Los ciudadanos no están familiarizados con el proceso legislativo. Lo que no se entiende, tiene casi siempre dos caminos de predilección: se ignora o se cuestiona, aunque ésta última opción es sin duda, la que más se utiliza contra el trabajo de los legisladores en todo el mundo. Ninguno se salva.
Aunque el asunto es de doble vía. La actividad parlamentaria sí interesa y es responsabilidad de estos cuerpos colegiados, acercar más a la gente. Es decir, también hay que comprender la realidad, lo que pasa en las regiones, preocupaciones, desafíos y oportunidades, que sean abordadas de todas las maneras posibles en la labor legislativa.
Entendimiento mutuo es la clave de todo. A mayor acceso y participación de la sociedad, muy seguramente el nivel de resistencia disminuirá, no a niveles cero, aunque será un gran primer paso para mejorar las relaciones entre Parlamentos y sus ciudadanos.
De la acertada interpretación de los reclamos de la gente, se generará una mejor comprensión de lo que se discute y se tramita en el Congreso de la República. Es necesario trasmitir bien la información, que sea actualizada, entendible, adaptada a todas las audiencias y claro, muy relevante.
Hay que decir que tenemos más en cuenta las opiniones que las emociones. Es necesario tenerlas presente a la dos. Los análisis no pueden ir por separado, para el mejor entendimiento posible, las variables a disposición deben ser estudiadas.
Lo que hacen los congresistas deja huellas. Es un rastro que permanece en el tiempo, es trasversal a toda una sociedad. Las leyes que allí se aprueban son el soporte de lo que somos, de la manera en que nos organizamos y proyectamos el futuro. Sin parlamento no hay democracia.
Tomar decisiones es un asunto difícil. Sobre todo, en materia de tributos, que es una de las responsabilidades de los parlamentos, pero en otras oportunidades, es clave la máxima pedagogía, anticiparse a la reacción de las personas y responder de la mejor forma. Legislar es comprender.
Recordemos que estamos sobrecargados de información. Hay poco tiempo para procesar tantos contenidos de distintos frentes y bajo esta dinámica, es preciso entregar a los públicos, una oferta legislativa de muy rápida comprensión. La saturación se puede combatir con explicación sencilla.
La complejidad de muchos temas desemboca en limitaciones para procesar la información. Esto conduce a que la opinión pública tenga barreras para entender el que hacer legislativo. Necesitamos un ciudadano más informado y participativo de sus Parlamentos.