El pasado 11 de septiembre tuvimos que darle un adiós a Rodrigo Gutiérrez, uno de los miembros de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo de 1994, popularmente conocida como la Misión de los 10 Sabios.
Los que tuvieron el privilegio de trabajar con él lo recuerdan como alguien tremendamente organizado que iniciaba sus jornadas laborales a las 7 de la mañana y que sólo a partir de las 10 atendía llamadas, de forma que tenía 3 horas para adelantar sus labores con la tranquilidad del silencio. Incluso tenía un documento llamado Rutina de Eficiencia en el que describía cómo combinar tiempo y energía para lograr impactar el trabajo diario.
Gracias a esa disciplina logró, en los 42 años en que trabajó en Corona, transformarla de una empresa nacional a una organización con alcance internacional. Sin embargo, Rodrigo Gutiérrez no se conformó con ser un exitoso empresario, sino que buscaba generar conexiones entre lo público y lo privado que impactaran el desarrollo de nuestro país. Fue por esa claridad conceptual que el presidente Gaviria lo seleccionara entre los 10 sabios que conformaron la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo de 1994.
Guillermo Carvajalino, ex director de la Fundación Corona, lo describe como un empresario renacentista por su capacidad de combinar el rigor de los procedimientos industriales con la creatividad de las notas musicales. Bajo estas dos premisas generó cambios innovadores, primero en Corona, luego en los Homecenters y finalmente, en las corporaciones que apoyó. Clemente Forero, ex director de Colciencias quien compartió con él en la Misión de 1994, lo recuerda como un empresario que comprendía como ninguno las complejas relaciones entre ciencia y productividad, y la necesidad de pensarlas en el largo plazo. Finalmente, Jorge Hernán Cárdenas, ex director de la Fundación Corona, acentúa la gran capacidad de Rodrigo Gutiérrez de organización, lo cual le permitía tener tiempo para todo.
Rodrigo Gutiérrez se graduó de economista de la Universidad de los Andes en 1955 y como tal, tuvo una sensibilidad especial por la construcción social desde el sector privado. Entendía el rol del empresario en la construcción de sociedad y por ello instaba y daba ejemplo en la estructuración de modelos para permitir que los empresarios impactaran el desarrollo social. Entre sus legados sociales está su capacidad para identificar problemáticas en la comunidad y buscar personas u organizaciones que ayudaran a solucionarlas. Fue así como, frente al problema de la paz, convocó a varias empresas para crear la Fundación Ideas para la Paz, frente al bajo nivel de justicia en Colombia ayudó a crear la Corporación Excelencia por la Justicia, frente a los retos en educación impulsó la Corporación Empresarios por la Educación, frente a los problemas con la gestión de la salud promovió la creación del Centro de Gestión Hospitalaria y frente a los retos de desarrollo sostenible o de mitigación del cambio climático fue parte de los creadores de Cecodes.
Pocos empresarios colombianos pueden dar cuenta de unos logros tan relevantes tanto a nivel privado como a nivel comunitario. Sin embargo, eso no lo convirtió en persona arrogante ni despectiva. Es más, los que tuvieron el privilegio de trabajar con él lo recuerdan como un gran maestro que frente a los problemas los instaba a buscar soluciones a partir de su propia iniciativa.
Puede que tengamos que despedirnos de Rodrigo Gutiérrez, sin embargo, las personas como él nunca mueren pues quedan en las organizaciones que creó y en la memoria de todos los que impactó durante su vida. Ojalá las personas y empresas sigan irradiando el legado de ese gran empresario y filántropo para fortalecer el desarrollo de Colombia.