Lee uno los análisis de la prensa internacional sobre el resultado de las recientes elecciones mexicanas y tiene la sensación de que falta algo.
No sé si por la naturaleza misma del país —el mayor conglomerado de hispanohablantes del mundo— si por la particularidad de haber vivido más de setenta años bajo el dominio de un partido único —que algo deja en el imaginario colectivo— o si por la ferocidad y siniestra eficacia de sus delincuentes; pero algo falta. La novedad de una mujer, Claudia Sheinbaum, como jefe del nuevo ejecutivo, su perfil de científica seria y con reputación de diligente tecnócrata, parecen centrar el interés de los analistas.
Es más, la posibilidad de que el mandato de Sheinbaum sea tutelado en los años venideros por su mentor, Andrés Manuel López Obrador, AMLO, cosa que se ha debatido con seriedad durante la campaña, contribuye a esa desazón. En México, a excepción del caso de Plutarco Elías Calle en los años 20 del siglo pasado, los expresidentes no interfieren para nada en la política nacional después de acabar su sexenio. Que se debata, pues, si AMLO va a seguir mandando en la sombra o no me resulta como mínimo chocante.
Jorge Zepeda Patterson, biógrafo y estrecho colaborador de Claudia Sheinbaum, asegura que el carácter de la nueva presidente mexicana está muy lejos de ser “de papel”. Para el también escritor y analista político resulta imposible que la señora Sheinbaum se convierta en un títere de López Obrador. Y basa su afirmación en la sólida formación académica y en la experiencia profesional que caracterizan a la ex jefe de Gobierno de Ciudad de México.
Y de repente, entre tanto ditirambo, encuentra uno la primera reacción de Gustavo Petro ante el triunfo de su “amiga”: “Claudia ayudó en los tiempos de la clandestinidad al M-19 en México. Desde muy joven ha sido una gran luchadora social. Una mujer de izquierda dirigiendo una de las naciones más grandes del mundo”. Claro que Petro es un izquierdista de los de antes de la caída del Muro de Berlín, y en cambio la señora Sheinbaum sí puede haber evolucionado. De todas formas, se encienden las alarmas.
Y, efectivamente, ese elemento que parecía faltar en el análisis nos lo viene a dar Michael Stott, editor del Financial Times para América Latina quien, en un reciente foro de economistas, hace de antena de tierra en el escenario político azteca con una frase contundente sobre el triunfo de Claudia Sheinbaum: “Se está subestimando el riesgo en México”.
Para Stott, uno de los analistas con mayor experiencia en el continente, la nueva presidente mexicana no es una tecnócrata científica, versión más moderada de López Obrador. “Para mí, es otra cosa. Claudia es un personaje muy ideológico, muy radical; una persona poco dispuesta a aceptar acuerdos y compromisos con sus enemigos políticos, y creo que va llevar a México a un camino de mayor intolerancia y mayor ideologización en su gobierno (que el de López Obrador), y creo que los observadores externos están subestimando un poco los riesgos y están interpretando mal a Claudia Sheinbaum”.
Cuenta Michael Stott, quien entrevistó a la nueva presidente mexicana e hizo seguimiento de su campaña, una anécdota que es todo un editorial sobre lo que le espera a México: “En uno de los mítines políticos en donde estuve presente en Coyoacán, donde ella creció, uno de los máximos responsables de Morena (el partido de Sheinbaum) dijo, con Claudia ahí sentada a su lado: ‘Nosotros queremos mantener a Morena en el poder por décadas y jamás queremos que la oposición vuelva al poder. ¡Jamás!’ Y todos aplaudieron una y otra vez. Y eso en un país como México, con la tradición que tiene de un solo partido que gobernó durante setenta y un años, a mí me parece peligrosísimo. Creo que es un riesgo subestimar lo que está pasando en México”.
Claudia Sheinbaum dice que el Tratado de Libre Comercio firmado en la década de 1990 entre Estados Unidos, Canadá y México “no generó el bienestar que nuestro país quería”. Será interesante ver, ante un eventual triunfo de Donald Trump, si la señora Sheinbaum llegase a denunciar el tratado, a los chinos frotándose las manos.
Y no menos interesante será ver el manejo que va a dar Sheinbaum a los carteles de la droga mexicanos y su inmenso poder. Anne Milgram, directora de la DEA, en una declaración ante el Senado estadounidense, aseguró que “el cartel de Jalisco tiene influencia a través de socios e intermediarios en todos los continentes excepto en la Antártida”. Me parece a mí que el traqueteo de los cuernos de chivo calibre 22 exige algo más que ideología.