La semana pasada se reunió en Johannesburgo la conferencia anual de los líderes de las llamadas naciones BRICS, compuesta por India, China, Rusia, Brasil y Sudáfrica. Paradójicamente, India aparece en este momento como el integrante con menos preocupaciones del quinteto, no solo por haber superado a China en número de habitantes sino por su paseo por la superficie lunar días más tarde; hazaña en la que por cierto, fracasó Rusia también en estos días.
Para Xi Jinping, primus inter pares de los BRICS, el encuentro en Sandton, el distrito financiero de la capital sudafricana, habrá supuesto un pequeño respiro en un momento tambaleante de la economía china.
El ruso Vladimir Putin ni siquiera acudió a la reunión ante la posibilidad de que las autoridades sudafricanas no hubieran tenido más remedio que detenerlo por la orden en ese sentido que pesa contra él. Empantanado como está en la guerra en Ucrania, Putin tuvo que enviar a su ministro de Exteriores Serguéi Lavrov a Johannesburgo como representación suyo.
Sudáfrica por su parte, bajo la presidencia de Cyril Ramaphosa, navega en un mar de corrupción y delincuencia. Los cortes de electricidad en algunas zonas duran a veces más de quince horas diarias, la moneda local se devalúa y el crecimiento del país está estancado.
Mientras Brasil no acaba de poner en marcha una economía estable. Montado en el ciclo de las materia primas, al gigante sudamericano le falta mucho para tener una economía nacional próspera y estable.
¿Son pues los BRICS una amenaza para la hegemonía norteamericana o más concretamente para la hegemonía del dólar? La pregunta es pertinente puesto que acabar con dicha hegemonía es desde el momento de su fundación en 2009, uno de los objetivos de los BRICS. Y para no perder las esencias el presidente brasileño, Lula da Silva abogó en la reunión de Johannesburgo por la creación de una moneda propia como referencia para otros emergentes.
“Defendemos una moneda de referencia de negocio para no necesitar la moneda de otro país”, dijo Lula. “¿Por qué hago negocios con China y necesito el dólar? Brasil y China tienen el tamaño suficiente para hacer negocios con sus monedas o en otra unidad”, indicó. Y aunque mostró la intención de desvincularse del dólar, de momento tal billete alternativo no existe.
¿Estamos, pues, ante una cumbre fracasada? No necesariamente. China se muestra muy interesada en promover los BRICS como alternativa al bloque occidental. De hecho, el verdadero objetivo de las cinco naciones del BRICS es agrupar en un bloque económico y político a grandes países antagonistas de EE.UU como Rusia, Irán y la propia China para enfrentarse a Norteamérica y evitar la dependencia del dólar estadounidense.
La suma de seis nuevos miembros a partir de enero de 2024 junto a China, India, Rusia, Brasil y Sudáfrica (Arabia Saudita, Irán, Etiopía, Egipto, Argentina y los Emiratos Árabes Unidos) revela los verdaderos propósitos de los BRICS, que ahora controlarán el 80% del petróleo mundial y el 32% del Producto Interno Bruto (PIB) del planeta.
Mucho antes de integrarse en el 2001, a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en condición de “economía de no mercado”, el régimen chino ya venía con impulso desde la década de los años 80 y se levantaba del marasmo maoísta de mano del más poderoso: Washington. Entre 1978 y 2005, su tasa promedio de crecimiento fue del 10%, según datos del gobierno de Pekín. Ahora, el Producto Interno Bruto (PIB) es el mayor respecto a paridad de poder adquisitivo.
La ayuda de Norteamérica, a medida que se hizo fuerte, influyó en el cambio de mentalidad de los dirigentes chinos que comenzaron a ver el vertiginoso desarrollo del país como una posibilidad real de competir con el más fuerte. Esa transformación socioeconómica y su nueva fase de plataforma estratégica convirtió a China en la segunda potencia económica y militar del planeta.
Ahora, la creación del nuevo grupo de los BRICS de la mano de Xi Jinping, que más parece un club de adversarios de Norteamérica, que supera en peso económico al elitista G7 de potencias occidentales liderado por Estados Unidos y la Unión Europea, nos encontramos ante una de esas paradojas que a veces nos trae la historia.
En Washington parece no haber preocupado esta nueva alianza. Aunque a lo mejor lo mejor lo dicen con la boca pequeña. Quién sabe.