Juan-Pablo-Manjarres

Joven ibaguereño, ganador del modelo congreso estudiantil de Colombia 2020, ganador del concurso de oratoria y argumentación politica "Jorge Eliecer Gaitán" 2022, estudiante de derecho y un protector de la educación.

Juan Pablo Manjarres

Mi triste país

Colombia es maravilloso, lleno de fauna y flora, de gente luchadora y echada pa´ delante. Pero, como todo en esta vida no es perfecto, tenemos mucho por mejorar. Lo que realmente veo con preocupación es que nos estamos acostumbrando a vivir en un país descompuesto.

Oh mi triste país, territorio en donde entrar al sistema educativo es un privilegio y continuarlo es un reto, en donde existen niños que deben caminar más de dos horas para llegar a recibir una clase, clase que muchas veces es poco nutritiva y no por el pelado sino por el confort de algunos docentes que consideran que los niños ya son casos perdidos. 

Oh mi triste país, espacio en donde existe un Programa de Alimentación Escolar que ha sido usado simplemente para conveniencia política, y no para saciar el hambre colombiana. Cómo le exigimos a un estudiante que respete las normas si día a día ve a políticos, sacerdotes, empresarios y delincuentes hacer lo que quieren con la justicia. 

Oh mi triste país, en donde existen congresistas que solo van a dormir y por eso se ganan más de 30 millones. País en donde los que hacen daño prosperan y los correctos, ni se les nombra. Qué triste que sacrifiquemos el verde nuestro por un dorado del otro, que “pailas” es ver como cada vez el sentir es nublado por favor de alguien más.

Oh mi triste país que prefiere ver estupideces en Tiktok que informarse de las leyes que se tramitan en su territorio. Somos una sociedad cegada por el entretenimiento y las pasiones. Estamos tan dañados que se hacen filas para tomarse fotos con “influencers” pero se ignora a la verdadera influencia positiva.

Oh mi triste país en el que se mueren las personas en la puerta de un hospital, en donde programar una cita médica es un martirio y recibir los medicamentos una ruleta. 

Oh mi triste país doble moralista, en donde selectivamente somos despectivos, en unos casos el racismo es aplaudido y en otros reprochado. País en donde la violencia se justifica con un pretexto de “cambio” pero no pensamos ¿Luego así no han hecho el cambio por el que se pelea?

Oh mi triste país, lleno de indolentes y sesgados, en donde todo el mundo tiene la razón y al mismo tiempo la culpa. País en donde tener un “rancho” es traducido en venderle el alma al banco. Estamos minados de corruptos, minados de odios y artimañas que se le están pegando a las nuevas generaciones. Hay que ver con alerta como cada generación se vuelve más conveniente que la anterior.

Como en todo lo bueno hay algo malo, en lo malo también vemos algo bueno. Aún podemos rescatar nuestra comunidad, podemos comenzar a corregir costumbres y acciones que nos han sometido al atraso y dejar de creer que una persona nos pondrá a vivir sabroso y tampoco el hecho es que un expresidente es el salvador nuestro. Aquí tenemos dos opciones, levantarnos del hueco en que estamos o seguir hundidos. 

Hay que cambiar, cambiar la forma en la que educamos a nuestros niños, cambiar la forma de trato a las personas, mostrar más dignidad a las labores y dejar de aplaudir idioteces en Facebook e Instagram, las redes sociales conectan del mismo modo que apartan de la sociedad. No podemos seguir siendo esclavos de un aparato. No permitamos que se acaben las generaciones campesinas que tanto requerimos, no podemos seguir con la cultura del rencor, una parte del proceso es perdonar, pero el perdonar para no reincidir, no para tomárselo del codo como está pasando.  Debemos dejar de alcahuetear el pensamiento de que las elecciones se ganan el último día a costa de plata, porque el bendito egoísmo es el que nos tiene tan jodidos.

El futuro está en nuestras mentes, pero el presente, en nuestras manos. Sujetemos a Colombia entre todos para ver si así se logra parar.

Dios les bendiga.

Creado Por
Juan Pablo Manjarres
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