Pocas bolas le han parado a mi propuesta de estudiar el caso de Venezuela para aplicarlo con urgencia en Colombia, por lo que me permito insistir en el tema. Es necesario tener en cuenta que ni los más escépticos con la oposición liderada por María Corina Machado pueden negar la importancia y el impacto de las acciones emprendidas contra la dictadura sanguinaria de Maduro y su banda de criminales. Habría que analizar los puntos en común entre el régimen chavista que lleva veinticuatro años en el poder y el que llevamos padeciendo los colombianos en los dos últimos años. Resalta que ambos son criminales desde distintos campos de acción, comenzando por su descarada corrupción y continuando con sus alianzas con el narco terrorismo y el narco paramilitarismo. La cuestión de la producción y tráfico de estupefacientes no es solamente un punto en común entre las dos tiranías sino también que son socios entre ellas en un negocio que trae tan nefastas consecuencias a los dos países. Su actuar criminal se amplía a campos como el de la explotación ilegal de los recursos naturales; igualmente a los frenos a la explotación legal de los mismos.
Lo mencionado arriba es lo más notorio, pero hay muchas más acciones que se entrelazan camuflándose cuando se utiliza al estado como el fortín desde el que se puede actuar con total impunidad. No hay que olvidar que estos tipos detestables de regímenes tienen su fundamento en los principios fascistas que pregonan que el Estado lo es todo. Veintitantos años los venezolanos han presenciado atónitos lo que eso les ha significado en el detrimento de su calidad de vida; de manera acelerada los colombianos, en tan solo dos años, estamos penamente conscientes de un deterioro creciente que nos podría llevar a la miseria si no le ponemos coto.
El rechazo de parte de estos tiranos a unas elecciones libres es otro aspecto que los acerca al fascismo. Bajo el pretexto de que el fascismo es ultraderechista y que ellos son ultraizquierdistas, tanto Maduro como Petro, expertos en travestismo, se disfrazan de demócratas ocultando su verdadera naturaleza que, si no fuera por su pequeñez, llegarían a ser catalogados como los Hitler y Mussolini del presente, quienes son sus maestros en el ejercicio criminal del gobierno. Por ello insisto en que el ejemplo del proceso electoral seguido por el movimiento encabezado por María Corina debe ser seguido por los colombianos desde ahora hasta 2026. Jamás veremos unas elecciones transparentes mientras tipos como Maduro y Petro sean los que las controlen.
La creación de una coalición opositora similar a la de Venezuela, cuyo nombre es el de la Plataforma Unitaria Democrática, debería ser el primer punto de la agenda para las próximas elecciones presidenciales en Colombia. Pasar luego a convocar a unos comicios en los que el pueblo decida quién será su candidato único como representante de la oposición al régimen. En Venezuela no se tuvo en cuenta al corrupto Consejo Nacional Electoral y acá como allá tampoco debería tenerse en cuenta a la corrupta Registraduría. Todo el proceso venezolano debería ser estudiado cuidadosamente y seguir al pie de la letra lo que funcionó y corregir los errores que se pudieron cometer. Es asombroso ver como en plena dictadura los valientes venezolanos lograron llevar unas elecciones independientes en las narices del régimen dictatorial y criminal al que no le alcanzó la represión ni la censura para detenerlo, como tampoco a los infiltrados en el movimiento opositor que estaban ahí para sabotearlo.
Considero un triunfo de la libertad lo que la oposición en Venezuela ha alcanzado y las multitudinarias manifestaciones presenciadas hace pocos días en el mismo país como en el exterior lo demuestran. No esperemos a estar en el abismo más oscuro para que nos decidamos a actuar. Traguémonos ese orgullo que nos ha hecho considerarnos mejores que los cubanos, mejores que los bolivianos, mejores que los nicaragüenses, mejores que los venezolanos y que nunca caeríamos en las garras del Socialismo del siglo XXI y, con modestia, pongámonos a estudiar para replicar lo que los valientes venezolanos pusieron en práctica. Venezuela, después de lo vivido en el último mes, no va a seguir siendo la misma, para mejor; Colombia, si no sigue sus pasos, tampoco será la misma, para peor.