Pareciera que no nos percatáramos de que el mundo está cambiando de una manera vertiginosa. Anclados en nuestros provincianos problemas no tenemos una mirada más amplia. No dudo en que todavía nos pesa ese arrogante anti imperialismo con el que nuestro ridículo orgullo pretende hacernos creer grandes para ocultar toda nuestra pequeñez. Y no me refiero solo a los que desde sus posiciones de izquierda defienden una falsa autonomía y un pretendido aislacionismo justificados en formulas ideológicas del pasado que se han mostrado totalmente erradas y dañinas, sino a los que desde su pretendida posición de derecha tienen los mismos y otros prejuicios que nublan sus mentes.
En USA se dio la CPAC, encuentro de conservadores que se realiza anualmente y que se ha constituido como la cumbre patriótica más importante del mundo. Ahí se lucieron desde Donald Trump, Elon Musk, Giorgia Meloni, hasta Javier Milei y Santiago Abascal con discursos notables que no han tenido eco por estos lares justo cuando más requerimos de ellos. No estamos en nada cuando para hablar de personajes de una mediocridad que repugna como los Benedetti, las Laura, los pitufos y otros de su calaña nos sobran las palabras, las quejas y los lamentos como si ellos fuesen tan importantes como se lo creen y como los hacen ver las redes y los medios de información. Hablemos de cosas serias, ubiquémonos en un mundo distinto que requiere de nuevas formas de liderazgo.
Pareciera que les diera vergüenza a nuestros líderes de la derecha estar aliado con el presidente del país más poderoso del mundo. Ya en el pasado se ha visto ese grave síntoma que acerca a la derecha con la izquierda colombiana. Pongo dos ejemplos que parecen contradecirse pero que tienen la misma raíz de arrogancia y pedantería:
El primero: en una visita de Duque a la Casa Blanca, el presidente colombiano comenzó a pontificar sobre política internacional a lo que Trump le replicó diciéndole que Colombia no es una gran potencia: “usted puede preocuparse por las drogas y hacerlo bien, pero no tiene que preocuparse por Irán y otros lugares” y, llamándolo al orden, le recordó que, si no reducía la oferta de cocaína, él sería “solo otro presidente de Colombia” tal y como terminó siéndolo.
El segundo: En plena campaña el candidato Petro que estaba perdiendo la atención pública, esa que tanto le complace así hablen bien o mal de él, debido al comienzo de la guerra de Ucrania, pegó el alarido: “Qué Ucrania ni que ocho cuartos”.
Ir a hablar de los conflictos internacionales con Trump cuando somos parte del problema y no le damos solución a ellos es tan absurdo como pretender desinteresarnos de lo que ocurre en el mundo y no ver sus implicaciones geopolíticas que nos terminan afectando gravemente.
Este es un momento crítico en el que quienes pretenden conducir el destino de Colombia deben estar a la altura de ese compromiso. Demostrar de qué lado están sin titubeos para que sepamos a qué atenernos en un mundo que cambió, para bien, con la llegada del nuevo Trump a la presidencia de la potencia mundial.c
Abascal lo enunció claramente en su discurso en la CPAC: “El mundo ya es distinto. Ya es más parecido a como lo soñábamos hace solo un año. Ya está en retroceso ese plan de miseria y de wokismo que pretendían imponernos”. Añadía que ya se “ha demostrado que el futuro no está escrito, se ha demostrado que ese futuro puede ser esperanzador y luminoso y que solo hacía falta gobernantes valientes, gobernantes capaces de escuchar a sus pueblos y capaces de cumplir sus promesas”. Es claro a quien se refería el líder de la derecha española. Sin inmutarse se pone del lado de Donald Trump dejando a un lado ese síndrome de falso orgullo que no solo por acá se tiene. Para añadirle más sal al asunto, Abascal responde al histórico discurso de J.D. Vance en Múnich, duélale a quien le duela, con un “¡Gracias! Simplemente gracias porque Europa necesitaba escucharlo”.
Ya el efecto Trump se sintió en unas elecciones en Alemania que van a cambiar el panorama de Europa, mientras en Colombia pareciera que estamos en otro mundo, en el de nuestras miserias y pequeñeces. No veo a ninguno de los tantos candidatos de derecha poniéndose en el lado correcto de la historia que es el de un conservadurismo antiglobalista y patriótico que se está convirtiendo en el signo de esta segunda cuarta parte de un siglo que está corrigiendo su rumbo.