cuestión de historia es mejor no ir por lana porque se vuelve trasquilado.
Pero estas cosas una perfecta idiota latinoamericana no está dispuesta nunca a entenderlas. España dejó en México el país más rico de América; más que Estados Unidos, que terminó arrebatándole el petróleo de Texas, el oro de California, además de Nevada, Utah, Colorado y Arizona. 2.378.539 kilómetros cuadrados de su territorio, y a quien ahora Sheinbaum le exige disculpas es a Felipe VI. México, que fue siempre un modelo de diplomacia en América Latina, ha caído en ese sentido al nivel de Colombia, Venezuela o Nicaragua. Una lástima.
