Juan Restrepo

Ex corresponsal de Televisión Española (TVE) en Bogotá. Vinculado laboralmente a TVE durante 35 años, fue corresponsal en Manila para Extremo Oriente; Italia y Vaticano; en México para Centro América y el Caribe. Y desde la sede en Colombia, cubrió los países del Área Andina.

Juan Restrepo

La dama de hierro de la educación

Islamistas contrarios a la escolarización parcial de las mujeres en Afganistán estarían detrás del envenenamiento hace unos días, de al menos 79 estudiantes de enseñanza primaria en la provincia de Daikundi. Se trata de niñas de tercero y cuarto de primaria, de aproximadamente entre ocho y diez años de edad. Aquejadas de graves problemas respiratorios y atendidas de emergencia, han agotado las existencias de oxígeno en esa localidad. No es un hecho aislado, esto ya ocurrió el año pasado. Las autoridades talibán permiten la escolarización de primaria pero han prohibido el acceso de las niñas a la educación superior.

Al hilo de esta noticia procedente de Afganistán, ese fracaso de Occidente del cual no terminaremos de avergonzarnos lo suficiente; quiero decir, después de haber entregado el país, y sobre todo el destino de las mujeres, a los talibanes, hablemos de educación. Y de cómo el Estado, cualquier Estado occidental, puede afrontar la amenaza medieval que pronosticó en los años 60 el primer presidente de la Argelia independiente: “Inundaremos Europa con el vientre de nuestras mujeres”.

Hace algún tiempo, el Tribunal Supremo de Inglaterra desestimó la demanda de una alumna musulmana contra su escuela por prohibirle el ritual de oración, según el cual tendría que interrumpir clases para cumplir cinco veces al día con los mandatos de su credo. “Eso lo hace usted en su casa para que no interfiera en los objetivos legítimos de la escuela”, fue más o menos lo que vino a decirle el Tribunal, más que a la niña seguramente a su familia.

En la sentencia estaba en juego algo más que el uso del patio de un colegio para rezos religiosos en horario escolar. Estaba en juego un modelo de educación de éxito, basado en la secularidad. Un modelo educativo exportable, además, a todas las escuelas de Inglaterra porque no se trataba de una escuela cualquiera. Se trataba de la mejor de ese país.

El caso de la Michaela Community School es de los que marcan época. Su directora y creadora, Katherine Birbalsingh, es todo un personaje, una dama de hierro y muy diferente a todo lo que estamos acostumbrados a ver en estos tiempos que corren en Occidente en materia de educación. Katherine nació en Nueva Zelanda en 1973, de padre indio-guayanés y madre jamaicana, en una familia de clase media. Vivió en Canadá, Nigeria y Francia, lo que suele llamarse una ciudadana del mundo.

Estudió en la Universidad de Oxford, donde descubrió su interés vocacional por la educación. Pero no por la típica escuela remilgada de Inglaterra, con niños rubios jugando a cricket o pichones de jugador de polo. A Katherine le interesaba la educación en los barrios desfavorecidos, con mucha inmigración, de rentas bajas y con familias desestructuradas. Le interesaba la educación en entornos con falta de oportunidades.

Conseguir que la educación pública funcionase como ascensor social, que la escuela ayudara a mejorar la vida de sus estudiantes. En 2010, llevaba 15 años trabajando en escuelas inglesas y a Katherine no le gustaba lo que veía. Como experta en educación, el Partido Conservador británico la invitó a dar una conferencia y les cantó la tabla a los políticos:  “Ustedes se rigen por este principio: ¿para qué exigir esfuerzo a estos pobres muchachos, si total, hagamos lo que hagamos les va a ir igual de mal en la vida?” Entonces, cuando la echaron de la escuela, fundó la suya con profesores que pensaban como ella.

Con el lema “Conocimiento es poder” Katherine Birbalsingh deja las cosas claras desde el primer día a sus estudiantes: "Aquí se viene a estudiar, se saluda a los profesores, se valora el esfuerzo. Ya puedes ser niño, niña, blanco, negro, indio, cristiano, budista, musulmán, carnívoro o vegetariano, aquí todos los estudiantes son iguales". Nada de trabajos en grupo, ni teléfonos móviles. Ejercitar la memoria, hacer las tareas, formar fila, hacer público el resultado de las calificaciones, que los alumnos se sirven unos a otros en el comedor…

Cuando se hizo público, después de la pandemia, el resultado de los exámenes GCSEs (General Certificate of Secondary Education) para estudiantes de entre 15 y 16 años, imprescindibles para acceder a estudios superiores o al mercado laboral, Michaela Community School resultó la mejor escuela de secundaria de toda Gran Bretaña, y los chicos de un barrio de emigrantes pobres de Londres fueron los primeros en acceder a las mejores universidades inglesas.

Katherine ahora es conocida como la directora de colegio más estricta del país, y la Michaela School es objeto de estudio de todos los expertos en educación. Costo de la matrícula: cero libras esterlinas. La escuela de Katherine Birbalsingh es pública y gratuita.

Juan Restrepo.

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