Enmarañada la reforma de salud. Se fue Carolina Corcho y todos pensamos que, con Guillermo Alfonso Jaramillo, tendría otro camino. El de la sensatez y el dialogo, el de la discusión y los acuerdos y llegaría el consenso para impulsarla. Los principios de la Ley Estatuaria del 2015 serían la base y lo único que había que hacer era seguirlos. Pero no…más que la dialéctica sobre las normas hay una franca oposición y abrió la sepultura a su implementación.
El nuevo ministro -a quien no conozco- entró al gabinete zapateando con el pie izquierdo. Tiene unos antecedentes políticos y una experiencia administrativa en cargos que muy pocos colombianos la pueden homologar. Cargos administrativos todos y paso por el legislativo -sin dejar huellas- los que estaban disponibles. Pero hay algo que molesta y es el conflicto de interés que tiene su esposa y que debe renunciar pronto para que este funcionario camine con los ojos abiertos y la mirada limpia durante el tránsito de la reforma.
A mediados de abril del 2023 y desde la Academia Nacional de Medicina se expidió un comunicado público donde los firmantes expusieron en forma clara las opiniones sobre la reforma. La base es el progreso de la Ley Estatuaria 1751 del 2015 y el anhelo colectivo de su desarrollo completo. ¿Quién se opone al fortalecimiento de la atención primaria y a la red pública de atención? El impulso de la participación ciudadana es una necesidad y hacer respetar la autonomía de los profesionales de la salud relegando las autorizaciones. Fortalecer la auditoria del sistema y establecer todo un cronograma para que el personal sanitario encuentre en ese camino los implementos de su desarrollo profesional y personal.
Se mencionan puntos para discutir: la capacidad del Consejo Nacional de Salud y sus funciones, no se es claro sobre quien reemplaza las EPS y cómo van a operar, en duda quien responde por el riesgo operativo, el financiero y particularmente el de salud. Se lee en el fondo de la reforma, como en todos los actos del gobierno carrera sin análisis, incertidumbre sin reflexión e indisciplina sin método.
Ayer se publica un texto bien interesante, Pacto Nacional por la Salud, que analiza los estamentos de la reforma y claramente pide al gobierno retirarla. Hay varios puntos, pero uno de entrada es cuestionar la libre escogencia por parte de los ciudadanos de su asegurador y amenaza los principios básicos de la Constitución Nacional. Amenaza la reforma la libertad -eje central de cualquier cambio- que debe tener el usuario para decir cuál es el mejor asegurador y porque reúne los requisitos de su decisión. Estatizar la salud y que esto lleve a privar de la autonomía a los usuarios le quita los beneficios a la nueva norma.
Enumera el documento múltiples fallas que exponen el sistema a la politización y el uso dispersos de los recursos. Le quita el impulso y las ganas al sistema privado de participar y crea un escenario público de organización. No hay funcione limitadas y el ADRES no tiene la capacidad técnica para este manejo tan complejo. Las EPS desaparecen gradualmente y las Gestoras de Salud y Vida durante el tránsito se encargarían de sepultarlas. ¿Por qué no conservar 5 de ellas que funcionan y mantienen una población además de satisfecha, protegidas?
Durante estos meses he tratado de encontrar las verdades de la reforma y a conciencia he pensado sobre el tema. La atención primaria en salud y los reglamentos para un desarrollo armónico de los profesionales sanitarios me parece una de ellas. Nadie se opone a este par de certezas. Politizar el sistema es el gran riesgo de estabilizarlo; no me atrevo a considerar las funciones delegadas que estarían en personas bajo el tinte político de quien benefician. Acabar con las EPS me parece inapropiado y las que sean eficientes hay que protegerlas y estimularla. Exigirle que cumplan particularmente en la prevención y promoción: la medicina primaria es la raíz de todo sistema de salud. Hemos hablado siempre y más en salud de las alianzas público-privada, una nueva norma que las elimine no nos parece sana y productiva. No he podido comprender como se llega a las áreas apartadas donde el colombiano olvidado carece de protección en salud, acá en donde la gestión de las EPS debe direccionarse.
Ahora bien, se necesita una reforma que quiebre el sistema y asfixie sus recursos financieros para encontrar puntos cercanos a la equidad y conciliación. No lo creo. Implementar la Ley Estatutaria es la meta indeclinable para mejorar nuestro sistema. No destruir lo que hemos elaborado paso a paso durante los últimos 30 años.
Diptongo: cuando renunciará la esposa del ministro