"A propósito de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, es terrible registrar una realidad desgarradora, los feminicidios en Bogotá, estos vejámenes revelan una crisis profunda que exige atención inmediata. Durante el año 2023, la capital colombiana se convirtió en un escenario de horror, con 14 mujeres brutalmente arrebatadas por el feminicidio, mientras que a nivel nacional, se registraron 410 casos en apenas nueve meses. Estas cifras alarmantes no solo son un reflejo de la violencia letal que enfrentan las mujeres día a día, sino también un llamado urgente a la acción y la solidaridad de toda la sociedad colombiana."
La violencia de género sigue siendo una problemática insidiosa que infecta cada rincón de nuestra sociedad, y las cifras son un testimonio desgarrador de esta realidad. Durante el año 2023, Bogotá, la capital colombiana, se convirtió en un escenario de horror, con 14 mujeres brutalmente arrebatadas por el feminicidio, según datos alarmantes de la Secretaría de la Mujer. Pero eso no es todo; 195 mujeres más fueron víctimas de la violencia letal en esta misma ciudad, marcando un aumento drástico y aterrador en comparación con años anteriores.
Y no podemos ignorar el panorama Nacional. En Colombia, entre enero y septiembre de 2023, se registraron 410 feminicidios, una cifra que debería helar la sangre de cualquier persona con un mínimo de humanidad. Y lo que es aún más alarmante es que en lo que va del 2024, ya hemos superado la cifra de feminicidios del mismo período del año anterior. ¿Cuántas vidas más deben perderse antes de que tomemos medidas drásticas y efectivas?
La Procuraduría anunció medidas, sí, pero ¿dónde están los resultados tangibles? ¿Qué estamos haciendo realmente para proteger a las mujeres y erradicar esta violencia despiadada? Establecer agencias especiales y alertas de priorización es solo el primer paso. Necesitamos un compromiso real y continuo de todas las instituciones y de toda la sociedad para garantizar la seguridad y la justicia para todas las mujeres.
La inacción y la indiferencia hacia la violencia de género son inaceptables. Es indignante ver cómo, a pesar de las alarmantes estadísticas y los llamados desesperados de la sociedad civil, muchas veces las autoridades no actúan con la diligencia y la seriedad que esta crisis demanda. Demasiadas veces vemos casos de mujeres que denuncian abusos y amenazas, solo para ser ignoradas o minimizadas, hasta que se convierten en otra cifra trágica en las estadísticas de feminicidios.
La falta de recursos y de infraestructura dedicada a la protección de las mujeres también es una vergüenza nacional. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI muchas mujeres no tengan acceso a refugios seguros o a servicios de atención psicológica y legal? Es hora de que los gobiernos y las instituciones asignen los recursos adecuados y tomen medidas concretas para garantizar la seguridad y el bienestar de todas las mujeres, sin excepción.
Además, es crucial señalar que la violencia de género no se limita únicamente a los casos extremos de feminicidio. También se manifiesta de muchas otras formas insidiosas, como el acoso callejero, la discriminación laboral y la violencia psicológica. Estas formas de violencia, aunque menos visibles, son igualmente dañinas y contribuyen a perpetuar un clima de miedo y opresión para las mujeres en todas las esferas de la vida. Es fundamental que abordemos estas manifestaciones de violencia con la misma seriedad y determinación que los casos más graves de feminicidio.
La lucha contra la violencia de género no es solo una responsabilidad de las instituciones gubernamentales y las organizaciones de la sociedad civil, sino también de cada individuo. Debemos desafiar activamente las actitudes y los comportamientos machistas que perpetúan esta violencia. Desde el lenguaje sexista hasta la tolerancia hacia el abuso, cada pequeña acción cuenta en la construcción de una cultura de respeto y equidad de género.
Además, es crucial brindar un apoyo integral a las víctimas de violencia de género, asegurándoles que no están solas y que hay recursos disponibles para ayudarlas a salir de situaciones peligrosas. Es necesario fortalecer los sistemas de atención y protección a las víctimas, garantizando que tengan acceso a asistencia legal, atención médica, asesoramiento psicológico y refugio seguro. Solo así podremos ofrecer un verdadero camino hacia la recuperación y la justicia para las mujeres que han sufrido la violencia de género.
En última instancia, erradicar la violencia de género requiere un compromiso inquebrantable de toda la sociedad. No podemos permitirnos ser espectadores pasivos mientras nuestras hermanas, hijas, madres y amigas siguen siendo víctimas de esta violencia despiadada. Es hora de levantarnos juntos, como comunidad, para desafiar las estructuras de poder desiguales y crear un mundo donde todas las mujeres puedan vivir libres de miedo y opresión.
Cada vida perdida por la violencia de género es una tragedia que nos concierne a todos. Tomemos acción ahora, en solidaridad y con determinación, para construir un futuro más seguro y justo para las generaciones venideras. No podemos cambiar el pasado, pero podemos y debemos moldear un mañana donde la igualdad, el respeto y el amor sean los pilares fundamentales de nuestra sociedad.