“La niebla de la guerra” es un extraordinario documental dirigido por Errol Morris que plantea once lecciones sobre la guerra a partir de la experiencia del reconocido Secretario de Defensa, Robert McNamara. Como antítesis de este, Joel Stangle, ha producido otro documental, “La niebla de la paz”, que presenta dos versiones de la lucha armada al interior de las filas de las FARC.
Ambos materiales cinematográficos comparten que la niebla es algo inevitable e inherente tanto en la paz como en la guerra.
No obstante, en el caso colombiano, “la niebla de la paz” nos ha mostrado que es todo aquello que impide divisar verdaderamente lo que existe en torno a un concepto políticamente tan correcto pero que, sin esa nube espesa a su alrededor, despunta y devela su auténtica naturaleza.
Así, pues, resulta más que oportuno recordar que en “Las falacias de la paz” expuse cinco grandes mentiras que han gravitado y nutrido la niebla de la paz con las FARC. Esto nos obliga a recordarlas de cara al nuevo intento de traer a la legalidad al Ejército de Liberación Nacional, ELN. He aquí, cuatro de ellas:
1. No dejaré de sostener que la negociación es una táctica revolucionaria que han utilizado las guerrillas para lograr, gracias a las conversaciones de “paz”, un camino expedito para la toma del poder. La historia me asiste en razón con las guerrillas del M-19 y las FARC, hoy políticamente rehabilitadas en el Ejecutivo y el Congreso.
2. La crítica a todo tipo de acción política, en una sociedad abierta, es legítima y más aún cuando se trata de alertar que la democracia no se criminalice. De tal suerte, lo pactado entre Petro y el ELN tendrá que ser sometido, gústeles o no, a un análisis sin que por ello sus críticos sean antidemocráticamente señalados de enemigos de la paz y amigos de la guerra.
3. Especialistas en esquivar la verdad y, por lo tanto, la responsabilidad histórica de sus crímenes, las guerrillas apelan reiteradamente a la táctica conocida como “cabeza de turco” para culpar al paramilitarismo, y sus ramificaciones, con el objetivo de exculparse a sí mismas.
4. A pesar de los crímenes cometidos por las guerrillas en contra de la humanidad debidamente probados y conocidos, resulta lógica y éticamente que se demande justicia por sus delitos; sin embargo, cualquier crítica a la jurisdicción y sus jueces de paz es falazmente promovida, por todos los medios, como un ataque a la justicia. Me reitero: por clamar justicia no se está contra la justicia misma.
Ahora, más allá de la Teología de la Liberación en la que el ELN justifica su lucha armada*, no olvidamos que parte de su especialidad han sido los crímenes contra el medio ambiente. Y de esto, Petro ni una sola palabra. Es más, para desviar la responsabilidad de las guerrillas en estos asuntos, centra todas sus denuncias contra las potencias, el mercado y la gestión de los combustibles de origen fósil tal como se apreció en la ONU y en la COP27.
Lamentablemente estas falacias han hecho carrera en gran parte de la opinión pública colombiana que ha legitimado la distorsión del genuino significado de la paz y ha llevado a la democracia colombiana a subvertir la tabla de valores, correr la línea ética, someter y burlar a la justicia, todo ello con el fin exclusivo de llevar a las guerrillas, entre aplausos y perdón, a la cumbre del poder. A esto es lo que se refiere la “niebla de la paz”.
*Basta escuchar las declaraciones de Pablo Beltrán, jefe de la delegación del ELN, hechas ayer para el noticiero CM& y apreciar con total claridad la puesta en escena y el despliegue de la Teología de Liberación Nacional al servicio de la lucha armada.